Un cadáver exquisito resulta un texto que se construye en colectivo y rompe el canon de que la poesía es un arte solitario, la eterna lucha entre el vacío y el sujeto lírico. Dicho ejercicio permite elaborar un discurso coral donde las voces de diferentes creadores se entrelazan, se hilvanan, se trenzan. Quizás con estilos y subjetividades diferentes, a cada uno de ellos los une la época, la geografía, la búsqueda de las puertas laterales del Parnaso.
“Han pasado muchos años desde que André Breton y otros surrealistas escribieran el siguiente verso: el cadáver exquisito beberá el vino nuevo. La frase cadáver exquisito nombraría la técnica mediante la cual ellos defendían presupuestos relacionados con su visión del arte”, explica el bardo Israel Domínguez.
Bajo este precepto el Instituo Cubano del Libro, el Centro de Promoción Literaria Dulce María Loynaz con el apoyo de la Casa Iberoamericana de la Décima, APL (Arte Poética Latinoamericana) y amigos provenientes de otras latitudes, como parte de las actividades estivales del libro y la literatura convocó a la iniciativa Poema Exquisito del Verano.
En la provincia de Matanzas se concibió uno de estos textos llamado Nostalgias del Mañana. En él intervinieron los poetas Maylan Álvarez, Julio Blanco, Derbys Domínguez, Pablo G. Lleonart, Yanira Marimón, Lucía Cristina Pérez, Leymen Pérez, Mae Roque, Marta Teresita Tarifa y Alfredo Zaldívar.
“Ellos han unido sus voces en pos de gestar una escritura colectiva que exprese la fraternidad en estos tiempos tan difíciles, con la convicción de que a pesar del desasosiego, la poesía trascenderá la sequía del alma para convertirse en semilla, árbol y bosque”, comenta Israel.
NOSTALGIA DEL MAÑANA Siento una gris nostalgia del mañana que veremos pastar tras cada espalda, tras la mesa sin ruidos, tras la ausencia del sol. Mi alma se aferra a un horizonte incierto que se vuelve pasado antes de ser presente. Entre las tinieblas que ocultan el sendero he llegado a comprender que la vida es una respuesta a cada pregunta que nos hace el destino. Momentos donde no hay canción de fondo y la furia acompaña el silencio, los puños apretados desde siempre. Cada músculo crispado tensa la respiración, recuerdo pertenecer a ese país de noche donde todos faltan aunque sus sombras insisten en caminar en círculos cada vez más estrechos. Ya no hay espacio para marcar las huellas y llegamos muy tarde al punto exacto donde nada hay que hacer. Ya no hay retorno Hay que subir la cuesta sin importar qué cueste. He dicho que también tengo dos patrias, mi casa, los amigos, y las dos me acompañan aunque ahora queden lejos. Nada es más parecido a la tristeza que estas tardes en que nadie llama a mi puerta o el recuerdo de los ojos de mi perro aguijoneándome el alma. Mi alma sabe que soy un alma dividida, un dolor al costado, esa perpetua sensación de no estar de no querer. Fragmentada yo, mi alma a ratos se arrepiente y de vez en vez busca ese premio de consolación que anuncian también los atardeceres. Todos lo saben: mi alma se aferra a un horizonte incierto. Pero busco el aliento de un mañana para creer que el camino es posible aunque sea arduo aunque el sol quede lejos y Sísifo persista. Hay un sol invisible devorándome, quemando el silencio de tu voz y el páramo donde pudiera ver que el cielo se abre y cierra, como una densa compuerta para cruzar los límites. Sigo por el camino esperando encontrar las piedras que lancé contra el tejado de mi propia casa, las piedras que un día se alejaron de mi mano para romper mi memoria de cristal. Entre las tinieblas que ocultan el sendero he llegado a comprender que la vida es la respuesta a cada pregunta que nos hace el destino y me pregunto cuándo podré caminar sobre el asfalto, abrazar a Nadie, dormir acompañado por Nosotros, escribir Ustedes, o encontrar mi alma soñando en el jardín cual gorrión que busca la música en el último grano de arroz. Matanzas, escrito aleatoriamente entre el 1ro y el 15 de agosto de 2021.