De historias y sentimientos se llenó la sala del encuentro entre el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y representantes de los movimientos de solidaridad de Namibia, en su mayoría graduados en escuelas de la Isla, y miembros de la comunidad cubana residente aquí.
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601 niños llegaron a Cuba tras ser rescatados por combatientes cubanos del ataque del ejército racista sudafricano, el 4 de mayo de 1978, al campamento de refugiados de Cassinga, sur de Angola.
Miles de namibios recibían abrigo allí. Ese día serían víctimas de una masacre que dejó un saldo de 624 civiles muertos, en su mayoría mujeres y niños, y más de 600 heridos.
El grupo Táctico No. 2 de Tchamutete, de las tropas cubanas en Angola, se encontraba a unos 16 kilómetros de distancia del lugar donde se cometía una de las matanzas más terribles de África.
Fueron a pecho descubierto a enfrentar la terrible arremetida del régimen del Apartheid. En un combate desigual y que duró por más de 12 horas, cayeron heroicamente 16 internacionalistas cubanos y cerca de 80 fueron heridos.
La acción permitió salvar cientos de vidas, entre ellas más de 300 heridos que fueron atendidos por los servicios médicos cubanos.
Tras los horribles hechos, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz propuso a Sam Nujoma, líder del movimiento de liberación nacional de Namibia, la SWAPO, traer a Cuba a un número importante de víctimas del nuevo crimen de los racistas.
Luego del arribó de los 601 niñas y niños namibios de Cassinga a la Isla de la Juventud, quienes empezarían a vivir y estudiar en dos escuelas escogidas para ellos, Fidel fue a visitarlos.
“Cuando él llegó, nos preguntó, ¿alguien sabe español aquí? Nadie respondió. Yo sabía muy poco inglés y de español nada, solo hablaba algo de portuñol. Éramos muchachos que, tras lo sufrido, estábamos necesitados de un padre. Entonces levanté la mano y me puse ahí, a traducir, a mi manera, que podía hacer.
“Fidel nos decía que ahora Cuba también era nuestra casa, que ahora estábamos fuera de peligro; que no estábamos en la zona de guerra, que no íbamos a estar nunca más solos, que ahora lo que teníamos era que estudiar y prepararnos, porque cuando Namibia fuera independiente, nosotros seríamos los que teníamos que liderarla. Yo no sé cuándo será independiente, pero les aseguro que Namibia será libre, nos dijo entonces el Comandante.
“Seis meses después, Fidel vino de nuevo a visitarnos. Entonces le preguntó a los muchachos que si necesitaban de nuevo un traductor, y ellos dijeron, ¡noooooo!. Entonces Fidel se viró para mí y me dijo, Sebastián, estás botaooo”…
“Yo soy un niño de Cassinga”, contó Sebastián Ndeitunga, un querido y emblemático militar que alcanzó el grado de teniente general y fue Inspector General de la Policía de Namibia. Al retirarse en 2022, era el jefe de policía con más años de servicio desde la independencia de Namibia.
Sebastián, como le dicen cariñosamente los cubanos que lo conocen, nació alrededor de 1962 (no tuvo inscripción de nacimiento hasta 1993), en Cuba se graduó como licenciado en Derecho.
En su intervención en el encuentro con el Presidente antillano y la delegación oficial que lo acompaña, Sebastián recordó las relaciones especiales de Namibia y Cuba, y el cumplimiento de la promesa de Fidel, porque -dijo- Namibia fue independiente en 1990 y muchos de los muchachos que estudiaron en Cuba hoy ocupan importantes cargos en la vida pública o en el sector privado de nuestro país.
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Martha no sabía nada de Cuba ni de Fidel hasta un día, cuando, adolescente, ya en tiempos de Namibia independiente, estaba viendo televisión con sus padres y escuchó de la victoria de los cubanos, los angolanos y los combatientes de la SWAPO en Cuito Cuanavale; también oyó hablar de Cassinga y otras historias de Cuba y de Fidel.
“Me quedé impresionada con él; y ese día me prometí que cuando yo fuera directora de escuela, le iba a poner a esta el nombre de Fidel Castro Ruz”.
En 2007, Martha fue designada directora de una escuela que ya tenía nombre, pero debieron reubicarla en otro lugar, y este no tenía nombre, entonces volvió a su cabeza la promesa que se había hecho a sí misma desde jovencita.
Tres nombres se propusieron para el nuevo instituto, pero ella pidió que se le nombrara Fidel Castro. La propuesta se llevó a votación de la directiva de la escuela, y se aprobó unánimemente; se sometió luego al criterio de los padres de los niños, y se aprobó unánimemente.
Hoy, en el humilde barrio de Katutura, a 15 kilómetros de Windhoek, más de 1 500 niñas y niños estudian en la escuela primaria Fidel Castro Ruz. Su directora es Ndapandula Martha Shilyomunhu. Martha, como simplemente le dicen los cubanos.
En el encuentro con el Presidente, la delegación oficial que este encabeza le entregó a su instituto, dedicado a la enseñanza elemental, un cuadro del destacado pintor cubano Dausell Valdés Piñeiro, en la que se apropia de la icónica imagen de Fidel en la Sierra Maestra con su fusil, y lo delinea y rellena, siguiendo su ya reconocido estilo, con plantas cubanas, en este caso, las características de la Sierra Maestra.
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Keneneth Muatara fue becario en la Isla de la Juventud desde la infancia. Se licenció en Cultura Física. Ya en Namibia, accedió a incorporarse a las fuerzas de la policía para apoyar en la preparación física de los combatientes.
Ken, como le dicen aquí, se inclinó por el boxeo y hasta participó en versiones del exigente torneo internacional Giraldo Córdova Cardín en los años 90 representando a su país. Es hoy Jefe Inspector de la Policía Nacional de Namibia.
Ken está orgulloso de que, en las últimas décadas, ganada la independencia, Namibia siempre tenga clasificados a los Juegos Olímpicos. “Y eso es también resultado de lo que aprendieron muchos jóvenes de nuestro país en Cuba”. En Namibia no hay entrenadores cubanos colaborando, pero Ken afirma que “detrás de cada avance o éxito que tiene su país en el deporte, también está Cuba”.
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La hermosa Nguvitjita Kambura recién se licenció en Estomatología en Cuba junto a otros 49 jóvenes namibios. Un grupo de ellas estuvo en el encuentro de este sábado con el Presidente Díaz-Canel.
“Nosotros nunca nos vamos a olvidar de ustedes. Gracias Cuba por todo lo que ha hecho por los hijos de las revoluciones africanas”.
“Tijita” no dijo más. Al final del alegre intercambio en el que participaron unas 200 personas, se le vio enjugándose las lágrimas en un día en que había muchos cubanos y se habló más aún de Cuba. Aunque se esforzaba por reír.
Nos despedimos de #Namibia y de #África con las emociones en lo más alto y lo más profundo. Por los que dieron su sangre ayer y los que brindan su colaboración hoy.#Cuba 🇨🇺 pic.twitter.com/2AtYOhcpAX
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) August 27, 2023
Salomón Heita estudió en Cuba y se graduó de técnico en radiología. El 25 de noviembre de 2016, cuando supo del fallecimiento del Comandante en Jefe Fidel Castro, llamó a su hermana y a otra compañera de aula para salir de inmediato hacia Cuba y acompañar a su pueblo en un momento de tanto dolor.
Al llegar a la terminal aérea de Varadero e ir a alquilar un auto, en la renta le dijeron que solo había carros disponibles para quienes los hubieran reservado desde el extranjero.
Heita insistió, le dijo que él era namibio y que tenía que llegar a Santiago de Cuba para el sepelio del Comandante. “Eres Namibio, yo soy internacionalista y luché junto a los combatientes de la SWAPO”, le dijo el trabajador de la renta, que de inmediato hizo una llamada y a los pocos minutos le entregó la llave de un auto a Heita para que siguiera camino en su peregrinación.
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Rafael Ramírez vive en Namibia hace años. Es el presidente de la Asociación Patria, que agrupan a cubanos residentes que han hecho parte de su vida el apoyo y la solidaridad permanente con su país.
Es un cubano rellollo, pero no deja de agradecer a la patria por la permanente solidaridad y firmeza hacia Namibia, por su entrega a las luchas por la independencia de esta nación de África austral; por todo el sacrificio hecho por sus compatriotas junto a los combatientes angolanos y namibios.
La entrega de Cuba hacia sus hermanos africanos ha llevado a que los hijos de la Isla sean tremendamente queridos en Namibia, un sentimiento que ha llevado a que quienes han decidido vivir aquí, sean objeto de mucho cariño y respeto.
Rafael explícito el compromiso de la Asociación Patria con su tierra natal. “En la distancia siempre estamos pendientes de Cuba”.
Quienes estamos aquí, gracias a la educación recibida allá -dijo en otro momento- también somos personas muy capacitadas. Aquí hemos adquirido mucha experiencia en los negocios y estaremos felices de compartir esos aprendizajes con la patria, afirmó el cubano-namibio, quien pidió a Díaz-Canel encontrar las mejoras vías económicas y comerciales para que ellos puedan aportar a Cuba en momentos tan complejos como los que se están viviendo hoy.
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Osvaldo Laseria y su esposa, también cubana, fueron cooperantes aquí y en su momento decidieron casarse y vivir en este país. Ya tienen un niño. Sus padres son cubanos, pero su cuna es namibia.
Laseria habló en nombre de su familia. Agradeció a Díaz-Canel por la contribución que ha hecho desde su cargo para eliminar barreras y acercar cada vez más a quienes viven dentro y fuera de Cuba y por aprobar leyes que rechazan todo tipo de discriminación, sea por color de la piel, género, preferencia sexual…
Y nosotros, quienes no estamos viviendo en Cuba, sobre todas las cosas siempre hemos sido y somos cubanos, afirmó.
Namibia siempre amiga
El encuentro se inició con una intervención del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien señaló que visitar un país “tan entrañable como Namibia, al que nos unen fuertes lazos históricos, será siempre motivo de gran satisfacción”.
Lo es, en primer lugar -reflexionó- “porque estamos en África, de donde salieron, mediante la criminal trata trasatlántica de esclavos, una parte de nuestros ancestros, cuya contribución fue determinante para la conformación de la nacionalidad cubana”.
Y luego, aquí, en el siglo pasado -añadió- “nos unió para siempre la feroz batalla que libramos unidos por la independencia de Namibia desde suelo angolano”.
“La sangre derramada en esa gesta ayudó a sellar para siempre esta hermandad indestructible”, definió el Presidente de la Mayor de las Antillas, que también exaltó la solidaridad que ha recibido Cuba desde África (…) y más aún en Namibia, donde se percibe un especial cariño y afecto hacia Cuba”.
Díaz-Canel agradeció así, “profundamente, las permanentes muestras de solidaridad y apoyo hacia Cuba que desarrollan los movimientos sociales y populares, sindicales, estudiantiles, de mujeres, juveniles, religiosos y de los cubanos patriotas” que residen en Namibia, a quienes agradeció “las donaciones y muestras de amor en estos momentos difíciles para Cuba”.
“La amistad que ustedes profesan por Cuba -dijo el Presidente a los representantes de los movimientos de solidaridad namibios y a los residentes cubanos-, nace del más noble y profundo sentido del deber y la justicia. Y así como Cuba luchó por África sin esperar más que la satisfacción por el deber cumplido, ustedes apoyan nuestra causa sin esperar compensación material alguna, porque saben que la historia y la verdad están de nuestro lado”.
En la tarde de este domingo, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República también sostuvo un intercambio con representantes de los más de cien colaboradores cubanos que trabajan hoy en Namibia, 85 de ellos en el sector de la salud.
La delegación oficial cubana encabezada por Díaz-Canel, a quien acompaña su esposa, Lis Cuesta Pereza, está integrada, además, por el miembro del Buró Político Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores; José Ángel Portal Miranda, titular de Salud Pública; Mirian Nicado García, miembro del Consejo de Estado y rectora de la Universidad de La Habana; Ana Teresita González Fraga, viceministra primera de Comercio Exterior, y Anayansi Rodríguez Camejo, vice titular del Minrex, entre otros directivos.