Pilar Boyero seduce a Matanzas

Pilar Boyero seduce a Matanzas

Presentación de Pilar Boyero en la ciudad de Matanzas.Fotos: Ramsés Ruiz Soto

El telón se descorre lentamente y una penumbra ligera flota sobre la madera del proscenio. Hay ojos que escrutan ávidos el escenario, se respira un ambiente de sofocada expectación.

Cuando comienza el concierto, todo el teatro queda prendido de la voz de una mujer. Se trata de la cantante española Pilar Boyero, quien se encuentra en Cuba con su espectáculo Algo se nos fue contigo, un recital homenaje a su coterránea ya fallecida Rocío Jurado.

Apenas el día anterior se había presentado en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, pero eso no impidió que la tarde del domingo 20 de noviembre la tuviéramos en Sauto.

Aquí la esperaba un público conocedor y amante de la música del país ibérico; y ella, desde el primer instante, lo seduce con la belleza de su interpretación intensa y sentida, con actitud y gesto exactos.

La acompaña una jazz band, Jaime Reyes como director musical y los arreglos del maestro Joaquín Betancourt. Entre canción y canción, va desgranando comentarios, anécdotas, piropos: “Nunca voy a apartarme de este pueblo cubano que es único y que adoro”.

Entona las notas de Como yo te amo y la platea enloquece, le aplaude, repite la letra que se sabe de memoria. Luego le siguen Viva el pasodoble y Un clavel. Aunque son temas muy conocidos de La Jurado, Pilar Boyero les imprime un estilo propio.

Pilar Boyero seduce a Matanzas

Cuando le llega el turno de presentar al pianista matancero Alejandro Falcón, asegura que “es de esos músicos que uno presume allende los mares, con un talento, una generosidad y un carisma que, claro, de aquí tenía que ser”.

Juntos hicieron Algo se me fue contigo, un tema que el compositor Manuel Alejandro creó para Rocío cuando falleció su mamá. “Algo se me fue prendido / Madre / En las alas de tu alma (…) / O en tu último suspiro”.

Después decidió aligerar el tono: “No me resisto a que el maestro me acompañe en Pena, penita, pena, aunque es de Lola Flores”. Desde el centro de la platea, sin micrófono, desbordó sus grandes cualidades vocales en una interpretación que el auditorio acompañó entre gritos de ole.

Por supuesto, no faltó la bata de cola y el abanico. En un momento más íntimo, acompañada por guitarra, bajo, cajón y trompeta, y con la participación del bailarín Andrés Malpica, nos regaló “algunos palos de flamenco y coplas de Rocío”, y también “unas sevillanas populares que cantaba La Chipionera en una película de Carlos Saura”.

Le llegó el turno a La bien pagá, de Miguel de Molina, y Ojos verdes, esta última se la dedicó a Federico García Lorca, “y a todos los grandes poetas que este país ha parido y ha acogido”.

La artista extremeña posee una simpatía natural, le imprime al concierto una dramaturgia y una soltura poco inusuales. Conversa con el público y, hablando en buen cubano, se lo echa en el bolsillo.

A lo largo de casi dos horas de música va intercalando historias muy hermosas de la vida de la Jurado, que complementan el lirismo y fuerza de temas como Se nos rompió el amor, Que no daría yo o Lo siento mi amor.

Se esperaba en este recital la presencia de Haila María Mompié, pero por lo apretado de la agenda no pudo unirse al espectáculo. Aun así, Pilar no pierde la oportunidad de saludarla desde el escenario y recordar cómo se conocieron en el Festival de San Remo Music Awards.

“Ella es una mujer brava, valiente y todo corazón, que va por el mundo presumiendo su cubanía”.Despidió el concierto cantando a la Virgen de Regla. No la dejaron marchar y tuvo que hacer Me ha dicho la Luna, en un final donde incluso se animó y bailó un poco de flamenco.

En sus declaraciones finales, desde el camerino del Sauto, cansada pero feliz, aseveró: “Matanzas me parece una ciudad espectacularmente bella y el teatro es una joya. He sentido su calor desde el minuto cero y me llevo la sensación de querer volver».

“Han sido unos días maravillosos, con este repertorio que tanto quiero y defiendo. Cuando uno prueba los aplausos del público cubano, todos los demás le parecen descafeinados”.

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Sobre el autor: Giselle Bello Muñoz

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