A un año del incendio de grandes proporciones ocurrido en la base de supertanqueros de la ciudad de Matanzas, la ciencia mantiene las investigaciones centradas en el impacto ambiental de las emisiones de contaminantes y vuelve a arrojar luces sobre el suceso.
Si bien ha pasado el tiempo todavía continúa nítida en la memoria la imagen de aquella nube de humo que se observaba desde diferentes puntos de la urbe yumurina. El incendio de varios tanques de Fuel Oil hizo que se mantuviera el penacho de contaminantes de manera intensa del 5 hasta el 11 de agosto de 2022, cuando los equipos lograron controlar el mismo.
Oscar García Martínez, delegado provincial del Citma en Matanzas, rememora aquellos primeros días del accidente y los meses posteriores en los que se efectuó un monitoreo de los recursos naturales, el cual permitió determinar la afectación a corto plazo.
“En un primer momento algunos parámetros de la calidad del aire dieron alterados. Aproximadamente al cabo del mes estos estaban en su estado normal. En el caso del suelo no se detectó anomalía en la composición química. En cuanto a las aguas, los ríos y los embalses fueron cubiertos con una especie de hollín, pero las bajas concentraciones no provocaron contaminación química”, asegura García Martínez.
Los campesinos de la zona del Valle del Yumurí nunca olvidarán la sustancia negruzca que cayó junto a la lluvia mientras transcurría el siniestro. Las hojas de las plantas y las sábanas recién tendidas estaban teñidas, anunciaban que algo estaba mal y les invadía la incertidumbre.
El muestreo realizado en aquel entonces demostró que esa coloración oscura se debe a las partículas en suspensión. Este fenómeno no comprometió la salud humana, tampoco los cultivos y la ganadería en el área.
El delegado destaca la pertinencia de una reciente investigación que arroja nuevas luces sobre el tema. Se trata del estudio efectuado por el MsC. José Norlan Peña Ojeda, especialista del Centro Meteorológico Provincial de Las Tunas, quien evaluó el impacto de la contaminación atmosférica generada por el incendio mediante el uso de la Teledetección Satelital.
Estas técnicas, específicamente la metodología propuesta por la Agencia de Satélites Europea (ESA) con la familia Centinela del programa Copernicus, proporcionaron información precisa y actualizada. Fueron utilizados los datos generados por los satélites Sentinel-2 y Sentinel-5P.
Con el empleo de estas herramientas se caracterizó el comportamiento del penacho de la pluma producto de las emisiones a la atmósfera, los niveles de concentraciones de dióxido de nitrógeno, así como el uso de composiciones de bandas y de índices espectrales.
García Martínez explica que el estudio revela afectaciones en la actividad fotosintética de las plantas, sin embargo no se apreciaron alteraciones morfológicas, o sea, la planta puede parecer enferma pero no se expresa morfológicamente, sigue su actividad normal.
En el artículo científico que ofrece una nueva valoración ambiental basada en ese estudio, un grupo de especialistas exponen los principales resultados a partir de la visualización y comparación de imágenes.
Los puntos más calientes en la columna de humo, su orientación y la magnitud del fuego en el área de ignición fueron determinados. La zona donde ocurrieron las deposiciones de cargas contaminantes abarca el Valle del Yumurí en Matanzas y los Arcos de Canasí en la provincia Mayabeque.
El informe precisa que con la lluvia ocurrida en lugares puntuales del norte de la región occidental, se arrastraron acidificantes, partículas de hollín y otros contaminantes hasta la superficie, de ahí que, al recoger el agua de lluvia, algunas personas observaran una tonalidad oscura dentro de los recipientes.
Al comparar vistas del 26 de junio y 23 de agosto de 2022, “en la fecha anterior al siniestro se observan coloraciones verdes, lo cual indica la no presencia de deposiciones oscuras, no siendo así en la imagen tomada posterior al incendio, lo que generó incertidumbre en el estado de la vegetación, o contaminación presente en el terreno”.
Los contaminantes son absorbidos principalmente por las plantas a través de sus hojas, donde es posible una pequeña penetración por los tallos y el tronco. La imagen captada el 23 de agosto en la zona comprendida entre los Arcos de Canasí y el Valle del Yumurí muestra el deterioro en la salud de las plantas al observarse tonalidades amarillentas. La deposición de contaminantes en la vegetación disminuye los efectos fotosintéticos.
Más adelante, en una imagen del 14 de julio de 2023 “las tonalidades de colores tienden al verde, lo que infiere una recuperación en la salud vegetal, teniendo en cuenta la propia recuperación de las plantas en el tiempo y los procesos de lluvia en la temporada húmeda en Cuba que permitieron limpiar la vegetación”.
Nuevos estudios como análisis químicos de la calidad del aire, las aguas y el suelo se desarrollarán a partir de septiembre según lo planificado para determinar alguna afectación en un plazo mayor.