Emilias, de la directora Rocío Rodríguez con El Mirón Cubano, grupo organizador de la XII Jornada de Teatro Callejero Matanzas 2023. Función en la Plaza de la Vigía y en el portal del Teatro Sauto, Matanzas, Cuba. Foto: Sergio Jesús Martínez
Se dice Callejero y se dice Matanzas. Es la tradición, reciente pero intensa, de reunirse allí cada dos años en el evento fundado por Albio Paz, «Pancho» Rodríguez y Mercedes Fernández. Ella continúa cual la gran organizadora que es. A ellos, directores artísticos y generales de El Mirón en sus respectivas etapas, pudimos rememorarlos en las exposiciones fotográficas «30 años de El Mirón Cubano en las calles» y «Francisco Rodríguez: una travesía teatral en varios actos», completos testimonios del quijotesco itinerario por conquistar el espacio público con el teatro.
¡Y vaya si lo lograron entonces y ahora! Fue el signo distintivo de esta duodécima edición de la Jornada de Teatro Callejero 2023, entre el 12 y el 16 de abril pasado. Parecía imposible entre crisis energética y de combustible en Cuba, pero el evento viró la ciudad al revés en el momento en que más lo necesitaban las personas.
Sin esperarlo, el transeúnte se convertía en espectador de puestas y performances que asaltaban parques, plazuelas o la calle misma en sitios peatonales. El arte divirtió, hizo olvidar problemas cotidianos, repartió críticas y afirmaciones, iluminó días y noches con imágenes y colores inusuales.
Matanzas resultó un hervidero cultural. La trama del Callejero se desbordó mucho más allá de su línea central de programación, que comentaré en una próxima entrega. Tertulias en la Uneac, la Camerata en la Sala White, poesía, libros y música al aire libre en el Concilio de las aguas, animado por Alfredo Zaldívar.
Funciones complementarias en las salas teatrales de Papalote, Las Estaciones, el Café Biscuit y hasta en una vivienda en la que precisa nuevas ambiciones en el teatro de objetos el equipo de I want, conducido por María Laura Germán. O en la Estación de Bomberos una hermosa función de Luz, espectáculo de Osvaldo Doimeadiós con su Nave Oficio de Isla, nacido de la poesía de Sigfredo Ariel.
El circo La Rueda también se prodigó por las calles de la urbe, como las compañías Danza Espiral y Novadanza, al igual que el payaso Leleque, creación del invitado argentino residente en Colombia, Leandro Gabriel Pérez. Y las estatuas vivientes, con la guía de Susana Gil y Oly Isaac, director artístico de la carrera (competencia), volvieron a habitar la Plaza de la Vigía, mientras allí mismo, en una esquina, el dúo estadounidense de Kim y Stan Dotson animaba la Clown descarga.
La música sonó por toda la ciudad de los puentes. Teatro sobre el camino, de Santa Clara, propuso el Concierto Primavera, protagonizado por la joven Yaily Orozco con sus canciones para la niñez. Y llegaron, además, conciertos de Liuba María Hevia, de Frank Delgado en el imponente Teatro Sauto, de 160 años ya; de Tony Ávila en la terraza del Mirón. Más un «duelo» en el Parque de La Libertad entre la Banda de Conciertos de Boyeros, de Daya Aceituno, y la Banda de Conciertos de Matanzas.
En medio de la dureza actual, la XII Jornada de Teatro Callejero corroboró a la cultura como horizonte vivo de afirmación por Cuba.