Gente de Periódico: Guillermo Carmona, cazador de lectores

Guillermo Carmona, periodista de Girón
El nombre de Guillermo Carmona, joven matancero de Tirry, figura entre los más prestigiosos de la editora Girón a lo largo de su historia. Foto: Raúl Navarro González

La primera vez que coincidimos fue hace algunos años, saliendo de la universidad juntos en una guagua. Él casi se graduaba, yo todavía empezaba y de tanto escuchar su nombre en la facultad… le veía, no sé, como a una leyenda. De pronto me preguntó aquello: Chama, ¿y a ti qué te gusta leer?, y enseguida caímos en la primera de nuestras muchas charlas. Las letras son su medidor humano: si te interesan, por afinidad tú a él también; si no, igual le interesarás, así sea para escribir sobre ti, porque ese es su trabajo y le apasiona.

Montado ya en la treintena, el Guille sigue siendo “ese niño lector nunca muerto en vida”, en sus propias palabras. De pequeño leía mucho, y como le pasa a infinidad de niños que se acercan a las historias escritas por otros, un día cualquiera le dio por escribir las suyas. Lo que, a diferencia de muchos, este niño tenía un especial talento. Tanto así que no ha podido parar de escribir ni tampoco de ser leído y premiado, dentro y fuera de la provincia. Hasta un libro de cuentos tiene publicado y todo.

Guillermo Carmona, periodista de Girón

El Guille, caramba. Así le decimos los que le conocemos y tratamos con mayor o menor regularidad, mientras que para el lector es Guillermo Carmona Rodríguez, un nombre impreso en tinta semana tras semana sobre las páginas de este semanario. Pero no creo que haya tanta diferencia entre quien le trata de colega y quien sólo le conoce por sus textos: posiblemente nunca estés tan cerca del Guille como cuando le lees. Ese es el efecto que produce. Esa es una manera de resumir su sello.

Podrás compartir una tarde con él y más gente, sentados en el murito de Narváez, que lo verás siendo uno más del grupo, como si nada extraordinario tomase forma de párrafo en su mente. Sin embargo, lo más probable es que incluso allí, entre las caladas a su cigarro o los sorbitos de un café, esté urdiendo sin que lo sepas su texto más ingenioso del mes, quizás un encargo para la próxima portada o una crónica/reflexión para su sección digital de los domingos. Nunca se sabe con este inquieto artífice de la prensa plana.

Guillermo Carmona, periodista de Girón

-Cuando en la Vocacional tuve que decidirme por una carrera, tenía claro que buscaría una donde pudiera desarrollar lo que más me gustaba: escribir –me cuenta este hijo de médicos con vocación claramente por su cuenta.

Pues, para Carmona, el arte tiene que ser militante. No en el sentido de izquierdas ni de derechas, sino en el de ayudar a mejorar la sociedad. Así que, antes de decantarse por opciones como Filología o algo de lenguas, prefirió estudiar algo mucho más útil para sus propósitos. Ninguna le pareció mejor que esa carrera con pruebas de aptitud que a García Márquez le gustaba tanto y en cuyas filas han batallado históricamente los Hemingway, Walsh, Capote o Guerreiro que él tanto quiere.

-Sentir que con mis palabras podía cambiar el mundo –añade-, aunque fuera a un nivel ínfimo, provinciano, como queramos llamarle. Por eso elegí el periodismo, y por eso dentro del periodismo he priorizado géneros en estrecha relación con la literatura.

Y el género más relacionado con la literatura, como numerosas veces habrá reiterado en los talleres y clases que imparte a estudiantes, es la crónica. Porque, como diría el profe Guillermo, esta posibilita usar técnicas literarias que no tienen cabida en otras vertientes más técnicas y menos propensas a la creatividad del lenguaje. Si es preciso te hace una nota, te inventa un título, te investiga para un reportaje o se interna entre los humos de una hecatombe, pero nada se compara al momento de redactar y darte la sensación de que te está narrando una historia, de que no hay camisas de fuerza para comunicar y de que el contenido que sea puede resultar atractivo si se sabe emitir bien.

También fue estudiante en su día; por eso valora tanto que los chiquillos sepan del Nuevo Periodismo, de las narrativas humanizantes y apegadas a la tierra que hoy refieren la vida en América Latina y en cualquier parte del mundo donde haya periodistas crónicos, enfermos de oficio. ¿Quién quita que algún que otro de sus alumnos, como él, se sume a ese movimiento creativo desde la Cuba de su tiempo? Quizás hasta coincidan pupilo y tutor en la misma editora donde el segundo cumplió su servicio social y, hasta el sol de hoy, continúa trabajando.

Girón es para el Guille una especie de continuidad a las razones por las cuales tomó la carrera que tomó. El lugar donde materializarlas. Vinculado a sus rutinas productivas desde que todavía estudiaba, su relación con este centro es mucho más estrecha que con las cámaras (no se considera fotogénico) y con los micrófonos (no le convence mucho su “voz de pito”). Por tanto, la cosa se resumía en escribir para ahí o, de lo contrario, irse a vender churros, como ha dicho alguna vez.

Guillermo Carmona, periodista de Girón

-Sabía que mi mejor vehículo para comunicarme iban a ser las palabras. Siempre me ha parecido que tienen un poder inmenso. Diferente al de las imágenes, diferente al del sonido, pero inmenso. Cuando estaba por graduarme, aunque tenía ofertas de otros medios, me decidí por el periódico porque solo a través de lo escritural podría llegar a expresar mis ideas.

Y, por fortuna para los aficionados a las Crónicas de Domingo, a sus penetrantes comentarios en la página tres, a los materiales de portada o contraportada con su sello, así ha sido. El niño lector nunca muerto en vida ha llegado a expresarse más de una vez, incontables veces, en disímiles géneros, a todas horas y contra todo obstáculo, desde el interior de un periódico de provincia donde le ha granjeado prestigio algo tan universal como la sola decisión de ponerse a escribir.

Sin excusas, sin remilgos, sin miedo al éxito pero tampoco al fracaso: para él la solución, la única alternativa, el último refugio, es escribir, escribir, escribir…

Así como se presentaba su tocayo de apellido en una vieja aventura, “Domingo Carmona, cazador de bandidos”, a este matancero de Tirry se le compara con aquel personaje por la sola similitud de nombre, pero a ninguno de sus amigos se nos ha ocurrido nunca ponerle “Guillermo Carmona, cazador de lectores”. Y eso que sus lectores/amigos cada día somos más.


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