Un café con canela que “sabe a gloria bendita”, según Cristian Gorina, fue todo lo que hizo falta para pasar una tarde con él y que me contara, desde la comodidad de su hamaca, la historia de cómo inició su pasión por la fotografía.
«Cuando estaba en el pre sentía curiosidad por las cámaras y el cine. Mientras me descubría y averiguaba qué quería, casualmente vino de La Habana una amiga que había pasado un curso de modelaje y estaba haciendo unas sesiones de fotos de moda, allá en Unión de Reyes. Eso me llamó la atención, entonces le pedí que me dejara ser su ayudante y empecé a trabajar con ella.
«Mi primera sesión de fotos fue con su cámara. Ahí me enamoré más de la fotografía, tiré un montón de fotos sin saber mucho, pero milagrosamente casi siempre quedaban con una buena composición. Seguí aprendiendo con ella un tiempo más, hasta que decidí comprarme mi propia cámara, ¿pero de dónde la iba a sacar? si no tenía dinero. Se lo dije a mi mamá y a mi abuelo, pero nada: ¿qué cámara muchacho?, estudia.
«Le pedí ayuda a mi primo que vive en el exterior. Insistí y logré que me mandara el dinero. Me puse a buscar hasta que encontré una en buen precio que tenía dos baterías, un lente pobre, problemas en el enfoque automático y otro lente.
«Estuve los primeros días que le tiraba fotos a todo, después llegué a un punto en que quería más, quería crear algo. Hice las primeras fotos de desnudos femeninos, ya tenía referencias respecto a eso, mas fue mejor experimentarlo.
«En el concurso 35th Awards presenté tres imágenes y una avanzó, un retrato. Se compite en muchas categorías, yo quedé en el top 100 de Cuba, eso es un orgullo enorme para mí, ya que estaba empezando en ese momento. Planeo inscribirme en la próxima edición, ahora tengo más experiencia y más trabajos hechos.
«Me gusta participar en todos los concursos posibles para darle visibilidad a las fotografías, creo que ponerlas a la vista de profesionales, a la altura de una competición, es muy bueno. Después puedes ver tu evolución, compartir con personas más experimentadas.
«Actualmente estoy trabajando en una serie que se llama El pueblo de Malanga, para contar la historia de Unión de Reyes con fotografías. Es mi forma de crear conciencia para que las personas cuiden el pueblo, que tal parece un sitio fantasma pero posee mucha tradición y cultura. Allí nació Abelardo Estorino, uno de los dramaturgos más importantes de Cuba.
«Lo más relevante de la fotografía son esas historias: si ellas no sirven, las fotos tampoco. Es destacar un interés por algo o alguien, que a lo mejor muchos pasan por alto. Si ves un rostro demacrado, hambriento, sudado… esa expresión está hablando sin hablar, estás mirando el rostro de una persona, analizando y sacando tus conclusiones.
«La fotografía de moda y el desnudo son algo más bien estético. Amo a las mujeres, su belleza. La primera serie que hice tenía como objetivo mostrar que cada una es hermosa a su forma, quería que perdieran sus inhibiciones y se sintieran divinas, que no se preocuparan por el tamaño de su cintura, por si tenían celulitis o estrías.
«Me gusta romper esos estereotipos. Al final, hoy en día todo se basa en lo que vemos en las redes, a veces no somos nosotros mismos sino esas cosas que vemos, creo que eso es algo que hay que cambiar. Ser un poco más naturales.
«La fotografía es como tener un superpoder, la posibilidad de inmortalizar un momento. A la vez que vas perfeccionando esa capacidad adquieres otra en la que ya captas lo que tú quieres, se trata de capturar algo con los ojos, hacer de la cámara parte de tu cuerpo. Eso es lo que me he propuesto hasta ahora, mostrar algo tal como lo veo.
«Muchas veces disparas y no te quedas satisfecho. La ventaja de la fotografía digital es que te ofrece la oportunidad de repetir, con la fotografía analógica no es así. Por eso me gustaría empezar a practicarla, no lo he hecho por falta de recursos.
«Las fotos quedan muy buenas y es un reto porque hay un límite de oportunidades, tienes que jugártela. Se puede lograr la perfección si tú te sientes seguro de lo que estás haciendo, tienes que conocer mucho la cámara. Con la digital yo le hago un montón de fotos a una planta, por ejemplo, buscando la perfección, así cualquiera.
«Aprendí mucho del trabajo de Helmut Newton, él me inspira. Era un fotógrafo alemán que hacía desnudos y fotografía de moda. Me gusta evocar su estilo, es muy fresco y sensual. Su filosofía se basaba en crear para las personas, pero desde su perspectiva. Para mí eso significa que, si me gusta lo que hago, si yo me siento bien con ello, pa’ alante el carro.
«Otra referencia que tengo es el estadounidense Eugene Smith. Era una bestia, reconocido sobre todo por el caso de Minamata. Logró mostrar al mundo con sus fotos cómo los vertidos de la empresa Chisso contaminaban las aguas de una ciudad haciendo que la gente se enfermara y muriera.
«A partir de ahí me di cuenta de la importancia de la fotografía en aquel tiempo y también hoy en día. Ni siquiera la inteligencia artificial la va a suplantar, porque no creo que pueda capturar un momento emotivo, una mirada o contar una historia. Trato de trabajarla desde lo más natural posible, por eso utilizo muy poco Photoshop. Los fotógrafos de antes no lo utilizaban, trabajaban con cámaras analógicas y sus fotos eran la realidad, lo que había.
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«Yo avancé sin la tutoría de nadie, todo me lo fui autogestionando por mi cuenta. Seguí buscando mi propio estilo, es un proceso que va a seguir evolucionando porque uno constantemente crece y experimenta. Para mí lo fundamental en el arte es ese crecimiento, si tú te estancas como artista o creador tu obra muere, es lo que pasa a veces con algunos fotógrafos: hacen las mismas fotos, a los mismos vagabundos, a los mismos sitios, sin buscar una perspectiva diferente.
«Quizás, esas mismas cosas puedan ser contadas desde otra perspectiva para que tu trabajo no le resulte aburrido a quienes lo vean. Eso es lo que intento hacer: tratar de usar la otra cara de la moneda, así empecé a descubrirme y a hacer proyectos, hasta el sol de hoy».
(Por: Leysi Álvarez Fernández)