Cuando se piensa en Frankentein, de manera casi instantánea la imagen que nos formamos hace alusión a una figura zombificada, sin emociones humanas y un tanto terrorífica. Uno, para bien o para mal, siempre crea expectativas sobre libros, personas o cualquier cosa capaz de adoptar cualidad. Al empezar a leer este volumen, es inevitable que persista dicho retrato, pero tanto la agradable pluma de la autora como la capacidad de identificarnos con el “monstruo” va desdibujando todo rastro del prejuicio.
Frankenstein es considerada la primera novela de ciencia ficción en la historia de la literatura. El término fue inventado en 1926 por el escritor Hugo Gernsback y se refiere a obras que utilizan avances científicos que podrían impactar al mundo. Fue escrita por Mary Shelley y publicada por primera vez en 1818, de manera anónima, mucho antes de que existiera esta definición. Posteriormente, en su segunda edición se incluyó el nombre de la escritora.
La inspiración para redactarla provino de un sueño que tuvo la autora; el relato se convirtió en un éxito inmediato y en la actualidad es una de esas historias que todos conocen, incluso sin haber leído el libro.
La historia sigue a un joven científico, quien, obsesionado con la idea de crear vida a partir de la materia inanimada, construye un ser humano artificial utilizando partes de cadáveres. Frankenstein es realmente el científico, por tanto la idea de que su creación monstruosa sea llamada por este nombre se popularizó a través de adaptaciones cinematográficas. Más que un cuento de horror, aborda los temores, la soledad existencial, la moral y la filosofía de la vida. Explora la dualidad de la humanidad, mostrando que una persona puede ser simultáneamente buena y mala.
El monstruo, nacido para ser rechazado por todo lo que deseaba, resulta conmovedor. ¿Quien es el verdadero culpable? ¿Un joven que en su ambición egoísta jamás se cuestionó las desgracias que traería tal experimento? ¿O un demonio que solo quería conocer el amor, y por su forma horrible era despreciado por la sociedad?
El libro se adelantó bastante a su tiempo, pues muchas de los temas a los que se refirió como actos de terror comenzaron a ocurrir en el siglo XX. Al mismo tiempo cabe ver el reflejo de las preocupaciones científicas de su época. Una vez se comienza a dudar del punto de vista autocompasivo del protagonista, sus acciones admiten una lectura realista. Ahora, desde nuestro criterio, la forma en que está escrito puede resultar aburrida, pues posee demasiada repetición y momentos de total quietud.
También suele mencionarse como una crítica de la experimentación científica desenfrenada. Los temas que planteó no han desaparecido, por ejemplo: ¿cuáles podrían ser las consecuencias de llevar la ciencia demasiado lejos?
200 años después de la publicación de Frankenstein, deberíamos recordar que lo escrito por los autores de ciencia ficción a menudo sucede. Arthur C. Clarke imaginó la realidad virtual en 1958, en una historia llamada La ciudad y las estrellas. Edward Bellamy previó las tarjetas de crédito en 1888, y Julio Verne un aterrizaje lunar en 1865. La ingeniería genética presentada en Un mundo feliz de Aldous Huxley en 1932, y el libro electrónico descrito por Stanislaw Lem en 1961, son otros ejemplos.
Frases de la novela
“Todos los jueces prefieren condenar a 10 inocentes antes de que se escape un culpable”.
“Las leyes humanas permiten que los culpables, por malvados que sean, hablen en defensa propia antes de ser condenados”.
“Aprenda cuánto más feliz es el hombre que considera su ciudad natal el centro del universo, que aquel que aspira a una mayor grandeza de la que le permite su naturaleza”.
“No es la apariencia de un ser lo que debe determinar la forma en que nos relacionamos con él”.
“Todo lo que hoy es malo fue antes bueno”.
“La ignorancia es la madre de todos los males”.
“Las palabras son un puente con elocuencia para conectar dos almas”.
“La humanidad es la única cosa que nos une como seres humanos”.
“No hay peor ignorante que el que rehúsa aprender”.
El contexto histórico en la obra
Cuando Mary Shelley comenzó a escribir esta novela, en Europa triunfaba la Revolución Industrial. La creación de la máquina a vapor por el ingeniero escocés James Watt dio paso a una nueva cultura de producción, en la que se promovía el uso racional de la tecnología.
La sociedad se desarrollaba de manera acelerada en todas las esferas, propiciando cambios significativos en la forma en que trabajaba, vivía y se relacionaba la gente.
De igual manera, a nivel científico, comenzaron a surgir investigaciones en torno a la electricidad. Además, en aquella época la cuestión anatómica estaba completamente aceptada y la práctica de la disección era común en los estudios. Se hablaba de los aportes de la biología y del Galvanismo, los cuales se encontraban en pleno auge. Estas innovaciones comenzaron a generar inquietud en algunos círculos, pues veían con temor la falta de responsabilidad en los experimentos y la necesidad de establecer límites éticos a la actividad científica.
Shelley toma para su obra varios de estos avances como punto de partida a la par que refleja las consecuencias de llevarlos demasiado lejos.
El período en el que se escribió Frankenstein es conocido como la era del Romanticismo, un movimiento artístico y literario que promovía la libertad creativa. Estaba caracterizado por tomar en cuenta los sentimientos sobre la razón, abarcando lo fantástico, lo sensible, lo onírico y lo nostálgico. Aunque la novela de Shelley inauguró la ciencia ficción, en su época fue parte de este movimiento. Sus descripciones bizarras, el exceso de sentimientos y el desenfrenado deseo de romper normas tan complejas como la vida o muerte, a través de la creación de un monstruo, son las vivas representaciones de esto.
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Sobre la autora
Nació el 30 de agosto de 1797 en Londres, hija del filósofo y escritor William Godwin y la feminista Mary Wollstonecraft, la cual murió en el parto. En 1801 su padre volvió a casarse, y ella generó una profunda amistad con su hermanastra Claire Clairmont.
Su educación fue encargada a una institutriz. Además, la biblioteca paterna se convirtió en una gran herramienta para desarrollar el pensamiento crítico y nutrir su necesidad de ficción. Durante su infancia pasó largos periodos de tiempo en Escocia, donde desarrolló su gusto por la escritura.
En 1814, a sus 16 años, en una de las cenas con alumnos de su padre, conoció al poeta romántico Percy Shelley. Aunque el joven estaba casado, comenzaron un romance y decidieron huir junto a su hermanastra Claire. Recorrieron varios lugares, hasta que lograron casarse en 1917, luego de que la mujer de Percy se suicidara. Tuvieron cuatro hijos, pero sólo sobrevivió uno de ellos.
El año 1816 ha pasado a la historia como el «año sin verano». La erupción del volcán Tambora, en Indonesia, liberó toneladas de polvo de azufre que se extendió por todo el planeta, casi 100.000 personas murieron. Los cielos de Europa se tornaron oscuros, y algunos anunciaron el fin del mundo: un ambiente perfecto para inspirar un relato gótico.
En aquel entonces se instalaron en una elegante mansión en Suiza la autora, su hermanastra y su marido, además del célebre escritor Lord Byron y su médico y secretario personal, John Polidori. A causa de la climatología se vieron obligados a quedarse largo tiempo encerrados en casa y se aficionaron a pasar las veladas leyendo relatos de terror.
También comentaban los avances de una ciencia que, por entonces, aún tenía un cierto tinte mágico. Les fascinaban en particular los experimentos científicos ligados a la electricidad, como los de Luigi Galvani, consistentes en mover las patas de una rana mediante una descarga eléctrica, así como las especulaciones de Erasmus Darwin sobre la posibilidad de devolver la vida a la materia muerta gracias a los impulsos eléctricos.
De esta forma, entre historias de fantasmas, experimentos y lecturas, el encierro fructificó generosamente. Un día Lord Byron propuso que cada miembro del grupo escribiera una historia de terror. Así se hizo, y el resultado fueron dos obras maestras de la literatura fantástica: El vampiro, de John Polidori y Frankenstein, de Mary Shelley.
La trágica muerte de su marido en un accidente de navegación en 1822, fue lo que la animó a dedicarse a la escritura, traducción y edición. Esto no fue solo porque debía mantenerse a sí misma y a su hijo, sino porque también buscaba difundir su legado artístico. Mary se negó sistemáticamente a contraer nuevo matrimonio, alegando que tras haberse casado con un genio solo podría casarse con otro.
Pasó el resto de sus días publicando diversos textos, entre los que destacan Matilda y los poemas The Last Man y Lodore. Shelley murió en Londres en 1851, a los 53 años, a causa de un tumor cerebral, dejando un legado literario duradero y un impacto significativo en la cultura popular. Tras su fallecimiento, cuando sus allegados revisaron sus pertenencias encontraron envuelto en seda el corazón del que había sido su esposo.
Curiosidades relacionadas con el libro
- Una de las cosas que más llama la atención es el subtítulo que la autora escogió para su obra (El Moderno Prometeo). Así, hace referencia al mito griego de Prometeo, el titán que le robó el fuego a los dioses y se lo entregó a los hombres. Fue gracias a esto que los seres humanos pudieron fundar una civilización. Entonces, puede entenderse a Prometeo como el «creador del hombre», por lo que se puede relacionar con Víctor Frankenstein.
- En Alemania existe un castillo llamado “El castillo de Frankenstein”, el cual se ha convertido en una atracción turística popular. Se cree que Mary Shelley se inspiró en este castillo para crear al personaje y la historia. Frankenstein es un nombre alemán que significa Piedra de los Francos. El historiador Radu Florescu afirmó que los Shelleys visitaron dicho lugar en un viaje. Mientras estaban allí, seguramente se enteraron acerca de la historia de un alquimista desequilibrado llamado Konrad Dippel, que solía vivir en el castillo. Este auténtico doctor Frankenstein profanaba tumbas y estaba obsesionado con trasplantar el alma. Intentaba crear un elixir, llamado Aceite de Dippel, que haría que las personas vivieran durante más de 100 años.
- A la madre de la autora se le atribuye la redacción del primer tratado feminista, titulado Vindicación de los derechos de la mujer (1792).
- En 2018, la novela cumplió su bicentenario de publicación y este se celebró con eventos y actividades en todo el mundo.
- No es curioso que Shelley nunca hablara de su héroe como un «científico». Y es que el término no existió hasta casi dos décadas después de la publicación del libro. El inglés William Whewell, un gran matemático y forjador de palabras, acuñó la palabra en 1833.
- Antes de que Mary Shelley empezara a escribir Frankenstein, dio a luz a una hija, Clara, que murió seis semanas después. Poco después de que muriese el bebé, escribió en su diario: «Sueño que mi pequeño bebé vuelve a la vida”. Esta circunstancia, al igual que el suicidio de su medio hermana, debieron contribuir a la novela.
- Al momento de su publicación, el libro recibió muy malas críticas, frases como «Qué tejido absurdo, horrible y repugnante presenta este trabajo», por John Crocker, le fueron atribuidas. Pese a los malos comentarios, las novelas góticas estaban de moda, y Frankenstein ganó muy pronto un gran número de lectores.
- Existe un término denominado «FrankenFood» para referirse a alimentos genéticamente modificados, el cual se usó por vez primera en 1989. De la Frankenfood surgieron posteriormente: Frankenfruit, Frankenplants y Frankenscience.
- El monstruo original es descrito con «cabello suelto, piel amarilla casi translúcida, ojos brillantes y labios negros»; y no verde, como popularizara el cine.
- Todos los involucrados en el concurso de escritura del cual surgió la novela murieron trágicamente.
- El síndrome de Frankenstein surge como el temor de que los descubrimientos científicos se vuelvan contra los seres humanos y, en última instancia, los hagan desaparecer. Refleja el miedo que la ciencia y la tecnología provocan en muchas personas.
- En Frankenstein, the man and the monster, Arthur Belefant expuso que algunas incoherencias de la novela podían revelar que, en realidad, el protagonista no consiguió hacer vivir a su experimento. El libro sería, en buena medida, un delirio de su narrador.
Películas y series inspiradas en la novela
La novela ha sido adaptada en numerosas películas, obras de teatro y programas de televisión, así como en cómics y videojuegos.
- En 1910, el productor Thomas Edison rodó una película de un rollo de 15 minutos de Frankenstein, convirtiéndose en una de las primeras películas de terror. El metraje se creía perdido hasta que fue redescubierto en la década de 1950. Esta película se estrenó originalmente el 18 de marzo de 1910.
- Frankenstein (1931).
- The Bride of Frankenstein (1935), una de las secuelas más famosas, sigue la historia del monstruo en busca de una compañera.
- Son of Frankenstein (1939).
- Young Frankenstein (1974), esta comedia dirigida por Mel Brooks es una parodia de las películas clásicas de monstruos.
- The Rocky Horror Picture Show (1975), esta película musical de culto se inspiró en Frankenstein y otras películas de monstruos para crear su propia extravagancia.
- Blade Runner (1982), esta película de ciencia ficción de Ridley Scott se inspiró en Frankenstein para explorar temas como la creación artificial y la identidad.
- Mary Shelley’s Frankenstein (1994), por Kenneth Branagh, nominada al Oscar.
- Penny Dreadful (2014-2016), esta serie de televisión británica de terror se inspiró en la literatura gótica clásica, para crear su propia mitología de monstruos y seres sobrenaturales.
- The Frankenstein Chronicles (2015-2017).
- Black Mirror (2011-actualidad), esta serie de televisión de ciencia ficción utiliza elementos de Frankenstein y otras obras clásicas para explorar temas como la tecnología, la identidad y la moralidad.
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