Las 4 133 asambleas de afiliados y trabajadores, efectuadas de enero a marzo últimos durante la presentación del Plan y presupuesto 2023, estuvieron marcadas por numerosos planteamientos relacionados con diversas temáticas, en las que prevalecieron aciertos e insatisfacciones.
En la provincia de Matanzas participaron 147 164 trabajadores y afiliados, algo más de 7 000 por debajo de lo previsto, por diversas razones. La única empresa que no tuvo esta presencia fue la de la Música, de modo que sus empleados no tuvieron la oportunidad de exponer sus argumentos en una entidad cultural de marcada importancia social.
A lo anterior se suman los 8 870 obreros que concurrieron a las asambleas de representantes, de los que se efectuaron 247 reuniones de tal categoría.
En todos los casos, la vinculación de los organismos sindicales y administrativos tuvieron un comportamiento superior en comparación con otros procesos similares, excepto en las entidades nacionales y ministerios que en no pocos casos brillaron por su ausencia, pese a la importancia de estos auditorios que definen los servicios, producciones o economía.
Y aunque es sano y agradable hablar de lo bueno, como complemento de un ejercicio laboral pleno, las actuales circunstancias aconsejan andar claros porque, como dice el viejo refrán, el horno no está para pastelitos. Se notó la ausencia de 317 dirigentes sindicales, y aunque de seguro los hubo justificados, nos atrevemos a decir que la gran mayoría no.
Tales eventos no son los acostumbrados de cada mes –también vitales–. Se trata no solo de saber con qué materia prima, combustible y dinero se cuenta para el año, sino de si trabajas o no todo ese tiempo. Es algo demasiado serio para darle una importancia superficial, sin tener en cuenta sus detalles, porque estos inciden, y mucho, en la economía familiar y la del país.
De acuerdo con la información brindada por Alexis Martín Ferrán, funcionario de la CTC Provincial, hay tendencia a la insuficiente preparación de los dirigentes sindicales y cuadros que conducen este tipo de análisis en los procesos de marras, insuficiencia todavía con niveles bajos.
Asegurando el mencionado que esto no provocó cambio alguno en la calidad de las asambleas al no involucrase a trabajadores y colectivos, debe preverse que pueda ocurrir, y esto sí resultará grave para el incremento de los niveles de productividad y eficiencias económicas al no recibirse las orientaciones precisas en el momento adecuado.
Otra debilidad detectada este año es la falta de objetividad en la planificación de las reuniones, pues hubo cambios de fecha, caldo de cultivo para las ausencias de los afiliados y trabajadores en general, al no haber coordinación con las administraciones.
Se demandó la presencia del organismo superior (nacional) en el caso de las entidades con pérdidas. Su participación en estas asambleas anuales constituye una responsabilidad de los Sindicatos Nacionales.
Positivo es que, en la mayoría de las entidades, desde el principio del año en curso se contó con el plan y presupuesto desagregados, objetivo del Gobierno local que forma parte de una estrategia prevista.
Acerca de los principales planteamientos, se reiteran los concernientes a los bajos niveles de actividad por la falta de recursos materiales, materias primas, insumos, combustibles, etc. También los impactos negativos de los precios centralizados, que no reconocen los costos de producción y los servicios, ocasionando baja rentabilidad y pérdidas. Además, hubo referencias, y no pocas, de malas condiciones laborales, limitaciones alimentarias, los altos precios en general y la falta de calzado, ropa y medios de protección.
Otros se pronunciaron acerca de los bajos salarios e insuficiente distribución de utilidades en correspondencia con los ingresos, lo que provoca incapacidad de compras, mientras crece la inflación. Se vertieron, además, dudas acerca de la ejecución y destino de las utilidades sobre la adquisición, construcción y reparación de viviendas, y sobre la estimulación moral.
Por sectores, el bancario (Sindicato de la Administración Pública) planteó insatisfacción con el salario, que no se corresponde con la carga, capacidad y servicios prestados a personas jurídicas y naturales. En Educación hay inconformidad con el pago por antigüedad y evaluación profesional del personal docente, mientras que el sector azucarero destacó la carencia de recursos para la agricultura cañera y vehículos de Unidades Básicas de Transporte.
Todo se corresponde con los momentos por los que atraviesa el país, con un cruel bloqueo económico y financiero que asfixia, la crisis mundial de la que este país toma una buena parte, recrudecida por lo antes expuesto, amén de los problemas locales, la falta de consagración, la toma de iniciativas y alternativas para atenuar las circunstancias adversas.
Existen magníficas acciones en puestos laborales y colectivos, aunque algunos prefieran ver solo lo malo, sin reconocer cuanto hace el país en política de salud, vivienda, construcción en general, transporte.
Con sus pro y sus contras, el proceso maduró. Obligó a reflexionar sobre cuánto nos falta en sentido humano, en entrega, en responder a cada circunstancia, en el valor de cada obrero y colectivo, en lo mucho que resta por entregar en energía e inteligencia, además de comprensión, sin olvido de las carencias de todo tipo. La clase obrera define. Sus exponentes hablaron claro y fuerte en estas asambleas, pero jamás debe perderse la visión de lo sensato, lo objetivo, de lo que se tiene, de cuanto se ha hecho y de que si no se entrega más es porque no se tiene. No conviene olvidar el ahogo al que se somete al país, pero tampoco que muchos no hacen lo que deben en lo social, productivo, administrativo y de dirección.