Luego de meses de prueba y sumergimiento de enormes tubos en el fondo marino de la bahía matancera, el 6 de octubre de 1930, el físico e inventor francés Georges Claude (1870-1960), ante autoridades de la provincia, de la Academia de Ciencias, la Sociedad Geográfica y periodistas locales y nacionales, inauguraba en Uvero Alto, porción occidental de la rada, una planta termo-marítima. Esta era capaz de generar energía eléctrica, a partir de la diferencia de temperatura entre la superficie y el fondo marino.
Desde principio de 1929, se trabajaba en la construcción de la planta, así como en la oquedad para almacenar el agua caliente de la superficie. No obstante, fue un experimento efímero, pues nunca llegó a generalizarse.
La llamativa y cuadrada cortadura en el diente de perro que forma una piscina de agua de mar con flujo constante, es preferida en nuestros tiempos por infinidad de matanceros en busca de un buen chapuzón, aunque desconozcan su singular historia.
(Por: Adrián Álvarez Chávez)
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