Ernesto Parra fundó Teatro Tuyo en 1999.
(Foto: Ramsés Ruiz Soto/ Casa de la Memoria Escénica)
A inicios del mes de junio, la temporada Narices Rojas reunió en la ciudad de Matanzas a agrupaciones que defienden y dignifican el arte del payaso.
Entre ellas Teatro Tuyo, de Las Tunas, se ha convertido en un referente a la hora de hablar del tema en Cuba. Este colectivo desarrolla toda su propuesta escénica en torno a ese personaje centenario.
Cuatro Premios Villanueva de la Crítica avalan la calidad de su trabajo que también se encamina hacia el intercambio con otros grupos, a través del Taller Internacional de Payasos en Las Tunas, y la docencia en la Escuela Nacional de Clown, fundada en 2019.
Ernesto Parra, su director, no es un desconocido del público matancero. Con su divertido Papote estuvo recientemente en el escenario del Teatro Sauto para presentar Clownpuerta, estreno mundial que dio inicio al Festival de Teatro de Títeres, y en menos de un mes ha vuelto con Charivari.
Enamorado del payaso hasta el delirio, Parra no solo dirige y actúa también se dedica al magisterio y la investigación. Durante su última estancia en la ciudad de los puentes presentó su libro digital Clownteo regresivo.
Un equipo del periódico Girón conversó con él acerca de su particular visión del mundo del clown y la actualidad de este arte en nuestro país.
—¿Cuál es el concepto de payaso desde la perspectiva de Teatro Tuyo?
—“Un actor que se especializa, desde las diferentes técnicas que componen las artes escénicas, en perfilar un personaje que lo acompañará durante toda su carrera profesional. Interpretando diferentes situaciones, de ahí la vitalidad y la importancia que tiene la dramaturgia de no caer en guiños y facilismos. Chaplin resulta quizás el máximo exponente porque logró llevar a Charlot a una dimensión amplísima.
“Así como todos tenemos una personalidad que se va definiendo a lo largo de los años y va mutando, así mismo el actor clown va evolucionando.
“En Teatro Tuyo intentamos mantener la esencia poética del payaso que es su origen y por eso no nos encaminamos hacia un público determinado. Tratamos, desde la dramaturgia, de hacer un teatro familiar, donde el niño no sienta que va acompañado por el adulto sino que ambos están asistiendo a un hecho artístico que tiene distintos niveles de comunicación”.
— ¿En qué situación se encuentra el clown con respecto al panorama escénico cubano?
—“Usando una analogía de la agricultura: estamos en un momento donde las primeras semillas comienzan a convertirse en posturas. En la medida en que las sigamos cuidando y ellas también procuren crecer y convertirse en árboles, podremos tener una cosecha muy prometedora.
“Teatro Tuyo promueve la dimensión académica para que nuestra experiencia de 23 años de trabajo y la de los maestros que nos antecedieron en la historia, llegue a los alumnos a través de lo que ya es un hecho: la Escuela Nacional de Clown. Ir fomentando desde lo académico esas semillas que en el futuro serán también creadores”.
— ¿A qué se debe este florecimiento?
—“En Cuba existe, amén de que muchos aspectos pudieran mejorarse, ese acompañamiento institucional, logístico, desde la academia, donde la voluntad política y los Centros y Consejos asisten a los grupos profesionales. Las compañías cuentan con un salario fijo por crear, entrenar, investigar, pero no debe haber un acomodamiento.
“Ese es un síntoma negativo de cuando está todo al alcance de la mano: resulta fácil sentarse a esperar que te lo sigan dando. Hay que tener conciencia y responsabilidad de que bienes materiales y financieros se ponen a la disposición de la creación para devolverlos a los públicos como recursos espirituales.
“El arte del payaso es quizás por excelencia el que más pude desarrollar esa vocación de servicio”.
— ¿Qué particularidades tiene una escuela de clown como la ustedes han creado en Las Tunas?
—“Podría responder en términos cuantitativos: son 30 asignaturas en dos años y medio. Desde el punto de vista cualitativo, pretendemos, y de alguna manera lo hemos logrado con nuestra primera graduación, inculcarles a los alumnos que el arte, la virtud y el talento no son suficientes si no están en función de ser útiles a los demás. Esta constituye la gran enseñanza que queremos transmitir, heredada de nuestros antecesores en el noble arte del payaso”.
— ¿Cuáles son sus referentes como institución académica?
—“La Escuela bebe en primer lugar de Edwin Fernández, un actor con una capacidad histriónica y un diapasón amplísimo que abarca el cine, la radio, la televisión, el circo, el cabaret, el doblaje. No es el único, con él hubo una generación dorada de payasos, sobre todo del mundo del circo.
“Antes de Edwin, el gran Rafael Padilla, olvidado aún por la historia de teatro cubano, primer payaso negro del mundo, Monsieur Chocolat. Un niño nacido esclavo que triunfó en Francia.
“Hay maestros latinoamericanos, sobre todo en la Argentina, que han dejado su legado en artículos y libros, como Hernán Genet, Cristina Moreira, Manuel Cazón. En un marco mucho más amplio: Oleg Popov, Yuri Nikulin, Karandash (Mijaíl Nikoláievich Rumiántsev).
— ¿Qué necesita un actor para ser un buen payaso?
—“Lo primero, ser actor. A diferencia de lo que se cree, que por no ser buen actor y tener vis cómica te puedes dedicar a esto. Todo lo contrario. Un buen payaso debe ser un buen actor, tener la capacidad de transmitir emociones, de transformar un suceso de ficción en una verdad”.
—Cuéntanos sobre tu libro, ¿de qué trata Clownteo regresivo?
—“Narra cómo ha despegado un cohete cargado de payasos desde Las Tunas. Son cuatro capítulos que están ordenados 3, 2, 1, 0, tal cual el conteo regresivo para el despegue.
“A partir de artículos de prensa, crítica especializada, reflexiones teratológicas, opiniones de colegas, se recopila la historia de Teatro Tuyo. Hay también una cronología, fichas técnicas, una galería de imágenes.
“Tiene un capítulo en el que explico qué es un payaso para Teatro Tuyo y otro donde digo quién es Ernesto Parra: alguien que desde Las Tunas intenta demostrar que cualquier lugar es bueno para florecer. Solo creo en la vocación de levantarse todos los días a transformar la realidad, solo que en mi caso me toca hacerlo con una nariz”.
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