Conocí el videojuego Age of Empires II cuando tenía unos 13 años y un primo, casi diez años mayor, necesitaba un rival con el cual pulir sus habilidades para después poder derrotar a sus amigos.
El juego en cuestión nos permitía escoger entre 18 imperios de la Edad Media, cada uno con sus ventajas únicas, para asumir su liderazgo en una batalla. Comenzábamos con apenas un centro urbano, tres aldeanos y un explorador a caballo en lo que vendría siendo los albores del medioevo y nuestra tarea consistía en eliminar a nuestros adversarios manteniendo un equilibrio entre fuerza militar y desarrollo económico.
Mi primo, como es lógico, me derrotó en los primeros intentos, pero por el camino me fui adaptando a su manera de administrar su civilización. Hasta que llegó el punto en el que descubrí que, si desarrollaba tecnológicamente solo a la caballería, podría tener un mínimo de oportunidad de vencerlo si evitaba que la partida se extendiera demasiado.
Finalmente, mis caballeros, correctamente equipados y armados hasta los dientes, barrieron a las heterogéneas tropas enemigas. Años más tarde descubrí que mi jugada era comúnmente conocida como “rush” y que yo no era ni de lejos el primero en emplearla. Así nació mi pasión por los videojuegos de estrategia y pese a que la saga Age of Empires publicó nuevas entregas, su segunda parte ocupa un lugar especial para mí.
Con el título completo de Age of Empires II: The Age of Kings, Ensemble Studios y Microsoft Game Studios el 30 de septiembre de 1999 perfeccionaron la fórmula y sentaron las bases para todos los juegos de estrategia que se publicarían los años siguientes.
La versión original incluía además cinco campañas que recreaban batallas alrededor de personajes históricos como William Wallace, Juana de Arco, Saladino, Genghis Khan y Barbarroja. Gracias a ellas sentí la necesidad de leer más sobre aquellos héroes y le encontré el punto divertido a conocer la historia.
El juego ofrecía además un generoso “editor de escenarios” que nos permitía crear nuestros propios mapas personalizados los cuales podíamos disfrutar con amigos conectados mediante una red de área local.
Pero lo realmente mágico del Age of Empire II es que, pese a que ha pasado el tiempo, nos somos pocos los que todavía lo conservamos en nuestras computadoras y de vez en cuando echamos una batalla contra la inteligencia artificial, aunque sea para recordar los viejos tiempos. Por otra parte, en Steam el juego mantiene una cifra promedio de 20 mil jugadores mensuales, pese a cumplir ya 24 años.
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