Un nuevo sistema de luminarias en el Puente de Versalles ha generado controversia acerca de la preservación del patrimonio en la ciudad de Matanzas. Fotos: Del autor.
HISTORIA DE UN PATRIMONIO
Si indagamos en el pasado de la Venecia cubana, sorprende descubrir tales hallazgos como, por ejemplo, cuán caprichosa es la historia por situar al entonces Capitán General Arsenio Martínez Campos, recordado por otras situaciones adheridas a la memoria colectiva, en la inauguración oficial de esta muestra arquitectónica del siglo XIX devenida fascinación y olvido a partes iguales en el XXI. El acto tuvo lugar el 4 de noviembre de 1878.
Desconozco si intuirían el posterior significado de su obra los que, entre inicios de 1875 y finales del 78, construyeron el longevo puente como nexo entre los barrios de Matanzas y Versalles sobre el plácido fluir del Yumurí. Fruto de una imaginación pragmática, no ostentosa ni ególatra, por parte del arquitecto Pedro Celestino del Pandal, su materialización se fue haciendo realidad metro a metro, tanto con piedras extraídas de suelo cubano como metales transportados desde los Estados Unidos. Una mera empresa por encargo para unos, convertida en un sentimiento tangible para sus vástagos.
El diseño de sus columnas, elevadas a la categoría de símbolo con el paso de los años, denota una triunfalidad hoy desapercibida para muchos y, sobre todo, el sentido puro de la matanceridad en piedra.
Sus cimientos, bañados a la vez por aguas y siglos. Su presencia, consabida y digna de reivindicar. Sus luces, míticas y necesarias.
En una tierra nacida entre ríos como Matanzas, hay varios puentes centenarios, algunos incluso de cuando no se pensaba que existirían los ómnibus o las rastras. Normalmente, esto afecta su estructura y conlleva reparaciones periódicas para las cuales no siempre se cuenta con los recursos necesarios.
A esto se suman las complejidades que entraña la conservación de dichas edificaciones, porque no solo poseen un fin práctico, sino también una connotación histórica y un legado que debe salvaguardarse. En estas cuestiones, el más mínimo detalle puede resaltar y propiciar un debate entre puristas y aquellos que sueñan con una ciudad que no pierda sus encantos arquitectónicos, que tanto realzan su belleza.
No obstante, en este empeño de preservar la ciudad que heredamos de nuestros antepasados, y que muchos quieren entregarla más hermosa e impoluta a los que están por venir, intervienen varios factores objetivos, en los que profundiza este reportaje del periódico Girón.
LAS SOMBRAS DE LAS LUMINARIAS DEL PUENTE DE VERSALLES
Hace poco en las redes sociales, el ágora donde confluyen muchas de las preocupaciones de la ciudadanía en los últimos tiempos, se generó un debate en torno a la instalación de las nuevas luminarias en el puente General Lacret Morlot o, como se conoce popularmente, de Versalles. Estas consisten en dos soportes que le agregaron al centro y una faja metálica que rodea las columnas originales, sustituyendo los acostumbrados faroles por luminarias abombadas.
“El puente tiene un valor y un significado que se acrecientan, porque esas columnas son el emblema de la ciudad de Matanzas —advierte Ramón Recondo Pérez, Premio Nacional de Arquitectura—. Por eso para mí cualquier intervención que se haga ahí debe respetar la originalidad”, agrega.
Un usuario incluso comparaba esta faja metálica con un “corsé”, mientras otros internautas planteaban que dicho cambio desfavorece la estructura de la centenaria edificación, rompiendo la autenticidad que se solicita cuando a rescates patrimoniales se refiere.
Para ir más allá de criterios estéticos divergentes y que pueden estar permeados por la subjetividad individual, pues cada uno posee una percepción diferente de la belleza, entrevistamos a Leonel Pérez Orozco, conservador de la ciudad de Matanzas.
El especialista explica que hace muchos años se intentaba restaurar por lo menos una parte del puente, también conocido como La Concordia, sobre todo la que involucra su iluminación original, proveniente del siglo XIX. La instalación colocada recientemente emplea como referente grabados de esta época que se intentaron respetar lo máximo posible.
“Los pedestales de las luminarias sí son muy parecidos a los primeros que poseyó. No obstante, las lámparas de los lados, las que hacen una faja, en verdad no eran bombillas redondas. Eran un poco más afaroladas”, reconoce Pérez Orozco.
Al preguntarle la razón por la cual no se esperó a que se pudieran adquirir o confeccionar luminarias más similares a las auténticas, explicó:
“No se podía esperar que aparecieran los originales, porque es un problema de tiempo. Si el presupuesto está hoy y podemos hacer las cosas, las hacemos. Mañana aparecen los faroles que lleva, cambiamos las bombillas y los colocamos; pero ya está hecha la instalación eléctrica, los pedestales. Es decir, no se debe seguir esperando con el puente apagado”.
Esta mentalidad, aunque bastante práctica, sobre todo por la variabilidad de las asignaciones monetarias, dada la frágil economía nacional, encierra en sí un peligro que proviene de dicha fluctuación: el no saber cuándo existirán los fondos necesarios para conseguir las farolas. Ello provoca un lapso temporal que puede durar desde semanas hasta años. Asimismo, cabría pensar que ese modus operandi representa un doble gasto, porque se deben realizar dos compras, la de las lámparas provisionales y las que se espera sean permanentes.
“El patrimonio tiene dos maneras de intervenirse, una reversible y la otra irreversible. Cuando es reversible, como en este caso, usted quita la bomba y coloca el farol y ‘aquí no ha pasado nada’”, argumenta el conservador.
Resulta oportuno señalar otros puentes centenarios de Matanzas que también precisan con urgencia una reparación. El Calixto García o Tirry presenta zonas de su estructura, sobre todo en las barandas, corroídas por el óxido. Este presenta boquetes por los cuales puede caerse un transeúnte desprevenido.
SOMBRAS PASADAS Y NUNCA OLVIDADAS
El debate acerca de la intervención en el General Lacret Morlot desempolvó viejas inconformidades sobre algunas obras realizadas en la urbe en los últimos años.
Entre las más recurrentes en la memoria se encuentran: el conjunto escultórico, con fuente incluida, a la salida de Versalles; el piso de mármol de la Calle en Medio que se retiró cuando esta arteria comercial pasó a ser bulevar; el complejo comercial que se construye a un lado del Teatro Sauto y que rompe con el entorno neoclásico de esta zona; y otros.
“El Comité Técnico de la Empresa de Proyectos de Arquitectura e Ingeniería (Empai) no estuvo de acuerdo con la construcción de la fuente que se hizo a la salida de Versalles”, recuerda Recondo Pérez.
Cada una de ellas en su momento creó controversias. Algunos dicen que con el tiempo todo se olvida, porque otorga levedad a los puntos de giro y a los hechos que más nos marcan. Cuando se refiere a lo arquitectónico, no funciona así. Un edificio o un conjunto escultórico no pasan por alto de manera tan sencilla y, a la vez, cargan en su carne de concreto lo que quizá no debió ser, pero fue y es.
“Todo lo que concierne al patrimonio cultural matancero debe ser analizado y aprobado por la Comisión Provincial de Patrimonio, la cual debe reunirse una vez al mes”, explica el Premio Nacional de Arquitectura.
“Lo que sucede en Matanzas en estos momentos es que algunos proyectos no pasan por la Comisión, y otros constituyen propuestas de cambios a edificaciones, obras o espacios, de los cuales no se domina su historia ni su significado. Esto no tiene vuelta atrás y también responde a un valor económico, un presupuesto, que luego no regresa”, advierte.
Sobre el patrimonio se ha debatido mucho y aún quedan bastantes asuntos que abordar; por ejemplo, su relación con el turismo o su situación fuera de la cabecera provincial, donde presenta un evidente deterioro. No podemos olvidar que esta es la memoria de un pueblo en piedra, si parafraseamos a Martí, constituye la historia del hombre contada por sus casas, sus iglesias, sus luminarias, sus fuentes, sus teatros… Ante tal verdad, resulta vital su preservación y rescate.
Muy buen análisis desde un punto de vista neutral y pensando en la preservación de la historia. Hay que contar con la oficina de Patrimonio y a su vez estos deben hacerce valer independientemente de las situaciones q se presentan.
Hubiera sido interesante indagar por qué se ejecutaron las fuentes sin la aprobación de la Comisión correspondiente. ¿Por qué no valorar demolerlas y consultar a la ciudadanía al respecto?
Gracias.
Excelente artículo, coincido plenamente con cada palabra, amo mi ciudad y también he sufrido cada desatino cometido en temas de conservación patrimonial , pero sin dudas soy de las que vio con ojos de agradecimiento la colocación de las nuevas luminarias, no obstante, ojalá y lleguen, más temprano que tarde los faroles.