Amén de las circunstancias actuales, el advenimiento del 2023 es esperado con entusiasmo por la mayoría de los cubanos, quienes se alistan para celebrar de disímiles maneras tal acontecimiento. Algunos andan en los preparativos de una cena especial para la familia entera y en ese afán desde mucho antes han estado buscando lo necesario.
A las 12 de la noche, cuando en la televisión se escuche nuestro Himno Nacional, de seguro aparecerá algún tipo de licor para brindar por el nuevo año. No serán pocos los que salgan a las calles a gritar con alegría y a pedir deseos, relacionados en lo fundamental con mejoras en la vida profesional, económica y personal.
El 31 de diciembre se olvidan los malos ratos, se escuchan decenas de felicitaciones y, por qué no, de invitaciones a compartir juntos. La fecha deviene momento singular para ansiar que el año que se aproxima venga cargado de éxito y prosperidad. Y es, precisamente, este punto lo que tiene en común nuestro festejo con el de otras latitudes, pues, particularidades sobran en cada una de ellas.
UN RECORRIDO POR OTROS PAÍSES
Del mismo modo que las festividades en Cuba varían de acuerdo con la región y que estas van acompañadas de distintos rituales, como tirar agua a la calle para que se aleje lo malo o lanzar arroz como señal de asegurar la alimentación, existen también formas originales de hacerlo en otras naciones.
Una búsqueda por Internet permite conocer que en Colombia, el último día del almanaque, los protagonistas son, justamente, los agüeros, o sea, una serie de “recetas” populares destinadas a cargar las pilas con energía positiva para el periodo que comienza. Las supersticiones van desde recibir la medianoche de pie con el fin de tener suerte y salud o dar un portazo cuando suenan las campanadas para alejar a los malos espíritus, hasta besar en primer lugar a una persona del sexo opuesto con el afán de obtener fortuna.
En Brasil la atención la acapara el mar. Allí la gente acude a las playas a ver los fuegos artificiales, algunos visten de blanco o saltan por encima de siete olas porque lo asocian a buen augurio, y lanzan, además, flores al agua mientras piden un deseo. En Copacabana, las sacerdotisas africanas encienden velas y echan al agua barquitos cargados de regalos y flores, que al ser arrastrados por la corriente presagian mejor posición económica para la etapa que se avecina.
En Ecuador comen 12 uvas en correspondencia con el número de horas que marca el reloj. Se queman los tradicionales “años viejos” escribiendo en cualquier parte las cosas malas que pasaron. Tiran fuegos artificiales y también hacen caravanas con carros decorados sobre el tema. Una despedida con fuego deviene un modo muy singular en Argentina y Uruguay. De un lado están los cohetes y demás elementos pirotécnicos; y de otro, los muñecos de madera, tela y papel, que los argentinos construyen con la mejor de las intenciones pese a saber que acabarán siendo pasto de las llamas. Y es que se trata a su parecer de un rito purificador, una forma de deshacerse de lo malo que ocurrió en el lapso que acaba.
Los mexicanos cantan, bailan y se divierten hasta altas horas de la madrugada, lo que combinan con algunas tradiciones peculiares. Hay quien acostumbra a barrer la casa esa noche para que desde el siguiente día solo entre la suerte “limpia”. Otros aseguran que pasearse en ese momento con una maleta favorecerá los viajes. Otros insisten en llevar ropa interior roja para hallar el amor.
La Nochevieja es el momento perfecto para que los venezolanos estrechen lazos de amistad con quienes les rodean. En la ocasión preparan la “hallaca”, un plato especial que regalan como señal de buena suerte para el año que llega. También es costumbre escribir los deseos en una carta que, ya en enero, cada uno quema para asegurarse de que nadie más pueda leerla.
Los italianos inician la “notte di Capodanno” con una tradicional cena en la que las lentejas son plato imprescindible si se pretende alcanzar fortuna. Muchas mujeres reciben como regalo lencería roja, que supuestamente les proporcionará dicha. En algunos lugares como Roma y Nápoles acostumbran lanzar trastos viejos por la ventana: un modo de terminar con el pasado y expresar el deseo de empezar con pie acertado la venidera etapa.
El lugar de concentración por excelencia para los franceses son los Campos Elíseos. Desde el Arco de Triunfo a la plaza de la Concordia, la famosa avenida queda atestada de gente dispuesta a recibir el 1 de enero con una buena botella de champaña. Los que se quedan en casa lo tienen más fácil para seguir la tradición: a medianoche hay que besarse y abrazarse bajo una rama de muérdago para conseguir posesiones.
Pues, ya ven, existen muchas tradiciones y formas de celebrar el acontecimiento, aunque el propósito coincida. De cualquier modo que se haga, para los cubanos continuará siendo esa fecha tan importante en que nos preparamos para enfrentar juntos nuevas metas y desafíos.