A Ernesto Aramís hay que acudir perennemente cuando se hable de José Antonio Echeverría Bianchi. Su obra Subiendo como un sol la escalinata (Biografía de José A. Echeverría) (Editora Abril, La Habana, 2010) se ha convertido en un libro imprescindible para acercarnos a conocer la vida y obra de quien cumpliría 90 años este 16 de julio.
Álvarez Blanco, museólogo, investigador y escritor, desde 2002 y hasta 2011 fungió como historiador oficial de la ciudad de Cárdenas.
Se destaca como una de las personalidades cubanas más autorizadas a dialogar sobre el líder estudiantil, quien dejó para la posteridad una obra revolucionaria inmensurable a pesar de morir tan joven.
—¿Cómo nació la idea de una biografía sobre José Antonio y qué tiempo tomó terminarla?
—Desde que en 1989 leí los libros José Antonio, escrito por su amigo y compañero de luchas Julio García Oliveras, y Un corazón de oro cargado de dinamita, del profesor Eusebio Reyes Fernández, este último gracias al profesor Jorge Juan Lozano, fallecido recientemente y quien me obsequiara un ejemplar de la obra en la época en que fui su alumno en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, en un curso de Licenciatura en Filología para trabajadores que no concluí, comprendí que los investigadores teníamos aún una deuda con el destacado líder estudiantil: rescatar del olvido y de las trampas de la memoria de sus contemporáneos otros detalles de su vida y su obra.
«Fue precisamente Lozano quien me conminó a escribir esta biografía, alegando que como cardenense y como museólogo debía escribir la vida y la obra de mi coterráneo. Esta labor me llevó unos quince años de búsqueda incesante en archivos y bibliotecas, en publicaciones seriadas y periódicas y en la memoria de quienes le conocieron, para intentar presentar al lector un José Antonio niño, adolescente y adulto sin mistificaciones ni aureolas que dañaran la imagen que de él quise mostrar.
«Inestimable fue la colaboración que nos brindó en esta labor durante años el poeta, periodista e historiador Roberto Bueno Castán (Cárdenas, 1933-2002), quien como resultado de varias décadas de fructífera labor periodística salvó para la posteridad valiosos testimonios de quienes estuvieron cerca del héroe durante las diferentes etapas de su vida.
«También fue oportuna siempre la ayuda ofrecida por los directores, museólogos e investigadores del museo Casa Natal de José Antonio Echeverría. Las últimas páginas de esta biografía fueron escritas gracias al impulso brindado a mi labor investigativa por mi esposa, ángel tutelar de mi obra historiográfica, y por los prestigiosos escritores cubanos Adys Cupull y Froilán González, quienes lograron que se publicara en 2009, por la Editora Abril».
—¿Cuánto disfrutaste o sufriste durante la investigación para la biografía sobre el líder cardenense?
—Como otros muchos biógrafos (como es el caso de mi profesor y amigo Urbano Martínez Carmenate, premio nacional de Historia), mientras investigo o escribo sobre la vida y la obra de una personalidad convivo día a día con ella, de tal modo que en ese periodo se me hace tan cercana e imprescindible, que llego a vivir, a disfrutar y hasta sufrir en carne propia cada acontecimiento de su vida. Por tal motivo, la mayoría de las veces, al poner punto final al libro, estoy tan agotado y tan estresado, que termino enfermo.
«En el caso de José Antonio disfruté mucho, de la mano de los testimonios de sus profesores y condiscípulos, sobre su paso por los colegios cardenenses donde estudió y de su ingreso en la Universidad de La Habana; de las fiestas y eventos deportivos en los que participó, de su especial relación con su novia María Esperanza y con sus familiares, amigos y compañeros de lucha… Y sufrí mucho sus encuentros casi nunca pacíficos con la policía y otras autoridades de la época; las heridas que recibió en esos encontronazos, sus estancias en prisión y sus días finales en la clandestinidad y el momento en que cayó abatido en las cercanías de su querida Universidad».
—¿Qué pasaje de su vida atesoras con más cariño?
—Todos son especiales para mí, pero si tuviera que escoger uno, sería el momento en que recibió su Título de Bachiller en Ciencias del Instituto de Segunda Enseñanza de Cárdenas. La solemne investidura de grado del curso 1949–1950 se efectuó el 19 de agosto de 1950, a partir de las 9:00 de la noche, en el cine–teatro Cárdenas. Durante el acto, todos sus compañeros pudieron lucir el anillo de graduado (costeado por los mismos bachilleres o sus familiares). Gracias a la iniciativa de José Antonio se organizó un bataclán estudiantil, en el que se disfrazó junto a otros estudiantes de mujer y se presentaron variados números culturales con objeto de recaudar fondos para comprar las sortijas de aquellos cuya situación económica les impedía hacerlo.
«Como reconocimiento a sus preocupaciones, a su labor y a su actitud destacada, sus compañeros de curso lo eligieron para que pronunciara ese día el discurso de graduación, designación que se hacía siempre sobre el compañero que los estudiantes consideraban distinguido y de arraigo entre ellos».
—¿Dejaste de publicar algo comprometedor?
—No dejé de publicar nada de lo que hallé y que consideré importante sobre la vida de José Antonio, tampoco nadie me lo impidió.
«Lo más difícil y lo que más tiempo me llevó fue encontrar testimonios de familiares, amigos, condiscípulos y compañeros de lucha que más se acercaran a la verdad histórica y a lo que realmente había sucedido en cada momento de su vida como líder estudiantil cardenense, pues a lo largo de los años muchos de esos relatos se fueron desvirtuando, mutilando, cambiando… sobre todo debido a las trampas de la edad y la memoria, o quizá a otras circunstancias de quienes los daban, usaban o escribían en sus libros, investigaciones y artículos.
«Por eso uno de los días más felices de mi vida, en que yo mismo me otorgué un Doctorado Honoris Causa, fue el jueves 8 de abril de 2010: rodeado de condiscípulos y compañeros de lucha de José Antonio, y en presencia del comandante Faure Chomón Mediavilla, estudiantes universitarios y dirigentes de la UJC y la FEU, Julio García Oliveras presentó mi libro en el Aula Magna de la Universidad de La Habana como la más veraz y acuciosa biografía, sin objetar ni una sola palabra, fecha, información criterio o testimonio. Lo mismo hizo Faure y quienes lo recibieron ese día».
—¿Todavía quedan hechos inéditos sobre su vida o has dado por concluida la investigación?
—Las biografías, como todas las investigaciones históricas, nunca se terminan. Siempre aparecen nuevos elementos que refuerzan o refutan una tesis, cambian un dato, amplían los detalles de un acontecimiento, etcétera. Así que no: no doy por concluida esta biografía ni tampoco otros libros que he escrito y publicado.
«De hecho estoy deseoso de publicar una nueva edición de Subiendo como un sol la escalinata…, corregida y aumentada, en la que prometo dar nuevas informaciones sobre la vida y obra de José Antonio, reproducir interesantes testimonios, corregir y precisar algunos datos y aportar nuevas imágenes a su iconografía. Ojalá esta entrevista sirva para que alguna editorial se anime a hacerlo».
—¿De verdad fue un hombre temerario o es una leyenda?
—Creo que más que temerario, fue un joven cristiano de su tiempo muy pero que muy valiente, y muy comprometido con sus ideas y principios, que sabía lo que estaba haciendo y estaba dispuesto a dar, como lo hizo, hasta su propia vida por los ideales que defendía.
—¿Cuál consideras el principal legado de José Antonio para la FEU y la juventud cubana del futuro?
—Creo que el más importante legado para los jóvenes cubanos es que los héroes son seres de carne y hueso, con sus defectos y virtudes, y como tal hay que asumirlos, estudiarlos, amarlos… para extraer de ellos las lecciones y enseñanzas que permitan hoy y en el futuro intentar ser mejores cada día.
—Tu cercanía a un hombre del calibre político de José Antonio, ¿cómo ha influido en ti como persona e intelectual?
—Como cardenense he vivido siempre influenciado de alguna manera por él; he convivido con su legado, con su pensamiento, con los objetos que le pertenecieron y sus imágenes desde que era muy pequeño. Recuerdo que con solo cinco años mi madre y mis tías me llevaron al acto inaugural de su casa natal como Museo, el 10 de octubre de 1973, y desde entonces he visitado este lugar sagrado de la Patria cientos de veces.
«Dos años más tarde pedí como regalo de cumpleaños visitar el Palacio Presidencial, sitio en el que estuve después muchas veces, al igual que en su tumba y en el sitio en el que cayó el 13 de marzo de 1957. Por eso te puedo decir, sin temor a equivocarme, que siento a José Antonio como alguien muy cercano a mí y a los míos».
Consagrado a la historia
Ernesto Aramís Álvarez Blanco ha publicado en Cuba, Estados Unidos de América, Argentina, México y España numerosos folletos, poemarios, plegables y libros, entre los que se encuentran Recorro mi ciudad (Ediciones Cárdenas, 1990), Llueve y sin embargo te espero (Ediciones Cárdenas, 1992 y Arenys de Mar, Cataluña, España, 1995), Oscar M. de Rojas (Biografía) (Ediciones Matanzas, 2001), Arenys de Mar en Cuba / Cuba en Arenys de Mar (Ediciones Matanzas, 2003), La Ermita de Montserrat de Matanzas (Fundación Catalunya-América, Barcelona, España, 2008), Cárdenas: Prehistoria de una Ciudad (Avilés, Asturias, España, 2008), Subiendo como un sol la escalinata (Biografía de José A. Echeverría) (Editora Abril, La Habana, 2010), Yo soy la Virgen de la Caridad (RBA LIBROS, Barcelona, España, 2010), Felipe III y La Dorada. Cuba entre 1598 y 1608 (editorial Libros en Red, Buenos Aires, Argentina, 2014), Operación Napoleón (Arista Publishing, Miami, Estados Unidos de América, 2016), El hidalgo Francisco Sánchez de Moya y el Real de Minas de Santiago del Prado (Arista Publishing, Miami, Estados Unidos de América, 2016), Cosme de la Torriente y Peraza, siempre por la justicia y la paz, biografía en dos volúmenes (Arista Publishing, Miami, Estados Unidos de América, 2017), el Catálogo Multimedia de Tarjetas Telefónicas Cubanas (Etecsa, La Habana, 2003), Varadero: de caserío a centro turístico (1883-1958) (Ediciones Matanzas, 2008), Generales matanceros de las guerras de independencia (México, 2009) y Cataluña: Encuentro de pueblos y culturas (Editorial Universidad de La Habana, 2013), estos cuatro últimos como coautor.
Ha obtenido cerca de un centenar de premios y menciones en eventos y concursos locales, provinciales, nacionales e internacionales, impartido cursos y conferencias en Cuba y España, y recibido varios homenajes y distinciones cubanas y catalanas, entre las cuales se destacan la condición de Hijo Ilustre de su Ciudad Natal (2013), el Premio del V Encuentro Nacional de Investigadores del Patrimonio Cultural cubano (1989) y el Diploma Emilio Bacardí Moreu (2009) de la Unión de Historiadores de Cuba (Unhic), este último por su contribución notable a la museología y a la investigación, así como a la preservación del patrimonio cultural cubano y a su divulgación.
Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, de la Unión de Historiadores de Cuba y de la Sociedad Internacional Napoleónica.