Desde su debut en justas nacionales y foráneas, Daniela Fonseca, atleta olímpica, mostró talento y garras, capaz de derribar cualquier obstáculo. Fotos: Cortesía familiar.
“Mi hija es guerrera desde el vientre”, es la frase escuchada en reiteradas ocasiones, como algo simbólico relacionado con el hecho que trae a colación, pero en el caso que abordamos es una realidad palpable, porque se trata del nacimiento de una niña muy conocida por sus resultados deportivos en la actualidad: Daniela Fonseca, titular panamericana y defensora de los colores patrios en las Olimpiadas de Tokio-2021.
La joven atleta de tenis de mesa se halla por estos días en Chile. Allí, a partir del próximo lunes y hasta el 7 de noviembre, participará con la delegación cubana en el Campeonato Panamericano de la disciplina, donde deberán luchar a brazo partido con los representantes de Brasil, Estados Unidos, Canadá, México y la sede, rivales de primer nivel mundial.
Estas circunstancias nos llevaron a dialogar con Enoides Fonseca Carrazana, su madre y, además, principal aliada en el tema deportivo; aunque, a veces, cuando el pleito entre raquetas y pelota de celuloide es tenso sobre la mesa, prefiere verlo a hurtadillas al no resistir ese va y viene del implemento.
En detalles explicó el porqué de lo expresado. “Me faltaba poco para traer a Daniela al mundo, y la presión me subió de forma considerable. Ante el peligro que eso representaba, los médicos decidieron llamar a mi mamá. Le comunicaron que intentarían salvarme la vida, al creer que la niña estaba fallecida o moribunda».
“Sucedió que, al hacer la intervención quirúrgica y abrir para extraerla, Daniela rompió a llorar. Estaba bien viva, para sorpresa de todos los que estábamos allí”.
A la corta y fructífera vida de Daniela Fonseca, natural del poblado de Perico, aunque nacida en el hospital de ginecobstetricia de Colón el 24 de julio de 2002, la acompañan numerosas anécdotas. En una ocasión, Enoides tuvo que separarla de su deporte preferido por no atender en la escuela. “Me dolió. Sabía lo que significaba para ella, pero hasta en el pupitre se entretenía como si la tabla de escribir fuera la mesa donde entrenaba.
“Luego, cuando aprendió la lección, regresó. A mi esposo, Luis Alberto Abreu Valencia, y a mí, nos hacía pensar que soñaba con algo que amaba, y nunca más la separamos de aquello. Ella es la pionera de la familia en la senda del deporte, nunca antes algún otro practicó ninguna en ninguna manifestación».
“Recuerdo dos aspectos importantes en sus comienzos. En tercer grado, los de Inder fueron al aula y ella, sin decirnos nada, se inscribió en el tenis. Al cursar el cuarto, por sus resultados en la base, vinieron a buscarla para ingresarla en la Eide Luis Augusto Turcios Lima. Me negué al verla tan pequeña, además de pensar en su gran apego a mí. Me dio mucho sentimiento dejarla ir».
“Lo admití cuando iniciaba el quinto grado. Parecía que me llevaban una parte del cuerpo. Seguí su desarrollo docente-deportivo diario, así como su conducta, que hasta ahora la creo intachable. Es consagrada en cuanto hace».
“Su primera raqueta y mesa, aún conservadas, se hicieron en casa, donde perfeccionaba lo aprendido en la sala deportiva”.
Enoides relata cómo desde bien temprano Daniela mostró su talento en una disciplina que exige una notable preparación física, ser versátil, tener elasticidad, rapidez en los movimientos de piernas y brazos y, sobre todo, pensar y estudiar a cada adversario.
“Hay que ser dinámica, tener bastante combustible (energías) para lograr imponerse, incluso a oponentes de mayor experiencia, que entrenan en las mejores salas del mundo, como Alemania, Francia, Países Bajos, China, Japón, etc., así como en Brasil y demás países latinoamericanas; sin olvidarnos de Estados Unidos y Canadá, que acogen a muchos practicantes de calidad que emigran”, nos declaró hace un tiempo Fonseca.
Daniela Fonseca ha acumulado un notable número de participaciones exitosas desde que debutara en Juegos Nacionales Escolares y luego en juveniles, filas en las que, desde bien temprano, se midió a las mejores raquetas de Cuba y allende sus mares. No solo en eventos oficiales, sino en Copas y torneos Open de extraordinario nivel.
Dirigida y aconsejada por Bárbaro Oliva y Dobay Carmona, comisionado nacional y actual entrenador en el equipo a ese nivel, respectivamente, la multimedallista internacional compitió indistintamente en individual, doble, mixto y por equipos en los Abiertos de México, Copas Cerro Pelado y Caribe, Juegos Panamericanos de Lima, Perú, y en Chile, por ejemplo, que le sirvieron como formación.
“Con miras a participar en los últimos Juegos Olímpicos, el certamen de clasificación tuvo lugar en Argentina y, por su calidad, realizaron formidables entrenamientos, como exigía el momento. Toda América iba a acudir con la mejor armada».
“Como conocí el sorteo de competencia antes que ella, al publicarse durante su tránsito hacia la sede, le dije: ‘Hija, va a ser muy dura’, y ella me respondió: ‘Sí mamá, va a ser muy duro competir’. Como allí estaría una adversaria de fama mundial y olímpica, se lo comenté. Sus palabras al respecto fueron: ‘Si ella es Daniela Ortega, yo soy Daniela Fonseca, muy cubana».
“Cuando supe que en el doble mixto enfrentaría a los brasileños, no quise ni ver los encuentros. Por lo que, terminado el primer parcial, miré la pizarra donde se mostraba que ella y su compañero Jorge Moisés Campos ganaron el primero. Entonces, decidí seguir todo el juego hasta el triunfo final. Fue asombroso, nadie los daba como favoritos, pero ellos impusieron calidad y mucho coraje. Ganaron los boletos para Tokio. Eran momentos inolvidables, disfrutados en cada rincón de nuestra nación”.
Al solicitar que hablara de las características personales de la pequeña gran campeona, Enoides expresó que su hija tiene un carácter bondadoso, dulce. Aunque, si no conoce a una persona, le cuesta trabajo acercarse, porque es penosa; una vez que forma parte del círculo de su amistad, pasa a ser cariñosa.
“Ella logró realizar su sueño y, por tanto, hacer feliz a todos en casa; a su hermana Valeria, a los vecinos, que la reciben con mimo al regreso de las competencias…»
“Espero que mi pequeña exhiba en el país sudamericano las cualidades que hasta ahora le permitieron un buen resultado atlético”.
Para este Panamericano, la niña que demostró ser guerrera desde el vientre de su madre, y crecer y perfeccionar su sistema de juego, contó con una sólida base de entrenamiento en Colombia. Familiares, amigos y seguidores esperan una buena actuación, avalada por esa memorable participación en las Olimpiadas en la Tierra del Sol Naciente.
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