Niovis Crespo Williams jamás habría imaginado que su hijo Marcos, ese niño que soñaba con ser kayakista, terminaría siendo bailarín igual que ella, menos después de haberla escuchado hablar de lo sacrificada que es la vida de estos artistas.
A los nueve años de edad, la pasión de Marcos Daniel Macías Crespo brotó de forma espontánea y decidió presentarse a las pruebas de admisión a la Escuela Vocacional de Artes y, aunque no aprobó, el apoyo de su madre y de una gran amiga de ella lo llevó por caminos insospechados.
Así, Tamara Moreno, quien en ese momento era vestuarista de Danza Espiral, le reveló la existencia de un curso, en la agrupación, solo para adolescentes, y aunque el joven bailarín solo tenía nueve años fue aceptado.
Tal experiencia lo dotó de muchísimos conocimientos, pero también sintió cierta frustración. “Ponían ejercicios de técnica que no podía hacer. Era muy complicado, incluso, un día me fui de una clase muy bravo, porque no lograba nada, pero gracias a Tamara soy bailarín. Ella insistió en que regresara al curso, que concluí de forma satisfactoria.
“Luego comencé en una compañía infantil, perteneciente a Danza Espiral. Era el único niño en un grupo de talentosas niñas. Aquí aprendí la esencia contemporánea y folclórica de dicha compañía. Aprendí un poco de baile español. Fue donde bailé por primera vez sobre un escenario, un 11 de agosto, nunca olvidaré la fecha”.
Más tarde, formó parte de un conjunto folclórico, dirigido por Alexis Morales O´farril, percusionista, cantante y bailarín matancero, con quien participó en la inauguración del Callejón de las Tradiciones. Aun después de salir de la agrupación el joven continuó recibiendo las clases de salsa y de folclor que aquí impartían.
“Enseguida ingresé en Corcel de Esperanza. Fue una experiencia incomparable, pues este proyecto comunitario trabaja sobre la base de espectáculos juveniles. Con ellos participé en incontables actividades, viajé a muchas provincias. Recibí clases de técnica y de folclor e, incluso, en los veranos, asistí a talleres de la Escuela de Arte, de la compañía Danza Corpus, dirigida por José Ángel Carré”.
En Corcel de Esperanza, el adolescente inquieto descubrió que su sueño era ser bailarín profesional. Conoció la existencia del Instituto Superior de Artes (ISA), y desde entonces cada paso que dio estuvo en función de cumplir esta quimera.
En noveno grado, realizó de forma fallida las pruebas de teatro, para ingresar a la Escuela Nacional de Artes, y no pudo asistir a las de danza, pues conoció la fecha demasiado tarde. Pese a las frustrantes dificultades, Marcos regresó al curso de Alexis Morales, con el objetivo de continuar su preparación para las pruebas del ISA.
“Durante el preuniversitario participé en los concursos: Yo bailo de todo y Un, dos, tres, danzando; ambos en parejas. En el primero obtuvimos el lugar cimero, y en el segundo gané el premio de interpretación masculina y a la mejor coreografía”.
Con 16 años volvió a Danza Espiral, para recibir clases de ballet y de técnica. “Esto significó mucho para mí. Ellos son la esencia de la danza contemporánea. Tener como maestra a Lilian Padrón, una de las mejores maestras de Cuba, fue algo determinante en mi preparación”.
En busca de otras fuentes de aprendizaje, llegó a la insigne agrupación matancera Afrocuba, donde lo recibieron con los brazos abiertos. Por primera vez, tuvo la oportunidad de hacer personajes folclóricos como solista. Simultáneamente empezó a bailar en Varadero.
También recibió clases en Los Muñequitos de Matanzas. Con ellos conoció en profundidad acerca de la rumba, ritmo característico de esta tierra. Participó en carnavales como integrante de la comparsa La Rumba soy yo. “Decían que los bailarines de espectáculo no sabían bailar comparsa, por eso fui a aprender, el objetivo siempre es aprender”.
Al concluir el duodécimo grado, Marcos acudió a los exámenes del ISA. Ese año no abrió folclor, su perfil. Esto lo condujo a presentarse por Danza contemporánea y suspendió. Optó por una carrera que en realidad no le gustaba, pero su sueño seguía ahí, siempre tuvo claro que lo lograría.
Un año después, participó junto a Olga Lianet Méndez Romero, en un concurso auspiciado por la Compañía Lizt Alfonso Dance Cuba, donde fueron premiados con un curso intensivo de 15 días, en el actual año. “También competimos en el programa Baila en Cuba por el Triunfo, al cual llegamos por casualidad, y con mucho trabajo ganamos el premio de la popularidad y el primer lugar en la zona occidental.
“En enero de 2022, volví y realicé las pruebas para estudiar en el ISA. De los 265 aspirantes, solo cuatro aprobamos las teóricas. Luego tuvimos las prácticas. Para mi asombro, había aprobado dos perfiles: danza contemporánea y folclor, pues el año anterior no lo había logrado con el primero”.
“Opté por el folclor, es lo que más me gusta”. Cómo no va a gustarle, si es de La Marina, cuna de muchos de los ritmos más populares de Cuba.
Actualmente, Marcos Macías Crespo estudia en el ISA, e integra la compañía Fumescu (de fusión musical escénica cubana). Su madre no puede estar más orgullosa, su barrio y toda Matanzas. (Lisbeth Marrero Roque, estudiante de Periodismo)