Argentina y Países Bajos, el día después

Inician los duelos de eliminación súbita en la Copa del Mundo Catar 2022. El instante donde la gloria eterna te abraza o capitulas en la batalla. Cuando los jugadores pisan la cancha deambula sobre sus cabezas la historia de su país, la familia, los miedos y los sueños. En el juego florece el máximo esfuerzo de cada uno de los interventores. 

 La cita ecuménica ha elucidado la paridad existente entre las naciones representadas. Selecciones tradicionales quebraron ante el buen fútbol generado por equipos con un inmenso presente. ¿Cuántas bestias caerán en octavos?

Por el momento, en la primera fecha de octavos de final, Argentina y Países Bajos frenaron a dos selecciones que certificaron el excelente trabajo de sus federaciones en el desarrollo de este deporte.

Australia sumó seis puntos en el Grupo D. La isla más grande del planeta humedeció la dinamita danesa y la retornó al borde de Escadinavia sin estallar. “Los socceroos”, dirigidos por un resolutivo Gram Arnold que aprovecha el físico apabullante de sus titulares en los partidos. Sustenta su juego en priorizar el orden en las líneas defensivas y en el contrataque. Sus jugadores son perniciosos para los rivales, cuando reciben el balón de espalda, he visto a pocas figuras cuerpear como esos mastodontes, sacan disparos de la nada:  Leckie, Duke y el batallador Behich. Seguro alguno hizo sus pinitos en el Rugby.

La selección titular de las Barras y las Estrellas dispone de un nivel técnico exquisito. El balón transitaba feliz cuando ese mediocampo lo movía siempre con buen criterio. El capitán Tyler Adams, la conducción de Yunus Musahh y el cerebro de Weston McKenniee controlaron el balón frente a Países Bajos, pero les faltó más claridad en el último pase para desvencijar a los capitaneados por Virgil van Dijk. La selección anglosajona de este Mundial es el embrión que crecerá para la cita de 2026.

Disfruten a Messi

Frente a Australia, Messi, con mil partidos sobre la percha, encaminó a su Albiceleste rumbo a cuartos. Argentina dominó los 90 minutos a los oceánicos que con un desvío fortuito vieron algo de esperanza. Los del Río de la Plata pudieron golear, y casi se lo empatan. Messi gozó uno de sus mejores partidos con la selección, gol, conducción, criterio, no sé cuántas veces puso a sus compañeros solo con el portero, heló el encuentro cuando lo ameritó.   Lectores, difruten a Messi, que se nos está yendo. 

El director, Lionel Scaloni, conoce cuál es su mejor medio del campo. Repite con Mac Allister, Enzo Fernández y Rodrigo de Paul. La presión tras pérdida, de estos tres, y la salida del balón: sosegada, segura y dominante, inhibe al rival del control de la protagonista de la cancha, la pelota.   

 Lionel Messi abrió la cuenta en el minuto 35, cuando los muy ordenados australianos ya transmitían la sensación de ser infranqueables. Pero el rosarino, como tantas veces, con más magia que fuerza puso con el interior del botín un balón en la red pasando por un océano de piernas; primer gol suyo en fase de eliminación directa en citas mundialistas.

En el resto del primer tiempo los australianos adelantaron las líneas. Los ocies hicieron una fértil presión en el campo rival. Recuperaron más de un balón y trataron de armar alguna que otra corrida hacia la puerta. El parado defensivo argentino contrarrestó cada intento de ataque.

 Segundo tiempo. El seleccionador ejecutó un cambio muy interesante en el minuto 50. Sustituyó a un plano Papu Gómez por el defensa central zurdo Lisandro Martínez. Ello no constituyó una modificación defensiva. Al no disponer de las incisiones y constantes habilitaciones de Ángel Di María, por lesión, la opción de Scaloni fue Gómez. Con Lisandro Martínez, sube a los laterales, que se convierten en carrileros con totales libertades ofensivas y además los dos zagueros por las bandas asfixian los intentos de los australianos por sacar el balón. El central del Manchester United hizo una barrida providencial en los anales del encuentro, que impidió la prórroga.

Julián Álvarez vive en estado de gracia, como condición natural ante el fútbol. El chaval del Manchester City sentó a Lautaro Martínez, poco de su intervención en el partido se puede rescatar. A lo que iba, con la ¨Araña¨ hay que andar cuidadoso, porque pica. Pregúntele a Ryan, el portero de la isla-continente, que no lo salvaron, ni pudo salvar a su equipo, cuando la presión de los argentinos, De Paul y Álvarez, ocasionó la pérdida del balón del guardameta. El de 22 años ejecutó con suavidad el 2 a 0.

  Una jugada aislada de Australia terminó en gol por un remate desde la casa del jugador Goodwin; por la impotencia de no poder rematar desde más cerca, el balón se desvió en Enzo Fernández, inverosímil, entró en la portería. Comenzó un nuevo partido, en el que los canguros boxeadores sometieron contra las cuerdas a los peleadores argentinos. Los albicelestes ripostaron alguna que otra. Lautaro desperdició unas cuantas.

Emiliano Martínez aseguró el pase a cuartos en el ocaso del partido. Haciéndose inmenso agarró el disparo en el área pequeña de Kuol.

Argentina a cuartos. Rival, otra vez Países Bajos, como en la final del 78 y la semifinal del 2014. 

 La naranja no exprime mucho jugo para llegar a cuartos

Estados Unidos ondeaba la bandera de la sorpresa de los octavos de final con ningún partido perdido en la competición.  Encajó un solo gol en la fase de grupo, de penal. El bloque defensivo norteamericano había sido una de las sensaciones del Mundial. El medio campo dominaba los encuentros, a Inglaterra le usurpó el balón. Resultaba la producción de los goles su flaqueza, pero al disponer de Crhistian Pulisic y de Tim Wheah, alentaba a pensar que las anotaciones podrían caer cuando se agitara el árbol de los octavos.

Países Bajos demostró jerarquía, tanto en la defensa como en el ataque. Van  Gaal les entregó el balón, se sentía seguro cuando el conjunto norteamericano movía la esférica.

 La selección de Países Bajos continúa su camino en Catar 2022, la hora de partir aún no ha llegado y la de seguir la dinámica de este encuentro quizás nunca llegue. La muerte tendrá que esperar para vestir el infierno de tulipanes.

 Despejando cualquier crítica existente después de su desempeño en la fase de grupos, Países Bajos pisó fuerte y se impuso a Estados Unidos 3-1.

 Louis Van Gaal abrió con el sistema de su último partido en la fase de grupos, el 3-5-2 era el mismo; sin embargo, la estrategia que utilizaron fue otra totalmente diferente.

Ese dominio nerlandés al que nos tienen  acostumbrados nunca llegó, si bien las quinielas acertaron en quién sería el ganador, se equivocaron en el cómo sería. Van Gaal y sus pupilos optaron por regalarle la esférica a Estados Unidos y jugar a la contra. Una estrategia que a priori parecía que no iba a dar resultados satisfactorios para los naranjas.

 Estados Unidos con el dominio absoluto del balón llegó con claridad al área rival. Mostró un fútbol mucho más vistoso e incordió con regularidad a Andries Noppert. El equipo de las barras y las estrellas solo cometió dos errores: la incapacidad para concretar estando en el área chica y la falta de contundencia en la defensa.

  Esta última, la causante de todos sus problemas, porque es incomprensible que los tres goles de Holanda hayan sido producidos con la misma fórmula, subidas por las bandas y centros rasos al corazón del área para el remate de un compañero.

 Un soberbio Denzel Dumfries que, como dijo Van Gaal, tuvo  «uno de sus mejores partidos con la selección», fue capaz en dos ocasiones de poner en práctica la fórmula ganadora para asistir primero a Memphis Depay y luego a Delay Blind.

   La pizarra 2-0 y Estados Unidos quedándose sin tiempo, Gregg Berhalter hizo cambios y al 76′ por medio de Haji Wright parecía llegar la reacción que tanto esperaban, al fin y al cabo se jugaban el todo por el nada.

  Pero Dumfries no lo permitiría y cinco minutos después, para dictar sentencia, el héroe y el verdugo del partido recibió un centro de Blind y con su pierna izquierda sacó un disparo ajustado al palo que fue imposible de detener para Matthew Turner.      

De esa forma, con un partidazo de Denzel Dumfries, Holanda despide a un joven equipo de Estados Unidos que, con 2026 en el horizonte, ha mejorado su fútbol y quizás su próxima candidatura puede ser igual de potente… o incluso más.

(Por: Ernesto Arturo Santana García del Busto y Carlos Javier Prado Porcena/Gráfica: Dyan Barceló)

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