El pintor Javier Dueñas Rodríguez (Cárdenas, 1969) resultó merecedor del Premio Provincial de Artes Plásticas 2023, máximo reconocimiento que se otorga en Matanzas a un creador de este rubro por la labor de toda la vida.
El galardón le será entregado este miércoles y desde Periódico Girón le proponemos un pequeño dossier con fotos, videos y declaraciones de especialistas vinculados a su obra.
Javier Dueñas pinta lo que ven sus ojos en la cotidianeidad y establece un juego de imágenes semánticas y pictóricas que despiertan en el espectador múltiples evocaciones, acumuladas en sus adentros desde su propia génesis.
Dueñas —valga la redundancia— es dueño de una imaginación peculiar. Su modo de resignificar el complejo de imágenes que toma de cualquier sitio —obras de arte, visiones circundantes, representaciones y símbolos del ambiente típico cubano…—, no es un simple acto de apropiación, sino algo más: la posibilidad de traducir a las razones de su sensibilidad y pensar todo cuanto sus ojos le redescubren.
En él se conjugan el sentido del humor, el juego que recompone, y la lógica de un pensar sugerente. Así, la concepción de la historia gráfica, la abstracción o la figuración plástica, el diseño que une materiales diversos y la poesía que en el artista suma valores universales con referencias de “tierra adentro”, además de estructuras visuales que no siempre responden a la noción habitual de estilo.
No es un paisajista en el sentido tradicional del término, a pesar de que su pintura aparenta lo contrario. En su obra el paisaje es un medio y no un fin, constituye un símbolo que expresa múltiples significados. Esta polisemia afecta todos los sistemas operativos, de esa forma, cada una de las representaciones que se disuelven e interpelen en los diferentes planos poseen una naturaleza conceptual.
Su obra tiene mucho movimiento, y este se logra casi siempre, dada las inquietudes plásticas del creador en su afán por explorar la línea y el dibujo —base de sus experimentos pictóricos—, junto al valor de las manchas de colores y las pinceladas sueltas, sobre las superficies variadas en las que indistintamente trabaja, para así constituir un rico y diversificado arsenal de formas que dinamizan su discurso visual-estético.
Dueñas se adueña de la tradición, las costumbres pueblerinas y la historia. Pero no lo hace por vía lineal. En su hacer hay un campo mediático: la morfología y los motivos de la historia artística. Eso explica la actualización de “campesinos felices” del cubano Carlos Enríquez, donde ya no es el “guajiro” empobrecido de ayer el que muestra, sino cierto espécimen del campo nacional de hoy a quien el “Mercado campesino” ha convertido en florecido negociante. Por medio de semejante operación de cambio introduce significados nuevos: la ironía, la burla, el toque inteligente, que desatan en el espectador necesarias reflexiones.
Hay en el creador una voluntad de búsqueda que lo dimensiona. En vez de contentarse con la repetición cómoda de fórmulas descubiertas, se propone en cada obra un problema requerido de solución. Esa es la causa de las disparidades, y es esa también la tónica de un espíritu que no sólo ordena y embellece, sino que pregunta, cuestiona, valora y confunde. La suya es la perspectiva de un artista de ideas, de los que no solo satisfacen el deseo ornamental, de los que traen consigo un “sueño de tempestades” que solo calman con cada pieza realizada.
(Por: Toni Piñera)
Javier Dueñas no es un gran conversador, sin embargo tiene el don de hablarnos con imágenes, y visto allí en su obra el diálogo es extenso y sentencioso.
El experimento – hijo más querido del creador – no lo deja solo en el plano formal, ni logra aislarse del concepto; pues tras la ingenuidad del periódico hay una relectura que enriquece el dibujo. Muchas veces nos parece que mas allá de su textura es un pretexto para leer (o releer).
Los problemas cotidianos del hombre sorprenden nuestro asombro; pues Javier logra contárnoslo desde otros ángulos de la realidad, eso sí, sin traicionar el dibujo y algunos temas recurrentes que nos hacen particularizar cada obra.
Volver siempre sobre Javier Dueñas es departir con frescura y profundidad, es una animada charla con uno mismo, con todos.
(Por: Lic. María del R. Florido)
En sus obras, durante más de 30 años de fructífera carrera como profesional del arte, destaca significativamente su extraordinario carisma para la figuración donde atesora el imaginario iconográfico de nuestro pueblo, personificando a través de elementos identitarios, valores y esencias de la vida del cubano y de su espiritualidad latente; en la que refleja urgencias de subsistencia vivencial como la tierra, el trabajo, la familia, el hogar y su entorno; así mismo, las certezas e incertidumbres, los aciertos y desaciertos del día a día, involucrando en este sentido, por una parte, su visión crítica, onírica y mordaz ante el contexto social inmediato, y por otra, el matiz hilarante que nos identifica ante las circunstancias cotidianas.
En su obra trasciende una profunda poética costumbrista, legado que adopta de la literatura y del humor gráfico, la cual redimensiona a través de evocaciones al paisaje común, la idiosincrasia y el criollismo de su arquitectura rural. Es un paisaje dotado de una atmósfera mágica e irreal, ajeno a toda perspectiva lógica, resultante de sugerentes invenciones figurativas que fabulan en un lúdico divertimento de absurdos hasta imponer una pauta surrealizante en las escenas, donde las figuras dialogan en un espacio caótico de una punzante y empática ironía, transportándonos en ocasiones al imaginario literario de Macondo en “Cien años de Soledad” del colombiano García Márquez.
El explorar y apropiarse de disímiles recursos formales le propicia a Dueñas entretejer una peculiar variedad discursiva que universaliza su propuesta artística, en la que los tonos íntimos con profundo arraigo telúrico de naturaleza social redimensionan su universo creativo. El empleo del comics deviene expresión retórica que satisface su particular habilidad para la narrativa de dibujos historiados, mientras otros tópicos formales aluden al diseño de mosaicos como recurrente recurso compositivo que asume con notable acierto, permitiéndole perfilar una original sublimación a través de sus códigos, sustrato decorativo primigenio que formula connotadas relaciones gráficas.
En su locuaz discurso se vale de la parodia para expresar “lo real maravilloso” de nuestro contexto, exponiendo mediante esta, las relaciones iconotextuales entre el imaginario popular y su propia visión de la realidad; donde subvierte la tradición histórica de la Isla y el referente universal, el pasado y el presente, lo ajeno y lo propio, lo objetivo y lo subjetivo, involucrando profundas e ingeniosas narrativas visuales mediante sugerentes títulos y la recontextualización de figuras, códigos y símbolos.
Por este camino, la ilustración parece ser la singularidad más fascinante, ya sea a través de la audacia de un excelente dibujo revestido de tintes cromáticos, como por la riqueza de su registro visual, constituyendo esta, la clave de su genio creativo, disciplina que proyecta y decodifica con magistral dominio, poblando el plano de la tela, la cartulina, el papel periódico u otro soporte cualquiera, de alucinógenas metáforas en una exquisita resolución compositiva.
Sin duda, la obra de Dueñas constituye un referente imprescindible dentro del panorama artístico, no solo en el contexto matancero, sino del arte contemporáneo cubano y latinoamericano.
Su talento y capacidad creativa conviven junto a la honestidad de su universo visual, en el que establece una entrañable poética que se complace en el ejercicio académico con absoluta libertad, desprovista de examen, recelos y censuras, posibilitando que se exprese la dualidad de su conciencia crítica y la ensoñación de su inconsciente imaginario, donde la mirada reflexiva ante el pasado histórico y el contexto inmediato, trastoca el límite de lo sutil y pueril hacia lo escalofriante y osado de su discernimiento, proponiendo, tras una dosis expectante de sentido común y responsabilidad, su compromiso como artista y ser social.
(Por: Vilma Roque Espinosa)
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