Ficha técnica:
Título original: Spider-Man: Across the Spider-Verse
Año: 2023
Nacionalidad: Estados Unidos
Dirección: Joaquim Dos Santos, Kemp Powers, Justin Thompson
Guión: David Callaham
Banda sonora: Daniel Pemberton
Reparto: Shameik Moore, Hailee Steinfeld, Oscar Isaac, Jake Johnson, Lauren Vélez, Brian Tyree Henry, Jason Schwartzman, Daniel Kaluuya, Issa Rae, Shea Whigham, Mahershala Ali
Debo decir, ante todo, por qué me gusta esta película: su animación es de las más deslumbrantes que he visto. Sin más, no vale la pena jugar a desenredar una trama que a priori entiendo menos de lo que disfruto su desarrollo, ni abordar con interés relativo las problemáticas emocionales de dos seres como Miles y Gwen cuando me deslumbro con lo bien que las expresan en esos ojos, gestos, voces e impulsos tan vivos; no hallo novedosa ni referencialmente buena la estructura del edificio, pero sí admirable cómo se contempla desde fuera y, sobre todo, cómo es su aspecto, y no el mobiliario, lo que más apela a la emotividad.
La textura deliciosa con que se mueve un objeto o personaje en pantalla sin importar la velocidad, los envolventes tonos de colores, la pasmosa traslación al dibujo de cualquier ademán en live action, el desafío perenne al tiempo, al espacio y a la gravedad… Ese es el auténtico tesoro, el hallazgo mayor de un relato sobre conflictos adolescentes en clave de ciencia ficción que, aunque lo pretenda, narrativamente no me resulta tan trascendente como esperaba. Normalmente, una continuación ambiciosa suele tentarnos a sustituir el placer inicial, que recordamos a veces confusamente, por la expectativa irreversible hacia una mejor obra: cuando lo logra, la sensación resultante es que no cabía esperar cosa diferente; si bien cuando fracasa la tentativa, se pasa inmediatamente a ensalzar la original y directamente a olvidar determinados logros y apartados artísticos rescatables del fallido regreso a la franquicia en cuestión.
En la estela de secuelas oscurecidas a la que pertenecen El Imperio contraataca o El caballero oscuro, esas que con su mera existencia arrastran tanto debate acerca de si son mejores o no que sus respectivas primeras partes, se suma este intento tan curioso de superar a Spider-Man: Un nuevo universo (2018). Lo es, pues me transmite pretenciosidad y parafernalia, a diferencia del anterior triunfo animado.
Materialmente asistimos a un prodigio de esta forma de cine con tantas escuelas y etapas, a una reafirmación de calidad en estado de contagioso alarde creativo y generación continua de asombros, con una fuerza comparable a la de las obras cuya influencia no se hace de rogar a pocos años de su llegada. En lo interno, en el lado algo sentimental y hondamente espiritual que queda en todo fan de los superhéroes capaz de darle la oportunidad a uno nuevo en años tan aciagos para el género, A través del Spider-Verso no se sitúa entre mis experiencias más amadas junto al mítico arácnido y sus derivados.
La atracción, que es innegable por otra parte, ejercida en mí por esta película no se corresponde con la inmersión que viví durante la aventura iniciática de Miles Morales. Lo que en aquella resultaba complejo pero, a la vez, fácil de asimilar para un espectador dispuesto a dejar tomarse el pelo con tal de disfrutar de una sucesión cinética de maravilla visual, aquí se torna una trama enrevesada hasta decir basta a medida que las imágenes se superan de escena a escena en cuanto a sofisticación. Quizás algún día la prefiera, sobre todo cuando contemple esta reciente saga en su conjunto sin pedirle el tono ameno que la original sí me ofrece, pues sospecho que será muy difícil simplificar el lenguaje que adopte la tercera ya anunciada, existiendo un precedente inmediato tan ineludible como este en términos de esquematización canónica y estilística.
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De momento, la impresión que poseo de A través del Spider-Verso es una aceptable combinación entre más de lo mismo y lo nunca antes visto. En una epopeya tan atractiva, tan rica desde lo óptico y excitante en su convergencia de estilos, que tal vez tomarse demasiado en serio el argumento haya estado de más, pues no son necesarios la solemnidad ni el efectismo para que uno se quede deslumbrado, perplejo, durante una función que incluye cúspides artesanales como la persecución aérea que padece el protagonista en el tramo crucial del film; lo cual no niega el valor oportuno de conocer más y mejor a los personajes repitentes, oportunidad desarrollada de forma intercalada, a trompicones entre las abundantes concesiones al espectáculo maximizado.
Faltó poco para que los creadores alcanzaran el cielo establecido por ese tipo de animación a lo Akira, a lo Ghost in the Shell, a lo Shinkai. Puede que para satisfacerme en ese sentido no hiciera falta una historia diferente, sino una mejor y más clara manera de contarla. Al contrario de lo que me sucede con los bloques intermedios de acción, más asequibles según los parámetros predominantes de montaje, no me acostumbro del todo a ese ritmo frenético en que se exponen dinámicas entre los caracteres y aspectos consistentes de las historias en muchos productos de hoy.
Cuando la agilidad y la profundidad se dan la mano, se evita la caída desde una altura de rascacielos al pozo del desconcierto. Pero, reitero, lo desconcertante de cómo se obtuvo semejante apoteosis animada supera todo requerimiento lógico, reflexivo o argumental. Cierto pulso tembloroso en A través del Spider-Verso traza un camino, a través del difuso cine futuro, que parece conducir a un destino más luminoso que el final de la película.