El abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes dentro del ciclo de la violencia patriarcal

A los nueve años el cuerpo de Sulema experimentó los primeros cambios biológicos propios de la pubertad. Tales variaciones no pasaron desapercibidas por un agente de agresión: el tío materno. Los coqueteos y frotaciones de esta figura le resultaban incómodos, recuerda, y aunque desconocía el carácter sexual de los mismos, fue suficiente para dejar de frecuentar la casa de los abuelos.

De acuerdo con estudios de la OMS, una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 hombres adultos declararon haber sufrido abuso sexual en la niñez. Agrega la Unicef que los infantes sufren actos de violencia en todas las etapas del crecimiento y en diversos entornos, con frecuencia a manos de individuos de confianza con quienes se relacionan diariamente.  

La agencia por excelencia para la protección de las infancias define el abuso sexual hacia menores de edad como “toda interacción sexual en la que el consentimiento no existe o no puede ser dado, independientemente de si el niño entiende la naturaleza sexual de la actividad, e incluso cuando no muestre signos de rechazo”.

Esta forma de violencia se diferencia del acoso sexual por la asimetría o relación desigual de poder entre víctima y agresor, determinada por la edad, mayor fuerza física o tamaño, más habilidades sociales y capacidad intelectual.

Cepal y Unicef alertan que el abuso sexual durante los primeros años de vida socava la autoestima y la salud mental del infante. De no tratarse y generarse condiciones ambientales y terapéuticas favorables, puede afectar el transitar hasta la edad adulta, alega la psicóloga matancera Arlés Orihuela Gómez.

El abuso sexual se presenta, en tanto realidad interseccional, en otras manifestaciones violentas como el disciplinamiento desmedido, la exposición continua al maltrato doméstico y el bullying escolar, con impactos mayores allí donde convergen varias.  

Estos actos se disimulan, resulta difícil prevenirlos, suelen extenderse por semanas, meses y años antes de ser descubiertos o denunciados. La especialista en temas de familia, Orihuela, explica que “los niños y niñas pequeños no consideran el abuso como algo negativo en un primer momento, porque no pueden esperar conductas reprochables de las personas que quieren”.

DETERMINANTES ESTRUCTURALES Y CICLO PATRIARCAL DE LA VIOLENCIA

¿Por qué el abuso sexual contra menores de 18 años se concibe como un aliado del patriarcado? La gran desigualdad entre los géneros remite a normas sexuales que convierten a determinados grupos poblacionales en potenciales víctimas. 

El patriarcado es un orden social que provee a la fuerza un lugar central en la cultura, y los niños y adolescentes siempre son vulnerables porque se encuentran en desarrollo, son dependientes y establecen vínculos signados por la asimetría mental y física.

El machismo fomenta la masculinidad tóxica. Orihuela, quien también es docente de la casa de altos estudios matancera, afirma que como parte de las construcciones de género, las violaciones contra las niñas son más frecuentes. 

Este lado del imaginario popular se sostiene en creencias como: “las mujeres deben satisfacer a los hombres” o “la naturaleza femenina es más débil”.

Abonan el terreno la prevalencia de hogares con un largo historial de violencia y maltrato familiar, el déficit afectivo, la inseguridad y el estrés económico, la feminización de la pobreza en sociedades donde la mayor parte de las tareas de cuidado y atención a los infantes recae en las mujeres, la sobrecarga laboral de los responsables de la atención y educación. 

Aunque el abuso sexual afecta a todas las clases y estratos sociales, la infraestructura socioeconómica guarda una estrecha relación con los conocimientos y habilidades que los cuidadores poseen para enfrentar la violencia y sus mutaciones. 

MITO Y REALIDAD EN TORNO AL AGRESOR

Suele considerarse que “el agresor sexual siempre emplea la fuerza física” o “son personas aisladas socialmente, con un perfil y personalidad específica de enfermedad mental o perversión”. Lo cierto es que esta figura no siempre recurre a la violencia directa; a menudo emplea demostraciones de afecto, tácticas de persuasión y manipulación que van desde los juegos hasta la amenaza, agrega Orihuela.

Un panorama interesante se expresa en el contexto de las TIC, donde los agresores obtienen, descargan, producen y comparten material pornográfico. A partir de investigaciones desarrolladas por diferentes organismos internacionales, como la Agencia de la Unión Europea para la Cooperación Policial (Europol), se valen de redes abiertas, la web profunda (deep web), la internet oscura (dark net) y redes entre pares (peer to peer). 

En cuanto al perfil social, el abuso puede estar infligido por cualquier persona relacionada con la vida del menor, ya sean familiares, vecinos, amigos, maestros, compañeros íntimos o extraños. La Unicef resalta la prevalencia del abuso de tipo incestuoso favorecido por la convivencia. 

El contacto sexual entre un adolescente/niño y otro más pequeño también puede ser abusivo, si hay una significativa disparidad en la edad y el desarrollo, o si existe un aprovechamiento intencionado de esas diferencias.

Puede tratarse de una persona de éxito laboral o una figura pública, ser hombre o mujer, de cualquier orientación sexual, neurótico, psicótico, perverso o senil. 

Investigadores sociales cubanos (Alma Mater-OAR, 2021), refieren que cerca de la mitad de estas personas tuvieron su primer comportamiento de abuso antes de los 16 años, se encuentran en el entorno del niño y pasan desapercibidos, porque su conducta social no muestra su conducta sexual.

LA DOCUMENTACIÓN DEL ABUSO SEXUAL COMO FORMA DE VIOLENCIA

La Unicef advierte que garantizar que se documente la violencia en todas sus formas constituye un paso importante para su eliminación. 

De acuerdo con el material Preguntas y respuestas sobre violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes, producido por Alma Mater y OAR durante el 2021: Cuba no cuenta con estadísticas públicas sobre estos temas, lo cual dificulta caracterizar ciertos patrones de comportamiento (como a quiénes ocurre con mayor frecuencia). 

Esto se debe, en palabras de la Dr. C. y docente de la Universidad de Matanzas Yasvily Méndez Paz, por tratarse de una problemática invisibilizada a nivel social dentro del ciclo de la violencia de género que la naturaliza al mismo tiempo que revitaliza.

“Pero estos no son pretextos para dejar de la mano su estudio, y en ello las universidades y centros de investigación desempeñan un papel crucial. Estas instituciones deben proponérselo dentro de los objetivos de la gestión educativa, para incidir por medio de acciones y tratar de corregir el problema. 

“En Cuba y América Latina prevalece más la atención a la violencia económica y psicológica. Es todavía un reto desentrañar el modo en que la violencia se reproduce dentro del currículum oculto, es decir, por qué como problemática no representa un eje de atención central el abuso sexual y su reproducción en la sociedad cubana”.

MARCO LEGAL Y TRATAMIENTO EN CUBA

Todos los niños y adolescentes tienen derecho a recibir protección contra la violencia en cualquiera de sus manifestaciones. El tratamiento a la violencia consta como una preocupación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los cuales manifiestan un profundo interés por el empoderamiento de mujeres y niñas (objetivo 5); y el acceso a la justicia desde todos los niveles (objetivo 16). 

En Cuba los artículos 40, 43 y 48 de la Constitución refrendada durante el 2019 defienden la dignidad humana y el derecho a la integridad, condenan la violencia de género en todas sus formas. El artículo 86 establece que el Estado, la sociedad y las familias protegen a las niñas, niños y adolescentes “contra todo tipo de violencia”.

La Convención de los Derechos del Niño, ratificada por Cuba, obliga a los Estados partes a adoptar medidas para proteger a la niñez contra todo tipo de abuso físico o mental, incluido el abuso sexual infantil. Para ello resulta esencial fomentar la educación sexual desde edades tempranas.

Sectores conservadores, como organizaciones fundamentalistas cristianas, alegan que los niños no necesitan obtener información explícita sobre el abuso sexual, porque les predispone a desarrollar experiencias precoces. Nada más alejado de la realidad. 

La Resolución No. 139 de fecha 17 de junio del 2011, del Mined, puso en vigor el Programa de Educación de la Sexualidad con Enfoque de Género y de Derechos Sexuales para su aplicación en el currículum escolar a varios niveles, con el propósito de generar habilidades de autocuidado y prácticas sanas en la niñez.

En la actualidad, el Programa de Educación Sexual requiere perfeccionarse y adaptarse a la vorágine de las TIC y la llamada Sociedad de la Información, así como producir material educativo representativo de la diversidad y la inclusión de todas las identidades. 

En igual medida, asumir metodologías en contexto, con perspectiva de género, debe reorientar los fundamentos psicopedagógicos en función de un doble afán: desarrollar habilidades de protección y redimir a las víctimas de la represalia social. 

(Por: Laura Vichot Borrego)

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