Cien años acompañando soledades; cien años compartiendo conocimientos, entretenimiento, información, música; cien años de una proeza convertida en cotidianidad, en casa y escuela de muchos, en esperanza de otros…
Si alguien pensó que en algún momento se silenciaría, los tiempos demostraron cuánto se equivocaba. Sobrevivió a la revolución que significó la llegada de la televisión; asimismo, perdura luego de la entrada de internet y las nuevas tecnologías de la información, de los paquetes semanales, de la proliferación de opciones para conectarse desde el móvil…
Su magia es única; su sonido, incomparable; su compañía, la más esperada. Perseverante, directa, amena e instructiva son algunos de los apellidos que la distinguen.
Desde una intimidad de la que solo ella es capaz; sin importar las distancias que medien, las actividades que realices, el lugar donde te encuentres, la cita está garantizada, siempre puntual y oportuna, fresca y esperada.
La suya es una fidelidad que no nos faltará nunca. Sus propuestas variadas y bien recibidas por casi todos los públicos garantizan el despertar alegre junto a esas voces sin rostros que llenan nuestros amaneceres construyendo imágenes en sonidos.
A la radio cubana, la centenaria más joven de la Isla, se le imponen desafíos tremendos que asumirá con lozanía, al inteligencia y la permanencia que la caracteriza desde aquella primera transmisión de 1922.
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Los sonidos de la vida dibujados desde el arte, disimiles efectos, música para todas las preferencias, el juego perenne de construir imágenes desde una voz, desde un sentimiento, desde la multiplicidad de experiencias que le aportan diversidad y novedad, le impregnan a la radio la oportunidad de lo real, lo vívido, lo trascendente.
Un latido se convierte en cien de ellos a lo largo del archipiélago y se multiplican en cada oyente, en la gente que la sigue hasta en los momentos extremos, en esos en los cuales ella se convierte en casi la única oportunidad de encontrar sosiego a las zozobras, respuestas a las incertidumbres, información constante y precisa.
Y es que nuestra radio está en todos los rincones. Se renueva, busca otros escenarios donde mostrar su riqueza, su perdurabilidad, su capacidad para adaptarse a nuevos escenarios; pero permanecer inmóvil en el oscuro rincón de los silencios, eso nunca.
¡Han sido tantas las batallas superadas, tantos los inmensos nombres que orientan nuestros pasos en este medio que el olvido nunca será una opción factible y real para nosotros!
No existe una sola forma de ver la radio, de sentirla en toda su expresión, de edificarla con el constante desafío del día a día. Cada quien tiene su propia interpretación de las realidades que desde ella nos llegan como oyentes.
Para sus creadores resulta un tanto diferente: además de narrar, describir, dibujar las historias las viven y nos hacen partícipes, testigos directos de cada enseñanza y alegría, de las preocupaciones, de las añoranzas, de las oportunidades y esperanzas.
La radio ha vivido momentos memorables y otros no tanto. Vive al compás de la gente, perdura al calor de nuestros triunfos, se supera con el mismo énfasis con el que enfrentamos las grandes metas que impone la vida. La historia de la radio es la nuestra, la de nuestra familia, de nuestros amigos.
La radio vive a través de nosotros, sueña a través de nuestras experiencias, subsiste desde la renovada pasión que, incluso en etapas difíciles como los que vivimos, es capaz de inspirar. La historia de la radio, que nadie lo dude, es la historia misma de Cuba.
Somos la radio cubana, sonido para ver ayer, hoy y para siempre. (Por: Jessica Mesa Duarte / Cubahora)