Hace meses que el desgaste del céntrico puente Calixto García o puente de Tirry, como lo llama la gente, es muy notable. Las barandas del norte, las que encaran al mar y, por tanto, las que más sufren el embate del salitre, se encontraban oxidadas e incluso habían perdido fragmentos. Algunos de los boquetes resultaban tan grandes que una persona despistada como las hay o que tropezara podía deslizarse por él y acabar en el río.
Más de una vez la población a través de comentarios en la calle, de esos que se hacen al pasar, o en las redes sociales, habían demostrado preocupación por este asunto. Por una cuestión de razonamiento, si en ese estado se halla la parte superficial, entonces los cimientos, lo que sostiene la estructura metálica, debe estar también afectada.
De unos días para acá, todo el que lo utilice para atravesar el San Juan habrá notado obreros que laboran en él. Después de un tiempo quizá demasiado prolongado, aunque se debe tener en cuenta que los presupuestos escasean, se acometen las reparaciones necesarias.
Juan Miguel Díaz Rodríguez, quien funge como jefe de obras, explica que estas acciones se realizan por el 330 de Matanzas y que antes del 12 de octubre, cuando se cumple el aniversario, e incluso unos días antes, se pretende cumplir con la primera etapa de lo previsto.
“En un momento inicial se quiere limpiar las dos estructuras de soporte del puente (los costados), quitarles el óxido, aplicarles un anticorrosivo y luego pintarlas. Además, la baranda norte se sustituirá completamente y en la sur, la menos deteriorada, se restituirán algunos elementos”.
En una segunda etapa del proyecto se pretende abordar la porción estructural del puente. Esto último hace referencia a las zonas que lo aseguran en su sitio.
La intervención en el puente de Tirry en sí comenzó el 10 de septiembre; sin embargo, desde un mes antes ya se llevaban a cabo preparativos. Por ejemplo, se fabricaban los elementos metálicos para reemplazar las partes dañadas y se buscaba el equipo y los recursos requeridos.
Díaz Rodríguez comenta, acerca de la circulación vial por el sitio, que por ahora solo han debido cerrar un carril para poder trabajar y que lo intentan hacer en los momentos de mayor tránsito. Sin embargo, en algún punto se deberá clausurar por lo menos tres o cuatro días, pero se intentará que coincida con un fin de semana, que es cuando menos movimiento existe.
«Esta reparación resulta vital, pero las acciones no deberían realizarse tan espaciadas en el tiempo. Además, se debe velar por que medios de transporte, como guaguas o camiones, que exceden el peso para el cual fue construido, no lo sobrepasen, porque significa una sobrecarga para su estructura».
Los puentes en Matanzas no solo funcionan para unir tramos de la ciudad, sino que también resultan inherentes a su identidad, patrimonio y esencia. Cuidarlos es proteger el cuerpo y el alma de la urbe.
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Estimado Guille:
Hace unos días, tu colega Arnaldo publicó un artículo sobre este mismo tema. Apostillé un comentario, que reproduzco:
Estimado Arnaldo: Al oír sobre reparaciones del Puente de Tirry, me vienen a la mente las parrillas que componen el pavimento de tránsito vehicular y de las aceras, fruto de la innovación y el trabajo del Ingeniero López, quien, por cierto, aún vive, en el Reparto Iglesias. Los más jóvenes no conocen que el pavimento del centenario puente fue deteriorándose con el tiempo, y como solución, le añadían capas y más capas de asfalto. Llegó un momento que el peso acumulado fue tal, que el pobre puente acusaba una flecha que hubiese sido la envidia del propio Robin Hood. Apareció la idea salvadora de retirar el asfalto y restaurar el pavimento con la solución original, pero existía el inconveniente que no existía ni cómo ni quién ni con qué se elaboraban las parrillas, lo que resolvió este especialista, ya en ese momento un anirista de mucha experiencia y renombre. Hubo otra anécdota más, que habla de nuestro real maravilloso, no aparecían los remaches, y el tiempo corría. En una gestión personalísima del propio Esteban Lazo, en ese entonces Primer Secretario en Santiago, armado con una muestra de los remaches, los encontró en un depósito de ociosos por aquellas tierras, y se los envió expresamente a López, en varias cajas. Así, pudieron terminarse las rejillas de cada tipo, se colocaron en su lugar y se reinauguró el Puente.
Añado que ayer visité a López. Previamente había impreso el artículo (sin las fotos), con mi comentario. Se emocionó, ni siquiera conocía de la actual reparación, apenas sale del barrio y sus hijas no le habían comentado sobre el tema. Imagino que se debiera, y esa tarea le propongo a Usted, hacer un artículo de investigación sobre aquella reparación, no podría faltar una entrevista al Ingeniero López. Los que hoy caminamos seguros sobre esas parrillas, sobre ese puente que fue recuperado y devuelto a su originalidad con su trabajo,la ciudad de Matanzas, se lo debemos.