Hablar de las mejores novelas de la literatura en castellano del siglo XX es hacer mención, sin lugar a dudas, a La casa de los espíritus de Isabel Allende. Este libro vio sus inicios a modo de carta, particularmente una que escribió la autora a un abuelo con la intención de contar la historia familiar. No sabía entonces que al año siguiente, en 1982, resultaría un gran éxito de ventas a pesar de ser su primera obra publicada.
La historia narra la vida de una familia latinoamericana a lo largo de cuatro generaciones, en una época de cambios políticos y económicos marcada por el machismo, hilada por fuertes personajes femeninos que siempre cargan sobre sus hombros con el peso de los numerosos tormentos y prejuicios que les rodean.
Está contado desde varias perspectivas narrativas y saltos temporales, con voz principal de un narrador omnisciente que conoce psicológicamente y sabe analizar los sentimientos, vivencias e inquietudes de todos los personajes. Por otro lado, Esteban Trueba nos cuenta cómo percibe lo que acontece desde sus ojos.
Este último resulta un personaje complejo con muchos matices y un profundo desarrollo: de ser un niño que vivió muchas privaciones, pasó a ser un hombre rico, poderoso y abusivo. Sus costumbres arcaicas y mentalidad de macho alfa chocaban constantemente con los pensamientos liberales de las mujeres a su alrededor.
Clara, definitivamente el pilar del libro, vivía enajenada a los sucesos terrenales y poseía un alto grado de espiritualidad. Otros personajes como Blanca, que se debate entre las vicisitudes del amor, y Férula, que representa la mujer consignada al hogar, adoptan posturas menos protagónicas, aunque interesantes.
Presenciamos la evolución femenina desde Nivea hasta Alba, punto culminante donde se reflejan las nuevas generaciones de mujeres emancipadas e intelectuales. Pero por encima de los seres de carne y hueso se dejan ver los verdaderos protagonistas de la historia: el amor, los conflictos políticos y los estereotipos sociales.
La trama se desarrolla entre dos espacios contrapuestos; por un lado, un entorno campestre y rural símbolo de libertad, desorden e incluso barbarie; y por otro, una casa de ciudad, muestra de civilización, con todos los tópicos derivados. Se abordan temas como la lucha de clases, la polarización de la sociedad, la desigualdad entre hombres y mujeres, la religión, las relaciones familiares e incluso la muerte.
Muchos consideran esta novela un roman a clef, o «novela en clave», pues permite establecer semejanzas entre los personajes y sucesos ficticios con algunos de la realidad. Ejemplos de lo anterior son: Alba, reflejo de la propia autora; El Candidato, encarna la figura de Salvador Allende (tío de la escritora y primer presidente marxista elegido democráticamente); Pedro García Tercero, inspirado en el cantautor Víctor Jara; y El Poeta, derivado de Pablo Neruda (el poeta chileno).
Dado que el contexto histórico es vital para entender la acción de la novela, resulta curioso que Isabel Allende nunca llegara a mencionar el nombre del lugar donde se desarrolla. Aunque varios indicios dejan en entrevisto que escribe sobre Chile, este mismo escenario puede hacerse valer en múltiples regiones de América Latina.
Al comienzo de la historia encontramos un marcado “Realismo Mágico”, que con el transcurrir de las páginas da paso a un carácter histórico. El Realismo Mágico es una forma de entender la realidad propia de Hispanoamérica, que mezcla el reflejo de lo cotidiano con la presencia de lo maravilloso. Como ha dicho alguien, este estilo no pretende hacer real lo mágico, sino tratar la realidad como mágica.
La obra se ha convertido en un clásico de la literatura contemporánea, y es comúnmente estudiada en escuelas y universidades de todo el mundo. Continúa siendo relevante hoy en día, pues realiza una dura crítica al modelo patriarcal capitalista y al machismo imperante en Latinoamérica, con variadas rutas de definición de la mujer y sus papeles.
Ciertamente un libro indispensable, sobre todo para las mujeres o para los curiosos que buscan nuevos puntos de vista. No te prives de esta lectura que se debate entre un tono dulce y cruel, y logra una mezcla equilibrada de la fantasía con la más cruda realidad.
Aún así no se debe pasar por alto la inmensa semejanza que existe entre la presente obra y la famosísima novela de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, la cual ejerció una gran influencia sobre la técnica narrativa, el argumento y el universo simbólico de esta obra hasta el punto de considerarla una «reescritura chilena» de la novela colombiana.
Sobre la autora
Isabel Allende es una escritora y periodista nacida en Lima, Perú, en 1942. Hija de un diplomático que le inculcó su afición por las letras, se sitúa en lo que muchos críticos literarios denominan «Post boom», movimiento que le siguió al “Boom”, el cual fue tendencia en la literatura hispanoamericana de los años 60, caracterizado por un cambio en las formas narrativas y el uso del llamado Realismo Mágico. A este movimiento están vinculados ilustres nombres como Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Juan Rulfo y Gabriel García Márquez.
Cargó con una vida plagada de vicisitudes, desde la muerte de su hija Paula, por una enfermedad a sus tan solo 28 años, hasta el golpe de Estado efectuado a su tío Salvador Allende.
Sus novelas circulan masivamente en el mercado editorial y la han posicionado en los primeros lugares de los rankings de ventas internacionales. En su obra, Isabel Allende aborda temáticas relativas a la mujer, la memoria, el imaginario latinoamericano y su historia, principalmente por medio de la novela, entre las que se destacan: Eva Luna (1987), El plan infinito (1991), Paula (1994), Afrodita (1998), Hija de la fortuna (1999), Retrato en sepia (2000) y el libro de memorias Mi país inventado (2003).
En 2010 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura, después de 28 años de ser premiados varones únicamente. La elección no estuvo exenta de polémica entre quienes defienden la calidad de literata de Allende y quienes la critican por comercial. El premio consistió en 32 000 dólares y en 1 400 dólares mensuales de por vida. Este homenaje sólo se ha otorgado a tres mujeres anteriormente: Gabriela Mistral, Marta Brunet y Marcela Paz.
Frases de La casa de los espíritus:
«La verdad es la única revolución que vale la pena luchar».
«El odio es como un animal salvaje que se alimenta de sí mismo y destruye todo lo que lo rodea».
«El destino no es una cuestión de oportunidad, es una cuestión de elección. No es algo que se espera, es algo que se logra».
«La vida es corta, pero las emociones que podemos dejar duran una eternidad».
«La justicia no es ciega, está cegada por la corrupción y la falta de humanidad».
«La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado».
«La soledad es el precio que debemos pagar por ser nosotros mismos».
«El poder no corrompe a los hombres; son los hombres los que corrompen el poder».
«La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo».
«Comprendió que se estaba muriendo en vida porque para él la libertad era más importante que el amor».
«La guerra es la obra de arte de los militares, la coronación de su formación, el broche dorado de su profesión. No han sido creados para brillar en la paz».
«Tenía la idea de que al poner nombre a los problemas, estos se materializan y ya no es posible ignorarlos; en cambio, si se mantienen en el limbo de las palabras no dichas, pueden desaparecer solos, con el transcurso del tiempo».
«Pero en la universidad, la política era ineludible (…), descubrió el atractivo de las noches insomnes en un café, hablando de los cambios que necesitaba el mundo, y contagiándose unos a otros con la pasión de las ideas».
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Curiosidades sobre la obra
«La casa de los espíritus» fue un gran éxito de ventas y ha sido traducida a más de 30 idiomas. La novela también fue adaptada al cine en 1993, con la dirección del danés Bille August y las actuaciones de Meryl Streep, Glenn Close, Jeremy Irons y Antonio Banderas.
Este libro Allende comenzó a escribirlo un 8 de enero, y tal resultó su éxito que por superstición la propia autora confiesa que suele comenzar sus novelas un 8 de enero, para renovar la suerte de la primera.
Algunos de los nombres de los personajes femeninos tienen algo en común: pueden ser sinónimos. Nos estamos refiriendo a Blanca, Clara, Nívea y Alba.
(Por María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause)