Vivir del cuento, títeres y más

He rastreado las redes buscando los criterios de los espectadores sobre el  “Vivir del Cuento” (titiritero), con Teatro de Las Estaciones, y las opiniones del público general son muy positivas, un aplauso rotundo de likes y comentarios. En algunos casos escribieron rigurosas reflexiones, que incito a leerlas.

El guion de Jaime Fort, uno de esos magníficos creadores con que cuenta el programa, fue esencial para el éxito, donde se evidencia la colaboración de los maestros Rubén Darío Salazar Taquechel y Zenén Calero.

Con el títere como centro ideotemático, tanto en la concepción como en el despliegue de recursos del teatro de figuras, hay varios aspectos que lo validan, al ser quizás el primero de su tipo, en que el títere se inserta en un programa para adultos, lo que marca un antes y un después realmente satisfactorio. 

Destacó por recrear los personajes del espacio en un espectáculo titiritero, a partir de su propia realidad, cotidiana y matizada por sus problemáticas; logrando esa mixtura de manera armónica. 

Disfruté mucho la recreación de Zenén Calero, que confirió al programa una relación vívida, contrastante, entre actores y muñecos, creando un extrañamiento disfrutable en el juego escénico. 

Tal línea temática llevó de  manera inteligente al conflicto entre la creación y la censura, algo que atravesó el episodio  y en el que el absurdo, la ironía, el juego de palabras, el equívoco, la honda raíz crítica de lo que revela, constituyeron aportes esenciales a la risa y la reflexión. 

Se incluyeron diálogos vivos, transgresores, que reflejaron la dicotomía entre dos discursos que fluyen, se contraponen. 

Reírme de esos procesos, de esas mentes anquilosadas, es un alivio. Verlas en nuestra televisión un lunes en la noche fue disfrutable. Me pareció resaltable el personaje de René de la Cruz y su rol en el guion. Reflexionar todos sobre esas incapacidades mentales que frenan la creación y la libertad individual es una tarea pendiente. 

El humor siempre es revolucionario, cómo entiendo lo revolucionario: cuestionador, provocador, un látigo, como escribió Martí, con un cascabel en la punta. Asimismo, el teatro de títeres en su larga historia y tradición ha sido cuestionador e irreverente.  

El reflejo de la realidad desde el humor, que es algo que Vivir del Cuento ha conseguido desde su inicio, alcanza una significativa empatía con el público. Y este programa en específico, donde mezcló al títere, a nuestro teatro, no fue la excepción.

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Sobre el autor: Ulises Rodríguez Febles

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