El otro Varadero

Pocos visitantes reconocen el hicaco, planta que le da nombre a la península.

Aunque vayas a un lugar cientos de veces, quizá nunca lo llegues a conocer del todo. Así sucede con el balneario más popular de Cuba. De Varadero son famosos el azul de sus aguas, su fina arena, los hoteles; pero seguramente quienes lo visiten una y otra vez no logren reconocer un hicaco, planta que le da nombre a la península.

En verano miles de nacionales y extranjeros colman los más de 20 km de playa, pero muy pocos saben de la Cueva de Ambrosio, sus pictografías aborígenes, las diferentes especies de murciélago que allí habitan, o la existencia de un árbol de más de 500 años, que burla al tiempo y a la modernidad, como todo un Patriarca.

Eso y más descubrí hace algún tiempo en un recorrido por la península de Hicacos, dispuesto a observar la zona desde otra mirada. Supe que la arena fina nace de unas algas, con una alta mortalidad, que producen carbonato de calcio. Cuando estos organismos mueren, la cal que queda produce los finos granos que revisten la playa.

CUEVA DE AMBROSIO

Casi al extremo de la península se encuentra una porción de bosque natural de 124 hectáreas, que asemeja un oasis entre tantas instalaciones turísticas.

De las atracciones, destaca la Cueva de Ambrosio, importante centro ceremonial de los aborígenes que moraban la zona hace 2 000 años, como sugieren las 47 valiosas pictografías de figuras geométricas y humanoides.

En su interior habitan cinco especies de murciélago, lo cual le valió la certificación de la Red Latinoamericana para la Conservación de estos mamíferos.

Predominan las hembras, quienes se agrupan en torno a un macho, como en un harén. El constante flash de los visitantes no logra interrumpir sus 20 horas de sueño.

EL PATRIARCA

Cuando se escucha su nombre, se piensa en un anciano con barba con demasiado tiempo vivido. Alcanzar 500 años, medio milenio, bien pudiera tomarse como algo antinatural. Es el ser vivo más antiguo de Cuba. Desde su quietud avistó a indios y colonizadores.

Con su gran sistema de raíces, el cactus gigante logró asirse con fuerza a las rocas, para batallar contra los huracanes y el hombre.

Cercado por hoteles, aturdido por la música, todavía rebosa vida y salud. Cuando se le quiebra una rama, en su eterna batalla contra el tiempo, otra retoña y el árbol se renueva.

Su piel arrugada muestra heridas provocadas por manos inhumanas. Como conjura contra las inclemencias de los mortales, florece y, pese a su avanzada edad, da frutos.

El Patriarca: 500 años, medio milenio. Es el ser vivo más antiguo de Cuba.

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Sobre el autor: Arnaldo Mirabal Hernández

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