He visto I Want, con mi familia, como la mayoría de las veces asisto a las funciones. Fuimos, más que a un teatro (espacio de comunión colectiva), a una casa, para compartir experiencias creativas que no imaginábamos; aunque ya teníamos algunas referencias.
Tocamos la puerta. Nos recibió la autora y directora María Laura Germán Aguiar, en cuyo aval se encuentran, entre otros textos, ¿A dónde van los ríos? y Los dos príncipes. Magnífica actriz de Teatro de las Estaciones y durante un tiempo de Teatro El Portazo, con ella sentimos la calidez del lugar mientras esperábamos a otros invitados.
En el teatro es diferente, una relación más contaminada por la tradición. En la casa-teatro, la comunión del público con la representación adquiere otra connotación, la intimidad del espacio en lo alto (el ático, como si entráramos a otra casita de juguetes), la cercanía con los otros, los niveles en que el público se sienta: un sofá, unos dados, el piso alfombrado.
Estábamos como en las tertulias que heredamos de nuestros antepasados, en que se leían o representaban textos dramáticos. Allí el universo mágico y traumático de tres paradigmas de la literatura infantil, que se cruzan en la mixtura de recursos expresivos y referentes, nos sumergen en la complejidad de un poema dramático, en su agudeza estética y cognitiva.
En la aparente sencillez se agolpan el espíritu de la Dorothy de El Mago de Oz, Pipa Medias Largas y el eterno Peter Pan; pero también los sedimentos de aprendizajes de tendencias y estilos de la autora-directora, que expresa desde la voz-cuerpo de las actrices y los planos de la visualidad, que traducen la soledad y el desamparo de una edad. Asimismo, nos llevan más que a la identificación al distanciamiento, y por lo tanto a la reflexión desde la amalgama de códigos que la obra nos ofrece.
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Se trata de dos niñas, con vivencias desiguales y parecidas, y dentro de ellas, de nosotros, la voz de Peter Pan, que seduce, tierna, nos lleva a otro espacio. Magnífica voz, por cierto, la de Carlos Peña, quien logra que lo sintamos, entrañable, con traumas y anhelos.
Después de los aplausos, María Laura explica que habrá un buzón en la entrada donde los interesados manifestarán su interés con un mensaje.
I Want es resultado de la colaboración de artistas de diversas manifestaciones, concreción de la formación de su autora, de las actrices y de Vivian Abuin, el maestro Zenén Calero y otros de distintos países que durante años han dejado su huella en una ciudad abierta a otras experiencias. Todo ello aporta a la puesta, la sensibilidad de esos aprendizajes, la delicadeza lírica, la efectividad dramática, que se mueve entre lo onírico, lo alucinante y la fantasía infantil.
Expone una mezcla de la más cruda realidad: el dolor de las pérdidas, las ausencias paternas, en una sociedad de éxodos constantes que hacen disfuncionales a las familias. Recrea una soledad, en ocasiones solapada, que habita las diferentes etapas que van desde la infancia hasta la más temprana juventud.
En la síntesis espacial, en la sutileza de la animación, en los planos vocales, que crean espacios distantes y cercanos, está también el trabajo coreográfico, la gestualidad y el uso preciso del cuerpo, simbiosis y contraste, donde se aprecia el trabajo de Yadiel Durán.
I Want diversifica el panorama teatral, nos lleva a un nuevo viaje cultural, a otras marcas de nuestro camino, que ojalá persistan en la tradición y la contemporaneidad. Si revisamos el teatro actual, es presente, algo que realmente necesitamos; y es el futuro, como ancla y esperanza.