Xi´an es la ciudad más antigua de de China y la capital de la provincia de Shaanxi.
Hace dos meses China se me dibujaba como un país inabarcable, un país que, aunque me hacía muchísima ilusión llegar, me generaba también algunos miedos: temor a no poder comunicarme, a sentirme sola, a no encajar; recelo más que todo a lo desconocido, a esa especie de salto al vacío que siempre representan los nuevos comienzos.
Hoy sigo sintiendo que es una nación inmensa, especialmente después de conocer algunas de sus ciudades, su cultura y sus tradiciones; pero los miedos, al menos los más apremiantes, han desaparecido por completo. A dos meses de mirarme haciendo maletas, volando veintitantas horas, aterrizando en Beijing y sobreviviendo a los días de encierro tras las lluvias del tifón, sigo añorando gente, lugares, sabores, paisajes…, pero creando también nuevos recuerdos, ganando amigos, dibujando pandas en la esquina de todas mis agendas, aprendiendo no solo de China sino también de mí .
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No podría decir que Xi´an, por ser la más antigua, es la ciudad más importante de China, pero sí que allí, al noroeste de Beijing, en la capital de la provincia de Shaanxi, se hallan muchos de los puntos de partida de esta nación, comenzando por lo simbólico de su nombre: Paz occidental.
No siempre se llamó así. La ciudad, que acumula más de tres mil años de historia, fue conocida como Chang’an durante la dinastía Han, cuyo fundador estableció allí la capital de su vasto imperio. Durante más de 200 años fue la principal ciudad del país, hasta que en el año 24 d. C. la capitalidad se trasladó a Luoyang.
Fue entonces cuando Xian quedó relegada a ser la capital de Occidente, pasando a llamarse Xijing. La entonces Chang’an recuperó su antiguo esplendor a finales del siglo VI, cuando la dinastía Sui reunificó China y restablecieron la capitalidad. Valga aclarar que Xian integra, junto a Pekín, Louyang y Nankín, las cuatro grandes antiguas capitales de China.
A partir de entonces comenzó un auge imparable, llegando a ser una de las ciudades más grandes e influyentes del mundo, hecho favorecido por suponer el extremo oriental de la Ruta de la Seda, otra de sus primicias.
Xian sobresale además por su arquitectura tradicional y sus monumentos, entre los que destacan la Torre de la Campana y la Torre del Tambor, desde las cuales se escuchan las campanadas y los toques en la mañana y la noche respectivamente, o la muralla de la ciudad con sus más de 13 kilómetros de longitud y paisajes realmente impresionantes. Tampoco es posible visitar Xi´an sin al menos admirar la Pagoda del Ganso Salvaje o visitar el barrio musulmán.
Xián es además una ciudad con luz de faroles esparcidos por sus plazas y nudos tradicionales acompañando las luminarias. Una urbe de calles y árboles iluminados por el rojo del oriente en la Ciudad Antigua de Xian, una de sus atracciones más concurridas. Allí, cada diez minutos cruzan cientos de peatones y en las noches llega a ser tan concurrido que resulta apabullante, una sensación únicamente sosegada con la belleza de la plaza, donde se mezclan monumentos, ferias de artesanías tradicionales, mujeres luciendo trajes típicos, comida callejera, youtubers, conciertos y múltiples atracciones.
Pensar en Xian es recordar sus calles bajo la lluvia, la flor de granada y el estadio, los barberos en la calle, la sopa de pan, el puesto de bebidas “Mojitos” y, por supuesto, la grandeza de los Guerreros de Terracota.
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El viaje de estos meses no ha sido sólo geográfico o temporal. Convivir con 17 acentos diferentes, y compartir con personas tan extraordinarias, sí que ha sido todo un reto, uno muy especial que desde ahora sé voy a extrañar cuando regrese.
Semanas de reuniones y conferencias, de aprender de China, de comprender el largo proceso tras el cual son hoy la segunda economía mundial, de entender por qué la unidad es uno de sus principios elementales y que son en esencia un pueblo humilde y trabajador.
Notas con las palabras que voy aprendiendo, ideas para la crónica de Beijing, listas de tareas pendientes, frases coloquiales de México, Argentina o Colombia, lugares que no me puedo perder, son algunos de los memos que acumulo en el celular desde que estoy acá.
Adoro la calma de estas tardes, la invitación al descanso, el olor del aire y las hojas comenzando a caer. Dos meses después comienza a sentirse el frío del medio otoño con temperaturas agradables, muy parecidas al invierno cubano, solo que aquí apenas es el inicio y mientras eso pasa comienzo a replantearme si en verdad esta es mi estación favorita.
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Pero si se visita Xi´an, un sitio de obligada parada es sin dudas el Mausoleo del emperador Qin Shi Huang y los Guerreros de Terracota, uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del mundo, ubicado al oeste de Beijing a unos 80 km de Xi’an, en la aldea Lintong, provincia Shaanxi. Este importante sitio es considerado por muchos la octava maravilla del mundo y fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1987.
Se trata de la réplica en cerámica del ejército imperial con el cual el emperador Qin Shi Huang logró unificar China en el año 221 a. C. Su hallazgo, un tanto accidentado, ocurrió en 1974, cuando Yang Zhifa, un campesino de la zona, excavaba junto a hermanos y vecinos en busca de un pozo de agua. Ninguno de ellos imaginaba que tras una faena tan común encontrarían los primeros vestigios del ejército de terracota que protegía al emperador Qin Shi Huang después de su muerte.
Las labores arqueológicas comenzaron de inmediato, lideradas por Zhao Kangmin, con lo cual se descubrió que la extensión de todo el complejo funerario abarcaba en total unos 98 kilómetros cuadrados.
Este primer descubrimiento se abrió a los ciudadanos en el año 1979, mostrando las 2.000 estatuas que habían sido descubiertas. En total los arqueólogos han sido capaces de descubrir cuatro fosas, de las cuales solo tres están abiertas al público. En ellas hay más de 8.000 estatuas de soldados, una caballería de 150 animales, 130 carros tirados por toros, 520 caballos y hasta 40.000 puntas de flecha junto con docenas de espadas, lanzas, ballestas y otras armas de bronce.
La excavación de 16.300 metros cuadrados revela figuras de terracota de tamaño natural, de guerreros y caballos dispuestos en formaciones de batalla, con impresionante precisión en su diseño, tanto que algunos afirman que pueden distinguir, por la exactitud de los rasgos, las etnias a las cuales pertenecían estos soldados.
En el “ejército virtual” de terracota cada soldado tiene el mismo tamaño y rasgos de un hombre y se cree que cada artesano debió conocer a la persona que creó. En tiempos de guerra todas las familias tenían un miembro como soldado en el ejército, por lo que se considera probable participaran también en la creación de su guerrero que lleva además el nombre de su artesano.
Tras su descubrimiento y posterior estudio se sabe que se comenzó a construir en el 246 a. C y se acabó en el 206 a. C. El objetivo de la construcción de estas figuras era la protección de la tumba del emperador Qin Shi Huang, una tradición bastante común que iniciaba casi desde el mismo nombramiento y que tenía como propósito la protección espiritual de los emperadores.
A lo impresionante de visitar el Mausoleo y las diferentes fosas donde son exhibidos a miles de turistas diariamente “los terracotas” se suma “El ejército resucitado”, espectáculo teatral dirigido por Jin Tiemu, que constituye una experiencia sensorial particularmente interesante sobre esta historia.
Concebida en cuatro actos, la puesta en escena abarca cuatro locaciones diferentes por las que se mueve el público a medida que avanza la obra. Destaca como dato curioso la utilización de tres elencos distintos y unos 117 actores durante todo el espectáculo, que según afirmó el gerente del teatro Teatro Da Qin, cuenta con hasta 20 representaciones diarias y un promedio de visitas de casi 3 mil personas diarias.
Más allá de lo sobresaliente del diseño escenográfico ligado a la tecnología, la obra destaca por las actuaciones de Chen Maqiaodan, quien encarna al emperador, así como Ye Shengfei, en el papel de uno de los soldados de la familia a través de la cual se cuenta la historia. Pero, además, resalta la emotividad con que se cuenta la historia del valeroso ejército que consiguió unificar China.
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Dos meses de conocer, además de la comida china, los platos típicos latinoamericanos, el gallo pinto que se disputan Nicaragua y Costa Rica, tan similar al congrí cubano; los tacos mexicanos en todas sus variantes; el brigadeiro de Brasil y los asados uruguayos.
Atardecer en las nubes, el frío, conectar nuevamente con la ciudad, aprender de religión y de idioma chino, el sabor del pastel de la luna, tardes de café y algunos despistes impublicables. Días definitivamente de extrañar, de no dormir bien, días nublados y días radiantes en este medio otoño chino. Así vamos en esta aventura del otro lado del mundo.