Mientras casi se rostizaba en el suelo, veía a sus padres desesperados como buscando auxilio a su derredor, no sin antes emitir cuanto chillido se conozca. Inmediatamente las llamas que devoraban cada centímetro de suelo se vieron limitadas por la lluvia de hombres que acudían a extinguir lo que otros hombres con saña habían iniciado apenas unas horas antes.
Por suerte la noticia de uno de los tantos incendios forestales que se reportan por estas fechas en la Ciénaga de Zapata llegó temprano a la oficina que gestiona las áreas protegidas. El obrero – conservacionista, sagaz y oportuno – pudo llegar a tiempo para salvar el bello nido de una joya de nuestra avifauna: el Camao, pero ya las llamas habían eliminado muchísimas vidas a su paso, una muestra lo era la cantidad de moluscos terrestres que yacían sobre el suelo cubierto de cenizas. No hubo plantas que resistieran las altas temperaturas, plantas que antes servían de refugio y alimentación a varias especies de animales muy útiles a su vez al ser humano, inclusive al o los mismos que iniciaron este incendio, porque sin dudas fue un incendio provocado.
Mientras la Amazonía, el “pulmón del planeta” como algunos llaman, sigue siendo noticia por la terrible masa forestal que se pierde cada día a causa de los incendios también intencionados, nuestro “pequeñito pulmón”, las áreas forestales cubanas, en especial la Reserva de Biosfera Ciénaga de Zapata, sufre con frecuencia de afecciones a pequeña o mediana escala, que en conjunto tributan a la pérdida de vidas, al incremento de gases nocivos y a la erosión de los suelos.
Todavía no comprendo con claridad al ser humano que para lograr “sobrevivir” termina provocando su propia extinción: primero la de sus fuentes de alimento y la contaminación de abastos de agua. Algo como “vamos a comer hoy y saciarnos la sed a cualquier costo, ya veremos mañana” es lo que interpreto de esas absurdas acciones.
Cuánta indolencia, cuánta ignorancia de los que piensan que estos incendios suceden de forma natural o espontánea cuando ciertos fenómenos asociados al clima provocan las primeras chispas. Es un deber ciudadano y responsabilidad primera para los decisores ir a las causas que generan estos problemas de gran magnitud; estudiar a profundidad hasta modificarlas, hasta revertirlas. ¡Inclusión!, esta es una palabra que genera temores tan pronto brota de nuestras bocas; lo prohibido nunca ha sido bálsamo para rectificar, cambiar comportamientos; todo lo contrario, lo prohibido es deseado, es objeto de desafío. Cuando hablamos de inclusión, referimos creación de capacidades, oportunidades para los que acá vivimos ¡ Es una necesidad impostergable!
Mientras las últimas llamas desaparecen, envueltos entre el vapor de las cenizas, sin almorzar aun siendo las 2:00 pm, los obreros se recuestan por unos escasos minutos mientras el chofer del carro cisterna maniobra para salir de tanta muerte.
(Por: Lic.Yoandy Bonachea Luis)