Estos jóvenes voluntarios mantienen activo el cuerpo de bomberos de la ciudad ante cualquier llamado. Foto: Cortesía de los entrevistados.
Desde el viernes hablar de coraje y de falta de sueño en Matanzas resulta normal. Ese día la calma de las tardes cambió para llenar el cielo de humo negro, de fuego, de desesperación, de miedos.
En medio de este caos los matanceros comenzaron a brindar su ayuda: unos desde el apoyo con insumos a familias evacuadas y a quienes se encontraban laborando directamente en la zona industrial, otros con donaciones de sangre, algunos con sus medios de transporte para trasladar a los necesitados hacia los hospitales, y un número especial de jóvenes que decidieron apoyar de manera voluntaria al cuerpo de bomberos que no descansa desde la madrugada del sábado último.
“Esto no lo hacemos por fama, ni por gloria. Lo hacemos porque conocemos lo complicado de la situación y alguien tenía que apoyar a los que cada día acuden al peligroso terreno”, nos cuenta Adrián Marín Fuentes, uno de los jóvenes que dejó la tranquilidad de su casa para ayudar en lo que fuera posible.
A él se suman Sergio Gómez Ballester, Abraham Tápanes Yousef, Mario Dariel Fernández Santana, y Carlos Pérez Moriñigo, todos con alguna experiencia en el colectivo de bomberos durante su tiempo en el Servicio Militar Activo, y Randy Cañizares León que es voluntario desde hace algunos años. Todos permanecen en el Comando 1 de esta ciudad.
EL EQUIPO DE JÓVENES VOLUNTARIOS
Sergio es un tatuador de 24 años. El día de la explosión se encontraba trabajando pero en la jornada del 6 de agosto se incorporó a las labores de contención de la Zona Industrial con la brigada de apoyo que arribó a Matanzas desde Villa Clara.
Abraham, Mario, Randy y Carlos seguían la situación del incendio por los medios de comunicación y las redes sociales, y gracias al conocimiento previo del trabajo de los rescatistas decidieron apoyar al comando matancero.
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Para Adrián la historia no fue diferente. Es estudiante de medicina y en la tarde del viernes comenzaron las preocupaciones. Él es uno de los pobladores de Versalles y a pesar de estar recuperándose de una reacción alérgica al cloro decidió acompañar a sus amigos.
“De alguna manera todos teníamos experiencia con incendios, incluso con un evento ocurrido en los depósitos de azufre de la planta química», comenta Adrián.
EL VALOR DE LOS JÓVENES VOLUNTARIOS
“No me detuve a pensar las consecuencias de mi decisión. Conozco a muchos de los que respondieron al primer aviso y no podía quedarme en casa. Mi deseo es el de permanecer en ‘la caliente’, pero por el momento soy más útil en el Comando 1”, explica Sergio a nombre de sus compañeros.
Estos jóvenes se mantienen alertas ante cualquier llamado en la ciudad para garantizar que se mantenga activo el cuerpo de bomberos mientras los profesionales permanecen laborando por turnos en la zona industrial.
