El espeleólogo es un hombre de ciencia

«El mundo vive ciclos. El ser humano ha agravado el cambio climático, pero eso ha existido siempre. ¿Quién podría imaginar que Matanzas hace 14 000 años era un desierto que se extendía hasta Holguín, con vientos fríos que recorrían una superficie árida, con ríos que no llegaban al mar, con una bahía deprimida en más de cien metros? El paisaje cambia y la vida del hombre no basta, aunque ahora la aceleración del cambio climático debido a la intervención humana ha permitido que el hombre perciba lo que en otros momentos se demoraba miles de años».

Conversar con el Doctor en Ciencias Ercilio Vento Canosa siempre es un regalo enciclopédico. Ahora que le confirieron el Premio Nacional de Espeleología Antonio Núñez Jiménez 2023, galardón que otorga la Sociedad Espeleológica de Cuba (SEC), volvemos a dialogar con él en su oficina de la sede del Historiador de la ciudad de Matanzas, puesto que ocupa desde hace varios años.

Este hombre pequeño de estatura, que domina más de una decena de idiomas y también médico especialista en Segundo grado en Medicina Legal, es un erudito que le ha dedicado más de 60 años de su vida al mundo de la espeleología. Igualmente, se desempeña como profesor de Medicina Legal y Ética de la Universidad de Matanzas e Investigador Auxiliar.

«He tenido dentro del marco de la espeleología satisfacciones muy grandes, porque los espeleólogos son mis hermanos, no solo los de Cuba, porque a nivel internacional he cumplido misiones de trabajo importantes», recuerda el científico.

«Redacté la Carta de Ética de la Federación Espeleológica de América Latina y el Caribe, y tuve que cumplir funciones durante 16 años como secretario adjunto de la comisión Internacional de Espeleosocorro. Luego dirigí la SEC en 1998, cuando fallece Antonio Núñez Jiménez, hasta el 2012.

«Participé en la confección del único catastro completo que existe en la Isla, realizado en 1969 y 1970, además de la fundación de los comités espeleológicos, que es la nueva estructura de la SEC.

«La SEC es la más antigua en América y como miembro de la Unión Internacional sostiene vínculos con numerosas naciones, con un sistema de retroalimentación. También mediante la participación internacional se abrieron las puertas a la espeleología cubana al mundo.

«En Cuba el espeleólogo es un hombre de ciencia, además de ser el individuo que penetra en las cuevas prima la actividad científica», ratifica Vento Canosa, quien considera que no se trata solo de explorar las cuevas, sino de estudiarlas con profundidad.

«Nuestro país cuenta con una superficie cálcica del 60 por ciento, y la la visión nuestra es muy amplia en el sentido ecologista, de la protección de la naturaleza, la arqueología, porque las cuevas son reservorios naturales de fauna y cultura.

«Mi tesis de doctor en Ciencias tuvo como tema el descubrimiento que hice en 1969 de las primeras evidencias de sífilis precolombina para las Antillas.»

-¿Cómo llegó Ercilio a la espeleología?

-Siempre me llamó la atención las cavidades subterráneas. La primera vez que entré a una cueva con ánimos exploratorios fue el 23 de diciembre de 1963, en La furnia de la chaveta, entre los poblados de Madruga, provincia de Mayabeque, y Ceiba Mocha, perteneciente a Matanzas. A mi madre le gustaba, pero a mi padre no, por eso digo que no había una afición familiar trascendente. Por esa época, con 16 años de edad, fundo el grupo espeleológico Carlos de la Torre, en el preuniversitario de Matanzas, fusionado con el grupo de Orlando Soler Cartaya, pero con un propósito científico, no aventurero. La aventura puede agotarse, pero la ciencia no.

«El movimiento espeleológico cubano es fuerte a nivel mundial, porque se le respeta», dice Vento Canosa Autor: Hugo García

Ercilio Vento ha dedicado más de 60 años a la espeleología. Foto: Hugo García

«El verdadero paso importante en mi vida fue el estudio del catastro de Matanzas con más de 2 000 cuevas, y nos dimos cuenta del elevado potencial en Matanzas, segunda en el número de cuevas en la isla, detrás de Pinar del Río. Al principio el propósito fue militar, pero al recopilarse toda esa información hoy ese catastro tributa también al sistema de nombres geográficos, a todo lo que tiene que ver con la geografía en sentido general.

«El sistema cavernario Bellamar tiene 25 kilómetros, que se ha ampliado con el trabajo del grupo Félix Rodríguez de la Fuente, y está considerada la cavidad subterránea en calcita más bella del mundo. Matanzas posee el mayor número de pictografías indígenas y fue descubierto el sitio Canimar abajo.

«La espeleología muchas personas la ven como la parte de la aventura, de lo desconocido, eso también, sin embargo, lo más importante es que esas cuevas traducen una historia geológica, expresan cómo han sido los cambios en un territorio, y permite hablar de cambios de clima en más de 5000 años, qué pasó, porque lo que sucedió una vez podría volver a ocurrir.»

-¿Cuál cavidad usted admira más?

-Sin dudas, Santa Catalina, que se encuentra entre la ciudad de Matanzas y Varadero. Cuenta con las únicas formaciones fungiformes que hay en el mundo. Bellamar es bella, pero Santa Catalina es excepcional en sus 15 kilómetros de galerías. Es una cavidad extraordinaria, sin competencia, a la cual se le otorgó la condición de Monumento Nacional y de Área Protegida.

«Hemos logrado un diálogo, para que se entienda por parte de los organismos la necesidad de cuidar las cavidades. Matanzas goza de tener esa reserva subterránea tan valiosa, además de disfrutar de un grupo de espeleólogos consolidados y trabajadores, con una magnifica dirección a cargo de Esteban Grau.

«El movimiento espeleológico cubano es fuerte a nivel mundial, porque se le respeta. La espeleología ha sufrido el impacto de la modernidad, cuando empecé lo hice con una linterna de tres pilas, no teníamos ropa adecuada, el casco era de constructores, pero hoy en día vestir a un espeleólogo cuesta más de 800 euros, porque solo las lámparas led que garantizan la iluminación de más de cien horas son muy costosas. Hoy las ropas, equipos de descenso, las cuerdas… son caras. La suerte que en Cuba no predominan las cavidades verticales, en el mundo es un alpinismo a la inversa que requiere un entrenamiento especializado.»

-¿En las cuevas tuvo algún percance grave?

-El 15 de agosto de 1975 un compañero mío cayó de 25 metros de altura en la cueva La clarita, al sur de las Cuevas de Bellamar. Yo me encontraba en un nivel intermedio, a 15 metros del suelo, y pude pararle la caída antes de llegar al piso, es decir llegó con la caída atenuada. Imagínate. Mi amigo pesaba 200 libras y yo solo 90. Me fracturé una vértebra de la columna, y con esa dolencia, durante siete horas estuve haciendo el rescate hasta sacarlo.

-¿Nunca se ha desorientado en una cavidad?

-El espeleólogo interactúa con la cavidad. Tiene métodos para explorar, uno la conoce de memoria y la marca. Levantamos un plano y uno aprende a fijarse en los detalles, a pesar de que hay algunas cuevas muy laberínticas, esas en las que te pierdes gratuitamente. Uno se pierde cuando se cometen determinados errores. En la caverna de Santa Catalina se perdió un aborigen que murió de hambre y sed luego de apagársele el mechón. Perder las luces en una cavidad es terrible. Desde 1940 cuando se fundó la SEC a la fecha solo han fallecido 12 personas, de ellas diez por accidentes subacuáticos.

-¿A quiénes le dedica este premio?

-A todos mis compañeros, sobre todo a quienes ya no están. Me vienen a la mente los que me enseñaron: Orlando Soles, mi primer maestro; Núñez Jiménez, con quien tuve una profunda amistad; Silva, o Graña.

-¿Qué recuerda de Núñez?

-Tuvimos una estrecha relación de amistad y de trabajo. De él aprendí la constancia y métodos de trabajo. Usaba una grabadora y grababa todo, y después eso se transcribía. Por eso Núñez pudo escribir más de 190 libros. Sobre esa personalidad escribí el libro El otro Antonio, título que se debe a que esbozo no al estadística y la persona pública, sino al individuo que podía hacer una broma, ser amigo, el hombre desprendido. Recuerdo una vez que me preguntó con qué flash yo tiraba las foros en la oscuridad de las cuevas, y le dije que con una linterna barriendo la imagen, y enseguida me dio su flash. Prácticamente todo lo que Fidel necesitó saber de la geografía cubana se lo aportó Núñez.

-¿Cuántos libros ha publicado?

-En total he escrito 40 libros y de ellos ya han sido publicados 24, algunos de ensayos, crónicas e historia.

(Por: Hugo García/Tomado de Juventud Rebelde)

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Sobre el autor: Juventud Rebelde

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