Es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites

Ambientada entre 1880 y los años 30 del pasado siglo, en un escenario portuario innombrado pero que se ha identificado como una ciudad colonial colombiana, donde Gabriel Garcia Márquez escribiera sus primeros textos, la apasionada historia que aquí se cuenta está entre las más recordadas de la literatura contemporánea. 

En una sociedad enfrentada entre el convencionalismo y la vanguardia, la costumbre y el progreso científico, el romance de Florentino Ariza y Fermina Daza está destinado a permanecer en la memoria de los lectores en un tiempo idílico. El amor en los tiempos del cólera, la séptima novela de este autor, fue publicada por vez primera el 5 de diciembre de 1985, dos años después de que fuera galardonado con el Premio Nobel de Literatura. 

El tema de la novela ha sido resumido por el propio autor en esta larga frase: “Es la historia de un hombre y una mujer que se aman desesperadamente y que no pueden casarse a los 20 años porque son demasiado jóvenes, y no pueden tampoco casarse a los 80, después de todas las vueltas de la vida, porque son demasiado viejos”. 

A grandes rasgos, se cuenta la historia del amor casi obsesivo que Florentino Ariza profesa a Fermina Daza, aunque también se recorren otras historias. La muerte del personaje Jeremiah de Saint-Amour abre el relato. Para este, la vejez no merece ser vivida; pero el amor entre Florentino y Fermina imprime otra mirada sobre los años dorados. Para el amante enamorado, la vejez será la oportunidad de ver cristalizado el sueño de su vida: amar a Fermina Daza. La vejez se representa, pues, como un espacio para la esperanza, como un tiempo que aún puede ser tocado por la alegría. El tiempo es eternidad cuando se mantiene vivo el amor.

Si vas con la idea de leerte una historia de amor con maravillosos momentos entre los dos protagonistas, este no es tu libro, y si esperas encontrarte un protagonista atractivo y heroico, Florentino Ariza no es tu hombre, pero el conjunto merece la pena. 

En las 480 cuartillas del manuscrito no existe un solo instante en el que el amor no esté presente con todas sus alegrías y miserias, dramatizado en todas sus formas, en todas sus edades y en todos sus tiempos. Particularmente enfocado por supuesto en los tiempos del cólera, la curiosa peste que azotó a finales del siglo XIX a Cartagena de Indias y que no por casualidad se parece tanto a los síntomas del amor según Gabriel García Marquez. 

Aunque inevitablemente la novela esté colmada de crítica social, como viene siendo habitual, no resulta tedioso ni rompe la armonía de la narración. Incluso resulta una lectura ágil y amena. Un personaje importante, que no tiene nombre: es la sociedad del Caribe, sus prejuicios y supersticiones, sus costumbres anticuadas. Esto es lo que realmente conduce toda la historia.

El autor ha elegido la voz de un narrador omnisciente que acude a saltos temporales para hacernos viajar adelante y atrás de la historia. Por otra parte, el relato se estructura en seis extensos capítulos sin numeración ni título, lo que puede resultar chocante a algunos lectores, ya que los capítulos separados suelen sentirse como un descanso en la lectura.

Sí hay un elemento común en las novelas de García Márquez, es ese deje de tristeza. Pero al parecer en El amor en los tiempos del cólera, quiso transmitir algo distinto. Se presume ficcionó la historia de amor de sus padres. Según él, lo que pretendía con esta novela era poner de moda la felicidad.

A mediados de los 90, cuando a su carrera como escritor de ficción le faltaba poco para terminarse, García Márquez confesó que El amor en los tiempos del cólera era su libro favorito, puesto que lo había dado todo en su escritura. «Ese es el mejor», le dijo a un periodista de El País, de España, en mayo de 1996, «ese es el libro que escribí desde mis entrañas»

Contando la historia de un romance que no cree en las tantas barreras del tiempo. Un amor rebuscado, para nada perfecto y tal vez no tan real. Un amor de cólera que enferma a la vez que sana, y que en muchas ocasiones el modo que se haya para sobrellevarlo no es el más razonable, pero es que la razón y los sentimientos nunca han tenido el placer de conocerse y mientras así sea, amar, como la enfermedad, será padecer. Gabriel García Márquez lo sabía de antemano y así nos lo legó, en este libro que escribió desde sus entrañas, las letras de hoy, de ayer y de mañana porque hay libros que, como el amor, no tienen edad.

FRASES DE LA OBRA

“Le bastó con un interrogatorio insidioso, primero a él y después a la madre, para comprobar una vez más que los síntomas del amor son los mismos del cólera”.

“Amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo”.

“Le enseñó lo único que tenía que aprender para el amor: que a la vida no la enseña nadie”.

“Tenía que enseñarle a pensar en el amor como un estado de gracia que no era un medio para nada, sino un origen y un fin en sí mismo”.

“El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno”.

“La sabiduría nos llega cuando ya no sirve para nada”.

“Era todavía demasiado joven para saber que la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado”.

“Se dejó llevar por su convicción de que los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos”.

“Nosotros empezábamos a vivir en paz después de nueve guerras civiles en medio siglo, que bien contadas podían ser una sola: siempre la misma”.

“Las mujeres piensan más en el sentido oculto de las preguntas que en las preguntas mismas”.

“Lo único que me duele de morir es que no sea de amor”.

“Sin proponérselo, sin saberlo siquiera, demostró con su vida la razón de su padre, quien repitió hasta el último aliento que no había nadie con más sentido práctico, ni picapedreros más empecinados ni gerentes más lúcidos y peligrosos que los poetas”.

“El que no tiene memoria se hace una de papel”.

“Contéstale que sí. Aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no”.

CURIOSIDADES

  1. La novela fue un éxito de ventas y de crítica. Sus traducciones a otras lenguas merecieron varios reconocimientos, entre ellos el premio a la mejor ficción de Los Angeles Times, en Estados Unidos (1988), y el Premio Gutenberg a la mejor novela extranjera en Francia (1989). En el 2007, bajo la dirección del cineasta inglés Mike Newell, fue llevada al cine con una banda sonora interpretada por Shakira, a quien Gabo había entrevistado ocho años antes para un perfil que publicó en la revista Cambio.
  2. Sobre esta obra expresó: “Ahora estoy escribiendo una novela, probablemente la más difícil que he escrito. Muy larga, muy complicada y llena de lugares comunes. Es prácticamente una telenovela. Es no tenerle miedo al amor como es en la vida. Uno está acostumbrado al amor como es en los libros, pero no como es en la vida: con todo el sentimentalismo, con toda la cursilería, con todo el sufrimiento, con todas las alegrías”.
  3. Sobre el tiempo y la prosa de la novela dijo: “Cuando me di cuenta de que la novela transcurría en el siglo XIX, tuve la tentación de escribirla como si hubiera sido escrita en el siglo XIX, con las técnicas y estructuras de la novela posromántica, cuyo representante esclarecido es Flaubert. Entonces releí Madame Bovary, que es impresionante, una máquina absolutamente perfecta, sin grietas. Y también La educación sentimental, que me sirvió mucho, pero en sentido negativo. Recordaba que Flaubert no solo contaba allí una historia de amor, sino que hacía una precisa reconstrucción de época. La tenía ambientada en un momento histórico muy particular de Francia, y me interesaba saber cómo se las habría arreglado él para hacer lo mismo con mi novela, que ocurre en medio de una situación volcánica como la que se vivía en el Caribe a fines del siglo pasado. Me llevé una sorpresa porque me di cuenta de que, a diferencia de Madame Bovary, ese libro sí tiene grietas; está desgarrado en el sentido de que por un lado va la historia de amor y por otro toda la documentación de tipo social y político que él introduce (…)” 
  4. Los personajes de la novela están inspirados en los padres del autor. “Mi padre era el telegrafista del pueblo y mi madre era la chica bonita. Mis abuelos no eran ricos, pero eran gente relativamente acomodada. Y, sobre todo, mi madre era la niña de sus ojos, porque era la única hija. El viaje en que los primos llevan en mula a Fermina Daza, y el modo en que ella recurre a los telegrafistas para comunicarse con Florentino Ariza, es muy exacto, y la región corresponde puntualmente al libro. Ahora, el carácter de Florentino Ariza y el carácter de Fermina Daza están adaptados por supuesto a la conveniencia del drama, pero, de todas maneras, tienen mucho de mis padres. De mi padre, Florentino Ariza tiene el haber sido telegrafista, tocar el violín, escribir versos más o menos clandestinos y enamorarse locamente. Y de mi madre, Fermina Daza tiene ese carácter fuerte, sobre todo ese sentido casi inconsciente del poder que tuvo siempre mi madre con sus 12 hijos, y que siempre la hacía el centro de la autoridad”.
  5. En El amor en los tiempos del cólera con la familia de Fermina Daza, cuando ella era una niña. Estaba creando su vida dentro de la casa donde vive con su padre y su tía solterona (…) Estaba trabajando en el primer borrador. Ya tenía a la niña, el padre, la tía y su mamá, pero su mamá siempre me pareció un personaje innecesario. Simplemente no sabía qué hacer con la madre. Cuando estaban en la mesa podía ver la cara del papá perfectamente, podía ver las caras de la niña y la tía perfectamente, pero la cara de la mamá siempre la vi borrosa. La hice de una forma y luego de otra, pero siempre era un problema y yo no sabía qué hacer. Ella estaba arruinando mi novela. La tía llevó a la niña al colegio. El padre casi nunca estaba en la casa. La sirvienta se hacía cargo de la casa. ¿Pero qué se suponía que debía hacer la madre? Después, un día, mientras pensaba que estaba en un callejón sin salida, me di cuenta de que la mamá había muerto cuando la niña había nacido. Esta era la razón por la que la tía estaba allí; el padre la trajo a la casa para que criara a la niña cuando murió la madre. Y esta era la razón por la que la sirvienta se hacía cargo de casi todo en la casa. Era también la razón por la cual la madre no tenía nada que hacer. Así que ella siempre está presente en la casa y los personajes hablan de ella como alguien que ha muerto y que ha dejado una marca en su hija. Esto también explica por qué el padre está tan solo y tiene el tipo de personalidad que lo caracteriza. Resolví todo cuando dije: “Estoy equivocado. Estoy tratando de resucitar a una persona muerta. Esta mujer «murió»”.
  6. La novela se desarrolla en una ciudad imaginaria que tiene elementos de tres ciudades del caribe colombiano: Barranquilla, Santa Marta y Cartagena de Indias. 
  7. Las primeras noticias que se tuvieron de El amor en los tiempos del cólera datan de octubre de 1982, aunque en esa época aún nada se sabía de su raro título medieval. Simplemente, el día anterior a que se le concediera el Nobel, Gabriel García Márquez le comentó a una periodista colombiana en su retiro del Pedregal de San Ángel, en Ciudad de México, que hacía dos meses estaba escribiendo una novela de amor.
  8. Fue el primer libro que Gabo escribió usando un computador.

SOBRE EL AUTOR

En la última década del siglo XIX, Rubén Dario dio a Hispanoamérica la independencia literaria al inaugurar la primera corriente poética autóctona, el Modernismo. Mediado el siglo XX, correspondió al colombiano Gabriel García Márquez situar la narrativa hispanoamericana en la primera línea de la literatura mundial con la publicación de Cien años de soledad (1967). 

Como máximo representante del Boom de la literatura hispanoamericana de los años 60, García Márquez contribuyó decisivamente a la merecida proyección que finalmente alcanzó la narrativa del continente: el fenómeno editorial del Boom supuso, en efecto, el descubrimiento internacional de numerosos novelistas de altísimo nivel apenas conocidos fuera de sus respectivos países.

Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Magdalena) el 6 de marzo de 1927. Creció como niño único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus padres, se fueron a vivir, cuando el pequeño Gabriel contaba sólo cinco años, a la población de Sucre, en la que don Gabriel abrió una farmacia y Luisa Santiaga daría a luz a la mayoría de los 11 hijos del matrimonio.

Los abuelos de García Márquez eran dos personajes bien particulares y marcaron el inicio literario del futuro Nobel: el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra de Los Mil Días (1899-1902), le contaba a Gabriel infinidad de historias de su juventud y de las guerras civiles del siglo XIX. Doña Tranquilina Iguarán, su abuela, pasaba los días contando fábulas y leyendas familiares, mientras organizaba la vida de los miembros de la casa de acuerdo con los mensajes que recibía en sueños: ella fue la fuente de la visión mágica, supersticiosa y sobrenatural de la realidad. 

Gabriel García Márquez aprendió a escribir a los cinco años, en el colegio Montessori, de Aracataca, con la joven profesora Rosa Elena Fergusson, de quien se enamoró. Esta le inculcó la puntualidad y el hábito de escribir directamente en las cuartillas, sin borrador.

En ese colegio permaneció hasta 1936, cuando murió su abuelo y tuvo que irse a vivir con sus padres. De allí pasó interno al Colegio San José de Barranquilla, donde a la edad de 10 años ya escribía versos humorísticos. En 1940, gracias a una beca, ingresó en el internado del Liceo Nacional de Zipaquirá. 

En Zipaquirá tuvo como profesor de literatura, entre 1944 y 1946, a Carlos Julio Calderón Hermida, a quien en 1955, cuando publicó La Hojarasca, le obsequió con la siguiente dedicatoria: «A mi profesor Carlos Julio Calderón Hermida, a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que yo escribiera». 

En 1947, presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá para estudiar Derecho en la Universidad Nacional. Los estudios de leyes no eran propiamente su pasión, pero logró consolidar su vocación de escritor. El 13 de septiembre de 1947 publicó su primer cuento.

En 1948, por problemas políticos, la Universidad Nacional cerró indefinidamente sus puertas. Márquez perdió muchos libros y manuscritos en el incendio de la pensión donde vivía y se vio obligado a pedir traslado a la Universidad de Cartagena, donde siguió siendo un alumno irregular. Nunca se graduó, pero inició una de sus principales actividades periodísticas: la de columnista.

A los 28 años publicó su primera novela, La Hojarasca (1955), en la que ya apuntaba algunos de los rasgos más característicos de su obra de ficción.

Comprometido con los movimientos de izquierda, siguió de cerca la insurrección guerrillera cubana de Fidel Castro y el Che Guevara hasta su triunfo en 1959. Amigo de Fidel Castro, participó en la fundación de Prensa Latina, la agencia de noticias de Cuba. Al cabo de no pocas vicisitudes con diversos editores, García Márquez logró que una editorial argentina le publicase la que constituye su obra maestra y una de las novelas más importantes de la literatura universal del siglo XX, Cien años de soledad (1967).

Tras una temporada en París, se instaló en Barcelona en 1969. Su estancia allí fue decisiva para la concreción de lo que se conoció como el Boom de la literatura hispanoamericana, que supuso el descubrimiento internacional de los jóvenes y no tan jóvenes narradores del continente.

Su prestigio literario, que en 1982 le valió el Premio Nobel de Literatura, le confirió autoridad para hacer oír su voz sobre la vida política y social colombiana. Falleció el 17 de abril de 2014, a causa de un cáncer.

(Por María Karla Pérez Romo y Odalis Sosa Dencause)

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