Para hablar de béisbol en Cuba hay que mencionar a varias figuras matanceras. Este es el caso de Lázaro Junco Nenínger, a quien conocemos como Papá Jonrón. Se considera un hombre humilde porque según afirma, sus padres le inculcaron que con humildad todos los sueños se pueden lograr.
Quienes lo conocieron de niño lo recuerdan en las prácticas de atletismo, fútbol o baloncesto, pues la pelota no se encontraba dentro de sus deportes preferidos. Fue justamente en el Instituto Tecnológico Químico-Industrial Mártires de Girón de la capital, donde un entrenador lo invitó a presentarse a las pruebas reglamentarias para optar por un lugar en el equipo del centro.
“Gracias al empuje del profesor Pablo Gutiérrez jugué en tercera base y luego en los jardines. De esa etapa recuerdo las victorias con la selección de Playa que me permitían optar por una plaza en la novena de Industriales. Sin embargo, mis aspiraciones se encontraban en mi tierra y decidí regresar. ¿Me arrepiento? En ocasiones sí porque considero que mi presencia en el equipo principal de Cuba hubiera sido mayor”.
LA ESTRELLA DE LIMONAR
“Cuando retorno a Limonar me presenté con Sile Junco porque quería integrar la novena que se preparaba en mi municipio para la Serie Provincial. Él me comunicó que sería imposible, y me cuestioné ¿cómo con mis resultados no podía defender la camiseta del territorio? Ese equipo lo integraban además algunos soldados de la unidad militar que se encuentra cerca y a uno de sus miembros no le permitieron jugar».
“Recuerdo la negativa de mi madre hacia Sile cuando se apareció en casa con un uniforme: ‘No es plato de segunda mesa’ le dijo. Pero ante mi insistencia me permitió incorporarme al Limonar siempre que mantuviera mis resultados académicos, pues al graduarme, obtuve el Título de Oro».
“Estuve en el banco todo el tiempo. Ocurrió que en el Palmar de Junco uno de mis compañeros se lesionó y me permitieron ocupar la tercera base. Ese día me presenté tres veces y respondí en dos. En la jornada posterior me ubicó en los jardines y no me detuve hasta convertirme en el cuarto bate. Gracias a esa posición pude incluirme en la preselección de Citricultores y luego fui uno de sus miembros».
“Mi participación en esa Serie fue poca -afirma Lázaro Junco Nenínger- solo toqué el bate unas 30 veces y conecté 6 jonrones; el año siguiente llegué a home unas 60 con nueve jonrones en la lista. Transcurridos dos años de jugador de cambio decidí que si no me ubicaban como regular dejaría el deporte para concentrarme en la Química».
“Pero el destino no lo permitió. En el Coloso del Cerro, jugando contra los azules, el jardinero Leonardo Rodríguez sufre una lesión intentando capturar una bola. Juan Bregio, el director en aquel momento, buscaba la disposición de alguno de nosotros para ocupar el lugar. Por supuesto que me ofrecí y en ese juego los resultados fueron de 3 – 2, y en el siguiente enfrentamiento abro como regular».
“Para la Serie de 1980 con Citricultores alcanzo los títulos de Champion en jonrones y carreras impulsadas, por lo que logro incluirme entre los seleccionados al equipo Cuba. Siempre me ubicaban en el B, a pesar de mis excelentes resultados, excepto en el Centroamericano del 82, el Mundial del 84 y la Copa Intercontinental de Barcelona”.
EL POLÉMICO LÁZARO JUNCO NENÍNGER
“Me caractericé por ser un pelotero que salía al terreno para complacer a los aficionados, a mi familia, a mí mismo y no a los directivos del béisbol que no simpatizaban con mi carácter o mi manera de jugar».
“Quizás por eso me ofrecieron pocas oportunidades para eventos internacionales siendo líder en cuadrangulares y en impulsadas. Esta situación me fortalecía porque me trazaba metas para mejorar cada año».
“¿Cómo propinaba tantos batazos? Con esfuerzo y estudio. Era de los jóvenes que pedía consejos a los grandes porque quería ser grande. Intercambiaba con Antonio Muñoz (El gigante del Escambray), Pedro José Rodríguez (Cheíto), Luis Giraldo Casanova (El señor pelotero), Pedro Jova, Félix Isasi».
“Con los directores tuve algunos desencuentros. Recuerdo que preparándonos para el Mundial del 84 el profesor Juan Ealo de la Herrán me exige batear por el right fielder en mi turno si quería integrar la nómina. Me preparé y la pelota en dos ocasiones tomó esa dirección. Además, inventó lo que conocimos como bateador seleccionado. Siempre que el equipo tuviera un hombre en posición anotadora, aunque correspondiera el turno de otro compañero me ubicaba en el cajón de bateo para que acercara al corredor hasta el home. Era una especie de jugador emergente. En diez oportunidades disparé 8 y de ellas 7 fueron extrabases, incluidos jonrones. Así fue como gané mi puesto en esa competencia”.
RECONOCIMIENTO
“Para mi suerte, y a pesar del tiempo, el pueblo me quiere y tengo seguidores en toda la Isla. Es lo que más me satisface, que me detengan en la calle para conversar sobre pelota y para reconocer mi trabajo con Henequeneros y Citricultores».
“De mi papel como entrenador también estoy orgulloso. Varios alumnos en diferentes categorías integran la nómina nacional y aplaudo el trabajo que realicé con Yurisbel Gracial o Ariel Martínez cuando sacan la pelota del parque».
“Cada victoria de los Cocodrilos la disfruto al máximo y las derrotas las sufro sobremanera. Con algunos seguidores del Matanzas tengo debates porque no entienden que las derrotas también son parte del juego y del aprendizaje; pero los comprendo porque ya la afición se acostumbró a que la escuadra yumurina solo dé victorias y temen regresar a los últimos puestos de la tabla».
“Ahora es cuando el equipo debe sacar su estirpe de campeón y lucirse. A los aficionados les pido que tengan confianza, que esperemos hasta el último out del campeonato”.
JUNCO
“Soy una persona muy organizada, adoro a mis amigos aunque prefiero caminar solo. Me gusta la fiesta como a todos los cubanos, odio la mentira y la hipocresía».
“A mis hijos les enseñé disciplina, como hicieron mis padres conmigo, pobres, humildes pero disciplinados”.
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Lázaro Junco excelente pelotero, conectó más de 400 jonrones, difícil de igualar, le deseamos muchos éxitos
Una anécdota con Lázaro Junco, mi compañero de Estudio en la secundaria, jugaba este servidor la primera base del equipo contrario después Papa Jonrón, en un campito de maíz donde hicimos un terreno de beisbol en la escuela al campo en Calimete y metió una línea que dio un mal bounce que me poncho el ojo derecho, un ser preocupado que no dejo cada día de mi accidente verme en el campamento como me sentía, todavía no había llegado a las series nacionales, nos vimos en el reciente juego de las estrellas. Osmani Diaz radio Progreso.
Gracias por compartir con nosotros esta anécdota que pone de manifiesto la grandeza de Junco y que estamos seguros los lectores recordarán.