Nada resulta más inquietante que el silencio en un central en plena zafra azucarera. En ese mutis involuntario se ha visto inmerso la industria del Mario Muñoz, en Los Arabos, por más de 72 horas. En honor a la verdad, la reciente parada se suma a tantas otras que durante la actual campaña han puesto en jaque el rendimiento industrial del coloso por las incontables roturas.
Para colmo de males, en esta contienda se han presenciado desperfectos poco comunes que despertarían la sospecha de cualquier persona supersticiosa, ya que en casi cuatro décadas de fundado el Muñoz, nadie recuerda haber presenciado fragmentarse el eje del segundo juego de cuchillas en pedazos, como si fuera papel. Las explicaciones apegadas al raciocinio hablarán de los bruscos cambios de temperaturas, pero algunos siempre llevan consigo esa necesidad de buscar otras razones ajenas al reino de la razón.
Sobre todo cuando en una zafra pocas cosas salen bien, como le ha sucedido a esta industria desde que se escuchara el pitazo inicial el 21 de diciembre. Las paradas continuas la han rezagado de tal manera que le debe al plan casi 10 000 toneladas de azúcar, comprometiendo severamente el cumplimento de la provincia.
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Orlando Vandrel Cuello, director de Coordinación y Supervisión del Grupo Azucarero Azcuba, reconoce que la inestabilidad en la molida de la fábrica los coloca en una situación muy difícil.
A la rotura del eje de las cuchillas se suman otras dificultades en varios equipos tecnológicos que representan la ruta crítica del ingenio, como el área de molinos, los compresores y la bomba que alimenta a las calderas.
Ante semejante problemática, los directivos de Azcuba tomaron la decisión de realizar una parada de 72 horas para acometer las labores de reparación, que abarcaron otras correspondientes al mantenimiento del interior de la planta.
EL REGRESO DEL RUIDO
Uno de los obreros que no cree en fuerzas oscuras, sino en la que logra ejercer con sus brazos, es el joven Leylionar Medina de la Oz, mecánico principal del basculador, y que desde hace 48 horas permanece junto al juego de cuchillas sin apartarse apenas. El aditamento más pequeño pesa 27 kilogramos, y él los toma en sus manos sin que en su rostro se logre apreciar un gesto que denote esfuerzo físico.
En casa, su esposa, próxima a dar a luz, le espera con ansias, pero Medina sabe que de su pericia y entrega depende que los resultados comiencen a favorecer a los trabajadores y se borre de una vez ese sabor amargo que se ha adueñado del entorno.
“Las labores que demorarían varios meses las realizamos en pocos días”, comenta Jorge Pablo Santana, director general de la empresa Mario Muñoz, quien intenta insuflar optimismo en su colectivo, más ahora que llegó un equipo fundamental por el que aguardaban hace casi cinco años: la bomba que alimenta las calderas.
Todos recuerdan que en la zafra anterior este aditamento fue el causante de una interrupción que duró casi 48 días. Con esa propia bomba iniciaron la actual molienda “encomendándose a la providencia”, pero en cuestiones de equipos tecnológicos vale más apelar a la ciencia y al conocimiento de los hombres. Y, por supuesto, al financiamiento, ya que gracias al desembolso de una cuantiosa suma llegó el esperado equipo desde Alemania y en cuestión de días lograron montarlo con la presencia de un especialista europeo.
La bomba de alimentar caldera reluce por su color azul y desde el pasado lunes lograron sincronizarla, provocando que el ruido estruendoso regresara al central como señal de triunfo, y el humo de la alta chimenea les llena de optimismo, aunque siempre con los pies bien puestos en el suelo húmedo del central.
“Consideramos que el atraso de 10 000 toneladas es significativo. La zafra estaba planificada para culminarla el 15 de marzo, pero ante las vicisitudes decidimos extenderla hasta el 30 de abril. Creemos que el central Mario Muñoz logrará acortar la brecha, incluso cumplir el plan de 46 000 toneladas de la provincia si consigue moler por encima del 65 por ciento”, manifestó Vandrel Cuello.
El directivo elogió la estabilidad del central Jesús Rabí, de Calimete, el cual debe cumplir su zafra en marzo y contribuir al plan con 5 000 toneladas por encima de lo planificado. “Ha logrado una zafra eficiente, con el rendimiento planificado superior a lo establecido y un aprovechamiento de la norma potencial del consumo de caña contra tonelada de azúcar por encima de lo planificado”.
Por su parte, el René Fraga, de Colón, se encuentra inmerso en la obtención de meladura destinada al alimento animal y a la entrega a la destilería del Rabí, que después de tres años detenida reactivó una producción que espera alcanzar los 22 000 litros de alcohol, así como aguardiente.
El cumplimiento de la actual campaña recae, sin dudas, en el comportamiento de Muñoz. De tener cierta estabilidad lograría acercarse al menos al número global, y la provincia destaca precisamente por la alta disponibilidad de caña. El rendimiento industrial determinará el resultado final, para así obtener 400 toneladas diarias, lo que representaría el reto mayor de un coloso que hace años necesita hacerle honor a su epíteto, para alcanzar esa estatura que muchos extrañan.