En la memorable velada del ya lejano octubre de 1967, al usar de la palabra el Comandante en Jefe Fidel Castro pronosticó el fracaso de los enemigos por borrar la huella y el legado de Ernesto Che Guevara al expresar:
“Y ante la historia, los hombres que actúan como él, los hombres que lo hacen todo y lo dan todo por la causa de los humildes, cada día que pasa se agigantan, cada día que pasa se adentran más profundamente en el corazón del pueblo…”
Al argentino cubano se le recuerda este 14 de junio, día del aniversario 95 de su natalicio, y en el quehacer cotidiano por su extraordinaria dimensión humana y revolucionaria, y aunque tal pareciera que semeja más una leyenda que la vida real de un individuo fue, sin dudas, un héroe de carne y hueso que transcendió por sus acciones.
Como caballero andante recorrió en moto, junto a su amigo Alberto Granados, los países de Latinoamérica, travesía que afianzó sus ideales humanistas y revolucionarios.
Desde los 10 años se había identificado con la obra cumbre de Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, a quien lo unió esa bondad y desprendimiento por ayudar a los más necesitados.
Sobre esa etapa de su vida, dijo pasados los años, el 19 de agosto de 1960 en La Habana, al iniciarse un curso en el Ministerio de Salud Pública:
“Después de recibido, por circunstancias especiales y quizá también por mi carácter, empecé a viajar por América y la conocí entera [….] Y por las condiciones en que viajé, primero como estudiante y después como médico, empecé a entrar en estrecho contacto con la miseria, con el hambre, con las enfermedades, con la incapacidad de curar a un hijo por falta de medios, con el embrutecimiento que provocan el hambre y el castigo continuo, hasta hacer que para un padre perder a un hijo sea un accidente sin importancia, como sucede muchas veces en las clases golpeadas de nuestra patria americana; y empecé a ver que había cosas que, en aquel momento me parecieron casi tan importantes como ser un investigador famoso o como hacer un aporte sustancial a la ciencia médica; y era ayudar a esa gente.
Durante ese recorrido, el médico Guevara de la Serna y su amigo Granados, estuvieron junto a pacientes de lepra en leprosorios de Lima y San Paulo, a quienes trató con consideración y manifestó el deseo de poner sus conocimientos al servicio de los enfermos por más contagiosa que fuera esa dolencia.
Del Guerrillero Heroico se dice que tanto en ese peregrinar por América Latina, como en la época de la lucha insurreccional en la Sierra Maestra, en su desempeño como guerrillero y a su vez como médico en El Congo, o en las selvas bolivianas reafirmó su deseo de ayudar a los más necesitados y defendió los derechos del pobre, del negro y del indio.
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Su concepción ética destacaba algunas cuestiones como la sensibilidad ante los problemas, la modestia, la sencillez, la solidaridad, la inconformidad ante lo mal hecho, la intransigencia contra la injusticia y el formalismo.
En el aniversario 95 del natalicio del Comandante Ernesto Che Guevara recordamos cómo conjugaba su pasión revolucionaria con el amor a su familia, a sus hijos, el aprecio a los compañeros de lucha, su humor cáustico, la forma de decir la verdad, su fidelidad a la Revolución. (Jorge Wejebe Cobo, ACN)