En mi infancia, cada cumpleaños visitaba el museo de Varadero con el simple objetivo de ver el tiburón de dos cabezas, aquel escualo deforme que tanto me impresionaba. Las primeras veces que asistí no les hice mucho caso al resto de las exposiciones. Luego de encontrar lo que buscaba, me iba corriendo a la playa o a los columpios del parque más cercano. Con el paso del tiempo, comencé a fijarme en las demás colecciones del lugar, aprehendiendo todos los conocimientos que ofrecían, y poco a poco fui adquiriendo un profundo interés por la historia.
Las vicisitudes de la vida me alejaron del lugar y las visitas se fueron espaciando. En diciembre de 2021 regresé, haciendo honor al niño que fui una vez. Escuché rumores de que lo habían reubicado, rumores que resultaron ser ciertos, y supuse que todo estaría cambiado. Sin embargo, nunca imaginé lo que encontraría.
¿DE DÓNDE VENIMOS?
“La historia es una espiral que nunca acaba”, dice Frank Delgado en una de sus canciones. Varadero, cuyo nombre hace referencia a los numerosos varaderos de embarcaciones que se construyeron en su litoral durante el período de conquista y colonización, apareció en los mapas de Cuba luego del descubrimiento en su territorio de lo que se convertiría en una de las salinas más importantes del Caribe. En el siglo XIX, los intereses de sus visitantes cambiaron y comenzaron a llegar numerosos vacacionistas, atraídos por la belleza de sus playas. Surge así un asentamiento que cumplió recientemente 134 años de fundado, cuya historia es desconocida por muchos, incluso por sus propios habitantes.
Son pocas las instituciones que se preocupan por preservar y promover la memoria histórica del poblado. Es en el museo, que acumula treinta años de trabajo, donde el designio de otorgarle a la historia la importancia que debe poseer dentro de la sociedad se encuentra a la orden del día. La entidad ha tenido dos sedes desde su fundación; la primera de ellas, una vieja casona de madera con un origen peculiar.
La antigua casa museo, ubicada entre las calles 57 y 58, a la orilla de la playa, “fue construida en 1921 y perteneció a Leopoldo Abreu, ingeniero que vivía en la ciudad de Cienfuegos y quería utilizar la casona para venir a veranear con su familia”, asegura Rosario Blanco Nodarse, técnica de Monumentos y Sitios Históricos del centro, quien trabajó durante muchos años en el antiguo local y lo conoce muy bien.
Según consta en los registros del Ayuntamiento de Cárdenas, Abreu solicitó el 16 de octubre de 1920 un permiso para edificar una vivienda en la costa norte de la Península de Hicacos, con el objetivo de establecer allí su residencia estival. La obra quedó lista para el verano de 1921.
El 18 de mayo de 1979 la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó la Ley No. 23, referida a la fundación de instituciones museográficas en todos los municipios del país. Pero no fue hasta 1981 que tuvo su propio museo municipal, con sede en la antigua casona veraniega.
La instalación atesoró en sus cuatro salas temáticas valiosas colecciones: documentos, fotografías, piezas arqueológicas, así como exponentes de la flora y la fauna. “El objeto más relevante del antiguo museo eran los restos de un aborigen, encontrados en la Solapa de los Musulmanes. Estos poseían, según los análisis de los expertos, aproximadamente 2 000 años de existencia”, afirma Esther María Alfonso Garmendia, especialista principal del centro.
La institución tuvo una época dorada. Luego, las nuevas generaciones comenzaron a distanciarse, demostrando poco interés por la historia local. Como consecuencia de esta problemática, y con la llegada del siglo XXI, sus trabajadores se plantearon una interrogante fundamental que definiría el futuro del sitio: ¿cómo adaptarse a los nuevos tiempos, sin abandonar sus objetivos conceptuales?
Por desgracia, en el 2013 una de las escaleras de la casona se derrumbó, y el edificio se vio forzado a cerrar sus puertas para realizar las reparaciones pertinentes. Las colecciones fueron trasladadas hacia el Museo Oscar María de Rojas de Cárdenas; y comenzaron a diseñar nuevas estrategias para adaptarse a la contemporaneidad.
¿QUÉ SOMOS?
“Tengo entendido que el Museo cerró hace muchos años; y en el 2020 abrieron en la calle 59 un espacio con una pequeña muestra de las antiguas colecciones”, asegura Fara María Rodríguez Pineda, residente de la localidad. Por otro lado, Pedro Estenoz Duarte, vecino de la zona, afirma que “sabía que habían inaugurado algo, pero que no era una galería, porque ya no existe”.
El recinto reabrió sus puertas el 6 de diciembre de 2020, esta vez en otra sede y con una nomenclatura novedosa: Centro de Interpretación Hitos de Varadero, Patrimonio y Turismo. Sin embargo, la mayoría de los entrevistados desconocen las características de esta iniciativa, incluso, en algunos casos, su existencia.
Los centros de interpretación constituyen espacios didácticos orientados hacia el aprendizaje creativo de los valores de un lugar determinado. En ellos se interpretan los legados patrimoniales y se traducen los lenguajes técnicos de los mismos hacia formas más sencillas. Ahora el arte de comunicar no se reduce a unas cuantas reliquias llenas de polvo que descansan su sueño eterno detrás de vitrinas inamovibles, sino que van un poco más allá.
Esther María explica: “los paneles interpretativos tienen características diferentes porque las piezas están ilustradas. Tenemos exposiciones donde aplicamos técnicas que permiten a los ciegos y débiles visuales conocer lo que se exhibe. La palabra clave es intercambiar. No se reduce a llegar y decir: ‘este objeto perteneció a…’, y dejarlo ahí. Los visitantes tienen incluso la posibilidad de escanear códigos QR o de llevarse las informaciones en sus memorias y dispositivos móviles. En todo momento el propósito es interpretar de dónde venimos, qué somos, y hacia dónde vamos”.
El lugar se localiza en los altos de la sucursal de Casa de las Américas, sita en calle 59 y Primera Avenida. Sin embargo, no existen señalizaciones llamativas capaces de indicarle a los transeúntes que en ese segundo piso hay una entidad que no tiene nada que ver con sus vecinos de los bajos. Tal vez sea por esto que un gran porciento de la población varaderense desconoce la existencia de la nueva institución museográfica, y preguntan constantemente por las funciones que ocupará la antigua sede cuando concluya su reparación. Los especialistas del centro no poseen informaciones que respondan a esta última interrogante, pero, eso sí, son conscientes del inmenso valor patrimonial que posee.
“El antiguo inmueble está bajo un proceso de restauración capital gestionado por Islazul. Esto, obviamente, va a traer cambios significativos. Pero hay que tener en cuenta que el edificio posee carácter de Monumento Local, por lo que su estructura no puede modificarse”, aclara Rosario.
Otra de las preocupaciones de la población está relacionada con el destino de las colecciones de la otrora sede, la mayoría de las cuales no se encuentran en el territorio. “Nosotros conocemos que el público demanda que sean exhibidas aquí, y para ello habilitamos un área donde se expone la Muestra del Mes, conformada por objetos que traemos del Museo Oscar María de Rojas”, explica Esther María.
¿Y HACIA DÓNDE VAMOS?
El trabajo del centro está insertado dentro de un proyecto gigantesco que se propone convertir a la península en una Ciudad Digital. Su concepto incluye una interactividad con el público nunca antes vista, cuyos espacios e iniciativas se encuentran en constante evolución, gracias a los eventos investigativos que auspicia.
“Tenemos diferentes retos. Queremos profundizar en la investigación del desarrollo del turismo desde la década del 90, demostrar cómo es que el balneario se convirtió en el destino de sol y playa más importante del país. Cada diciembre realizamos el evento Patrimonio, Naturaleza y Sociedad, enfocado en la interpretación investigativa de los valores locales”, asegura la especialista.
“Como nos encontramos en el mismo edificio de Casa de Las Américas, también vamos a hacer actividades en conjunto; coloquios de literatura, por ejemplo, como el evento Mi Península Azul. Queremos invitar a las familias de artesanos y pescadores varaderenses, para intercambiar con ellas y que interactúen con el público. Todos esos son proyectos investigativos, cuyo despliegue forma parte de la esencia del lugar”.
En medio de la compleja situación epidemiológica, las instituciones museográficas no han detenido sus labores. De hecho, con su accionar queda demostrado que son capaces de adaptarse a la modernidad y las necesidades de la población, generando espacios creativos donde la preservación de la memoria histórica está asegurada. El Centro de Interpretación Hitos de Varadero, Patrimonio y Turismo nunca será sinónimo de pasado y, mucho menos, de olvido. (Por Humberto Fuentes, estudiante de Periodismo)