El Atenas Rock regresa, con sus decibeles, sus botas Colosos, su hardcore donde nadie es amigo de nadie, sus t-shirt de Eddie the Reaper, la carabela de Iron Maiden o la carita feliz y grogui de Nirvana, con los tarros vikingos para beber. Frikis de toda la Isla, desde la tierra del changüí hasta la electrofashion Habana, vuelven a plantar su bandera en la tierra matancera. No importa de dónde vengas ni a dónde vayas, el rock los guía. Un espíritu contra la cultura hegemónica los guía.
Da lo mismo si el mercado, el de sones y piñas o el del autotune y el pop de brillantina, te asalte desde cada esquina de la vida. Aún quedan reductos que desde las murallas de la noche intentan defender un género musical que cambió el mundo, y que posee la capacidad de volver a hacerlo.
Durante dos años, en los cuales por culpa de la covid-19 todos nos refugiamos detrás de nuestros audífonos, para no perecer por el exceso de silencio, el evento debió emigrar a las redes sociales. No se podía perder por completo este festival, cuyos fundadores lo crearon cuando todavía se mencionaba la palabra rock y había quien desviaba la mirada, y que en dos décadas acumula kilos y kilos de audio del mejor Metal creado en esta Isla.
Probablemente, no exista un friki matancero que haya salido impune del Atenas, por lo menos, una historia, una nostalgia y una resaca (sonora) quedan. Sin abandonar por completo las plataformas digitales, porque hacerlo representaría renunciar al inexorable avance de los tiempos, el evento organizado por la AHS contará con un reflejo en las redes y a la vez en ese plano de la realidad, donde podemos sentir los vapores de las multitudes y “thrashear”, practicar el culto al bafle.
En esta ocasión, 19 bandas están invitadas, del patio y del resto del país. En ese rock criollo con un poco de to’ —sírvase a su gusto, camarada, que para todos hay un poco— habrá grunge, punk, metalcore, black metal.
Después de ser un nómada por los predios matanceros, hace unos años el festival se asentó en la playa de Buey Vaca, a las afueras de la ciudad. Según el hereje mito urbano, el nombre de este sitio proviene de un cartel cercano que rezaba “Wayback” para indicar a aquellos de vuelta del balneario de Varadero que regresaban a la capital matancera. Ese wayback, chamuscado por el espanglish y el cubaneo, poco a poco se transformó en Buey Vaca.
En franco jugueteo con esta historia, porque todos, como mismo hace el rock and roll, necesitamos las leyendas para poder sobrevivir, para esta nueva edición se toma como consigna, como estandarte, Wayback.
Este 2022 el Atenas Rock marca el camino de regreso y te grita a la cara: ¡Long live rock and roll!