La actualización de la base informativa sobre las características y la evolución del proceso de envejecimiento de la población cubana deviene herramienta vital para enfrentar uno de los mayores y más complejos retos que tiene el país en el presente, a mediano y largo plazos.
Tomando en cuenta la importancia del asunto, entre noviembre de 2017 y enero de 2018 se realizó la II Encuesta Nacional sobre Envejecimiento de la Población (ENEP 2017), estudio asumido de forma conjunta por especialistas del Centro de Estudios de Población y Desarrollo, de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), y del Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud (Cited), del Ministerio de Salud Pública.
El máster en Ciencias Juan Carlos Alfonso Fraga, vicejefe de la ONEI, precisó a Granma que la investigación abarcó las 15 provincias y el municipio especial Isla de la Juventud e incluyó aspectos vinculados a las características sociodemográficas de la población de 50 años y más, como fueron, por ejemplo, estado de salud, condiciones de la vivienda donde residen, con quienes conviven, estado conyugal, ingresos, nivel de escolaridad, y los que requieren de ayuda o apoyo para hacer sus actividades cotidianas.
Según resaltó Alfonso Fraga, el procesamiento y análisis de los datos recopilados posibilitó conocer de forma precisa la situación de las personas mayores y muy mayores en Cuba, lo cual pone en manos de los decisores la información requerida para el diseño de las políticas públicas de mediano y largo plazos, que conduzcan a un envejecimiento activo, participativo y saludable, propósito de la política económica y social del Gobierno cubano.
De acuerdo con lo planteado por el directivo de la ONEI, la inclusión en el estudio de individuos de 50 años en adelante obedece a que ese grupo etario lo conforman más de un millón de personas, las que, en tiempos relativamente cercanos, se incorporarán al segmento poblacional de los que tienen seis o más décadas de vida.
Consultado sobre si los aportes de la investigación mantenían vigencia tres años después de realizada, Alfonso Fraga puntualizó que las estadísticas demográficas y sus tendencias no cambian en cortos periodos de tiempo, por tanto son válidos hasta que se haga otra.
Por la originalidad y trascendencia de los resultados, la Encuesta Nacional de Envejecimiento Poblacional obtuvo Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba 2020, en el acápite de Ciencias Biomédicas. Sus autores principales son la doctora María del Carmen Franco Suárez, la licenciada Norkis Plasencia Padrón, y los máster Anays Montequín Jiménez y Jesús Menéndez Jiménez.
Hablan los números
La encuesta, indicó Alfonso Fraga, puso de manifiesto que la población de 50 años y más residente en Cuba ascendió a 4 022 616 personas, de ellas el 52,5 % son del sexo femenino, con una relación de 1 103 mujeres por cada mil hombres. El 78,5 % de la cifra total habita en zonas urbanas, mientras el 21,5 lo hace en áreas rurales.
«Con respecto al estado conyugal, se encuentran casadas o unidas el 58,1 % de las personas mayores de 50 años, en tanto las divorciadas o separadas representan el 18 % de la población encuestada, las viudas el 14,1 % y las solteras el 9,5 %».
Llama la atención que los hombres sin pareja son un 32,9 %, frente a un 49,6 % en las mujeres, proporción que se eleva al 73,6 % a partir de los 75 años, acotó.
La proporción de divorciados o separados, junto a la de viudos y solteros, asciende al 41,6 %; es decir, «una considerable proporción de personas mayores se encuentran sin pareja».
Carecer de tan importante vínculo afectivo en la vejez puede influir no solo en el sentimiento de soledad, sino también en el estado de salud de esas personas.
El 46,9 % de la población entrevistada, culminó estudios de la enseñanza media superior y nivel universitario, siendo esa cifra más elevada en el sexo masculino.
Se constató, además, que los hombres disponen de mayor diversidad de fuentes de ingresos mensuales, con respecto a las mujeres. Así, nueve de cada diez personas del sexo masculino dispone de ingresos propios por concepto de salarios, jubilación, rentas y ahorros, lo cual está presente en seis de cada diez mujeres.
Desde la percepción de la gran mayoría de los encuestados, los montos recibidos resultan insuficientes y eso impone determinados límites en sus vidas cotidianas, como es, por ejemplo, poder adquirir o reparar la vivienda, hacer viajes o excursiones, ayudar a hijos y familiares, comprar equipos electrodomésticos.
Para Juan Carlos Alfonso, un aspecto para destacar es que cuatro de cada diez personas de la llamada tercera edad hace uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Ello, aseveró, propicia que tengan nuevas opciones en el uso del tiempo libre y contacto sistemático con familiares y amigos residentes en el exterior.
Sobre el modo de convivencia, la investigación corroboró que la forma de residencia más generalizada entre los mayores de 60 años es en compañía de otras personas (el 82,6 %), frente al 17,4 % que lo hace en solitario.
Alfonso Fraga acotó que quienes viven solos tienen una edad promedio de 71 años y el 54 % son mujeres.
Fueron identificadas desigualdades de género relacionadas, en su mayoría, con la dependencia económica, dada por una incorporación menor al trabajo de las mujeres (76,3 % de las encuestadas) o a causa de un retiro más temprano, en comparación con los hombres.
El estudio reveló que, como tendencia, los hombres se reincorporan a la actividad laboral con mayor frecuencia tras la jubilación y trabajan hasta edades más avanzadas. Alrededor del 26 % de las mujeres que dejaron de estar vinculadas laboralmente, por una causa diferente a la jubilación, lo hicieron por la necesidad de cuidar a los padres u otros familiares.
La protección social de los que sobrepasan la barrera de los 60 años es elevada, el 68,5 % de ellos recibe pensiones a través de los regímenes de seguridad y asistencia social que tiene carácter universal. Esta proporción alcanza el 82 % entre las personas que alguna vez trabajaron y están ya en edad de jubilación
El 80,6 % de las personas de 60 años y más padece al menos una enfermedad crónica, siendo la hipertensión arterial la más frecuente, en tanto el 50 % tiene como mínimo dos dolencias de ese tipo.
La mayoría se mantiene en las actividades habituales, en las cuales el peso fundamental lo tienen las tareas no remuneradas de trabajo doméstico en el hogar y la provisión de cuidado a personas dependientes de la familia.
Alfonso Fraga señaló que, al cierre de 2020 el 21,3 % de la población cubana tenía 60 o más años. Las proyecciones indican que para 2030 los adultos mayores serán 3,3 millones de personas, lo cual impactará en la familia, los recursos laborales y la asistencia social, aseveró. (Tomado de Granma)