El nuevo Código de las Familias, ese que confío gane el voto por el SÍ el próximo domingo, ha generado tanta expectativa como polémica en este año de discusión y consultas a todas las instancias.
Sin embargo, más allá del debate, de defensores y detractores, nos encontramos ante una de las muestras más genuinas de que hemos avanzado como sociedad, una que, además, me hace sentir muy orgullosa. Y sí, es cierto que esta norma no representará un cambio radical en algunas creencias o conductas, pero, sin dudas, propiciará que en nuestra Isla los derechos lleguen a todos por igual.
Que gane el SÍ significa que el trabajo de “amas de casa” como mi abuela sea reconocido y valorado como una actividad de sostén imprescindible para la vida, tan importante como el resto. Que se apruebe nuestro Código, uno de los más avanzados de la región, implica también que las labores de cuidado, durante años anónimas o minimizadas, pasen a un primer plano y que se respalde no solo a quienes las reciben, sino también a los que las emprenden, muchas veces en situaciones complejas.
El SÍ por esta norma hará que las mujeres trans puedan casarse y fundar una familia desde la legalidad, con todas las garantías que ello supone; porque el amor, la no discriminación y el respeto a la diversidad transversalizan su esencia.
Mi voto por el SÍ va por el respeto a las infancias, para que mis sobrinos o los hijos que algún día tendré no se cuestionen por qué tienen más de un abuelo, y sepan valorar la maravilla y la fortuna que representan esas figuras en el hogar. Mi voto va por el derecho de los ancianos a un entorno familiar digno, donde se tomen en cuenta sus decisiones y necesidades.
Va por las familias sesgadas por la violencia, para que nuestros niños sean escuchados y respetados, para que crezcan libres de cualquiera de sus expresiones y que quienes agreden o maltratan no queden impunes. Va para que la responsabilidad de educar y proveer a los hijos no recaiga sobre los hombros de uno de los padres y se reconozca el inmenso mosaico familiar que es hoy nuestra Cuba.
Porque el Código no viene a imponer, sino a respaldar y proteger. Porque ese SÍ que pienso marcar dentro de dos días no lacera derecho alguno, por el contrario, amplía garantías para todas las personas y coloca los afectos en lo más alto de la familia cubana.
Yo voto SÍ desde la confianza en que no lo hago por mí o los míos, sino por un país que tiene la voluntad de cambiar y de crecer, desde adentro, desde su esencia misma que es la familia.
(Cartel por: Miguel Morales Madrigal)