María Eugenia Romero: la madre de los niños Maravillas

María Eugenia es una persona enfocada en la realidad de la vida, que no miente, espontánea. Foto: De la autora.

María Eugenia es una persona enfocada en la realidad de la vida, que no miente, espontánea. Foto: De la autora.

María Eugenia Romero García se define, ante todo, como amiga, madre, abuela, cubana, matancera. Es una persona enfocada en la realidad de la vida, que no miente, espontánea, un ejemplo de mujer fuerte, entregada, que ama el trabajo con los niños y que brinda su corazón. 

En los momentos más difíciles, esos en que se demuestra cuán solidarios somos, ha estado al lado de quienes han necesitado apoyo. Así ha sido su vida, desde su crianza en una familia de escasos recursos. Poco a poco empezó a superarse, a hacer por los demás, y descubrió que su verdadera misión consistía en trabajar en unidad, en equipo, en articulación: en esa manera de darse las manos, de brindar el corazón, de entregarse con voluntad.

Natural de Cárdenas, apenas culminó el sexto grado, optó por formarse como maestra primaria y con 16 años comenzó su servicio social en Camagüey. Sin embargo, regresó a la provincia, específicamente al municipio Jovellanos, donde trabajó de cerca con infantes del internado Tania La Guerrillera. Allí reconoció la vulnerabilidad de algunos estudiantes y descubrió, en ese momento, su pasión en la vida: apoyar a niños, adolescentes y jóvenes para convertirlos en personas de bien.

“Luego de mi estancia en Jovellanos me trasladé a Matanzas con mi bebé, y la escuela José María Heredia me abrió las puertas. Más tarde lo hizo la UJC y allí pude, desde mi cargo como presidenta municipal de los pioneros, realizar actividades que realmente contribuyeran en la formación de los pequeños.

“Quizá por este empeño recibo un llamado del Comité Municipal del Partido con la propuesta de trabajar con ellos. La rechacé porque consideraba que podía ser más útil desde otros escenarios. Finalmente, en 1998 me proponen unirme al equipo que atendía ciencia y técnica en el Gobierno Municipal. Acepté el reto y me vinculé con investigadores, científicos y obreros, es una etapa que recuerdo con mucho agrado.

“Durante estos 25 años allí, he sido secretaria del núcleo del partido, del sindicato, y hoy poseo el símbolo y medalla de la ciudad de Matanzas, la distinción de Hija Destacada de Cárdenas y las medallas 23 de Agosto y 28 de Septiembre. Soy miembro de la Uneac; este es un reconocimiento importante porque me considero líder de barrio, y estar junto a tantas personalidades es todo un privilegio”.


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MARAVILLAS DE LA INFANCIA: CULTIVADOR DE SUEÑOS

“Me considero una mujer de acción y quizá fue lo que les agradó a los vecinos del barrio de Simpson, que me seleccionaron como su presidenta del CDR. Más tarde fui escogida como delegada del Poder Popular.

“En ese instante comenzó mi trabajo comunitario de manera consciente, y logré reunir a los líderes formales e informales para trabajar juntos, con el objetivo de mejorar la comunidad y que se escucharan nuestras inquietudes. Precisamente allí nació Maravillas de la infancia: cultivador de sueños, que está próximo a cumplir 22 años.

“Este proyecto muestra mi capacidad para hacer frente a cualquier barrera. Actualmente ostenta el Premio Nacional del Barrio, el de Cultura Comunitaria, y ha sido reconocido por el Citma y otras instituciones y organismos.

“En Maravillas, más que artistas formamos personas de bien. Tenemos niños con autismo, con retardo en el lenguaje y el aprendizaje, con problemas de obesidad, familias disfuncionales; otros llegaron frustrados por no entrar a la escuela de arte, pero ahora son felices porque se presentan en cualquier escenario a bailar, cantar o actuar. Si tuviera que definir con una palabra a Maravillas de la infancia, sería inclusión.

“Además, me llena de orgullo que muchos de los que trabajan en el proyecto fueron estudiantes míos. Tengo graduados en Medicina, Derecho, Educación Artística, Economía, que crecieron con Maravillas, se convirtieron en profesionales y contribuyen a la formación de otros que como ellos llegan llenos de aspiraciones.

“Con Maravillas de la infancia tengo miles de experiencias, desde participar en congresos y talleres nacionales e internacionales, hasta ser invitada por una organización no gubernamental norteamericana, para vincularme con líderes comunitarios en el Bronx”. 

MARÍA EUGENIA

“No soporto la altanería, la autosuficiencia, que las personas repitan lo que está escrito en un papel sin saber o sentir lo que dicen. Vivo a plenitud, me encanta viajar y asistir a todo tipo de eventos. Soy defensora de la sencillez.

“Mi hijo más chiquito me dice que no quiere verme vieja, para que no deje de ser como soy. Yo le digo que seguiré siendo la misma, incluso mejor, porque será una vejez con mucha experiencia, ayudando a los jóvenes y pensando que algo no resultó, pero puede hacerlo de otra manera. A la vida le reprocho perder a mi madre tan joven, porque la María Eugenia en la que me convertí se lo debo a ella, que fue madre y padre; pero soy una mujer feliz”.

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Sobre el autor: Arletis Arango Oña

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