Mención, en la categoría de Restauración, en el Premio Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos 2022, forma parte de un proyecto de intervención urbana que comprende las dos márgenes del río San Juan…
La ciudad Matanzas, gran emporio azucarero cubano del siglo XVIII contaba con prósperos ingenios, plantaciones de caña, una bahía y muchos ríos. De todos ellos, el San Juan es el más caudaloso y grande del poblado donde se entremezclan el sonido de la rumba, los puentes, los pescadores, el arte y las letras.
En el área aledaña al San Juan las viviendas contaban con una tipología única en todo el país. Como refiere la investigadora e historiadora Alicia García Santana en el libro Matanzas, primera urbe moderna de Cuba, las llamadas casas-almacén de los hacendados residentes en la zona aprovechaban el declive del terreno hacia el río.
Por eso, apunta la especialista en su texto, los inmuebles tenían tres pisos: dos por la calle Río (la principal), con el acceso vistoso a las residencias y tres por Narváez, la calle por donde recibían y acopiaban en los almacenes el azúcar que provenía de la ciudad industrial a través del río.
Es este un sello distintivo de la arquitectura matancera, advierte Wendy Pérez Lora, quien se ha desempeñado como proyectista especializada en intervención del patrimonio cultural en la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos del Centro Provincial de Patrimonio Cultural. Y agrega la joven arquitecta que esa fue una de las razones por la cuales Matanzas fue conocida como la Venecia de Cuba.
Debido al estado de abandono en que se encontraba durante muchos años la ribera del río San Juan, con una acera maltrecha donde se entremezclaban los edificios más antiguos de la ciudad, algunos magníficos y otros casi en ruinas, a partir de 2017, y como parte de las acciones del Plan Maestro de la Oficina del Conservador de la Ciudad para celebrar el aniversario 325 de la urbe, se pensó en rescatar cada espacio de la calle Narváez con vistas a convertirlo en un corredor cultural.
Así vio la luz el Paseo de Narváez, un proyecto integrador que de la mano de artistas y otros actores económicos ha posibilitado la convivencia armónica en un mismo espacio de estudio-talleres de pintores y escultores locales, pequeños emprendimientos gastronómico-culturales, algunos planteles educativos así como la sede del proyecto cultural Sala 3D para el patrimonio natural, de la Sociedad Espeleológica de Cuba y la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre.
El Paseo Cultural se alzó este año 2022 con una mención, en la categoría de Restauración, en el Premio Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos por comprender la revitalización de una de las calles más antiguas y dinámicas de Matanzas, abandonada y degradada durante décadas, así como de su paisaje urbano inmediato, a través de una propuesta que recupera centralidad y singularidad, a partir de la inserción de nuevas funciones culturales (comerciales, gastronómicas y de economías creativas), mejora la accesibilidad y restituye su comunicación con la ciudad, reza el acta del jurado.
Según ha declarado a la prensa Leonel Pérez Orozco, Conservador de la ciudad, el Paseo de Narváez, ha devenido ícono de la cultura local y sitio de esparcimiento y diversión.
Ahora desde bien temprano en la mañana está animado el Paseo con la presencia de transeúntes que acuden a respirar el aire fresco a orillas del San Juan. Con la llegada de la tarde se amalgaman poetas, pintores y músicos, muchos de ellos alumnos de Escuela Profesional de Arte de Matanzas, radicada en Narváez. Durante las noches, sobre todo los fines de semana, se reúnen personas de todas las edades para bailar, escuchar música y disfrutar de las ofertas gastronómicas y culturales.
Galería al aire libre
Quienes transitan por el Paseo quizá ya se han acostumbrado a caminar custodiados por un grupo de esculturas que han contribuido a darle esplendor al malecón construido en torno al San Juan.
Algunas de esas obras se expusieron durante la más reciente edición de la Bienal de La Habana, como parte de los proyectos Detrás del muro, en la capital cubana, y En camino, de Ríos intermitentes, una propuesta de María Magdalena Campos Pons, Doctora en Arte y profesora de la Universidad de Vanderbilt en Nashiville, Tenessee.
Gran parte de las esculturas fueron concebidas en el taller del escultor y dibujante Osmany Betancourt Falcón, conocido por Lolo, quien en 2010 comenzó a limpiar un sito que era un basurero. Hoy se pueden admirar los procesos creativos y apreciar en su galería-taller piezas de cerámica, pinturas, dibujos, esculturas fundidas en acero o hierro, obras de salón y de escala urbana que también se comercializan allí.
Otra de las galerías del corredor cultural pertenece al pintor Jesús Alberto Mederos Martínez, el autor de la mayoría de los murales que hoy exhibe la ciudad de los puentes. A ella se suma el estudio El garabato, de Adrián Socorro, quien ha participado en varias ediciones de la Bienal.
Mientas tanto, en La Gruta del San Juan, espacio de la Fundación Antonio Núñez Jiménez, durante la Bienal se exhibieron piezas conformadas a partir de chatarra y metal que alertan sobre la necesidad de resguardar la naturaleza. Las obras integraron la exposición Mundo Forjado de los artistas José Manuel Díaz Herrera, Esteban Grau González y Alexander Rodríguez Castellanos, curador de la muestra.
En medio del Paseo de Narváez se distingue la galería-café Por Amor al Arte, una idea de los jóvenes arquitectos Wendy Pérez Lora y Rubier Bernabeu García, donde no solo se comercializan deliciosas recetas de bebidas analcohólicas a base de café sino que los anfitriones abren sus puertas a exposiciones de creadores visuales que no siempre encuentran un lugar donde mostrar sus obras.
“Participamos en la Bienal con la instalación Escaleras al río. Después del evento mostramos en el taller una exposición que se llamó Descargas, integrada por 28 piezas de 26 artistas matanceros que colaboraron con nosotros en este espacio y la muestra Intrépidos labios, de fotografías eróticas de la naturaleza de Ernesto Millán. Durante el recién finalizado Festitaller Internacional de Títeres de Matanzas, Teatro Las Estaciones dejó inaugurada una muestra de figuras animadas”, explicó Wendy.
Otros de los locales con ofertas gastronómicas del Paseo son: el proyecto Café Cantante, el Cibercafé, el Barco Sol Mar y un local que con el nombre de San Juan acoge una feria permanente de la filial matancera del Fondo Cubano de Bienes Culturales.
Nuevos proyectos se gestan
La arquitecta Pérez Lora aclara que el Paseo no se ha terminado todavía porque falta completar la zona habitacional. Además, adelanta que existe un proyecto de intervención urbana desde el punto de vista conceptual y artístico, relacionado con el patrimonio industrial. La idea es promover una conexión con el San Juan, que atraviesa la ciudad, dice.
“Lo que se defiende es el criterio de proyecto cultural Río San Juan en las dos márgenes: la de la calle Narváez, que es la de los comercios, y la otra, donde están los antiguos almacenes de azúcar, considerada la génesis de la ciudad de Matanzas. Ya se han realizado estudios ambientales por parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. En algún momento se acometerá un dragado del río, su saneamiento y una reforestación con la vegetación autóctona”, concluye. (Maya Quiroga/Cubahora)
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