Las historias por contar de la Botica Francesa

Las historias por contar de la Botica Francesa

El primero de enero de 2023 cae domingo, al igual que el del año 1882, fecha en la que los doctores en Farmacia Juan Fermín Figueroa y Ernesto Triolet Teliebre abrieron al público la Botica Francesa de Matanzas. Nos basta con esta fortuita coincidencia para escribir sobre uno de los lugares más emblemáticos de nuestra provincia.

Encontrar historias interesantes o al menos poco conocidas sobre la Botica es de por sí complicado. ¿Cuántos periodistas no habrán recorrido ya en sus textos cada una de sus losas? Por eso opté por dedicarle una tarde a conversar con Marcia Brito Hernández, quien dirige hace 40 años el lugar, hoy Museo Farmacéutico de Matanzas.

—¿Qué suceso relacionado con la Botica Francesa le ha parecido más interesante o especial?

—Cuando el ciclón Irma destruyó toda la estructura del piso de donde están los restos de Guiteras y Aponte en el Morrillo desde el año 1975, se trajeron para acá. El objetivo era que mientras culminaba el proceso de restauración estuvieran preservados aquí.

“Por primera vez el pueblo matancero pudo ver las urnas de mármol donde descansaban los restos de estos héroes, porque allá en el Morrillo estaban colocados en un Túmulo y no se veían.

“Acá estuvieron preservados casi un año, en el que fueron, indudablemente, el principal atractivo del museo. Llegaban estudiantes de todas partes, familias e investigadores, todos con el deseo de poder ver con sus propios ojos ese fragmento de la Historia de Cuba del cual teníamos temporalmente la tarea de proteger».

“Para los trabajadores del Museo Farmacéutico esto fue de mucha importancia, debido al valor histórico que tienen la vida y la labor revolucionaria y política de estos dos hombres».

“Como otra coincidencia curiosa, tenemos que Antonio Guiteras estudió Farmacia en la Universidad de La Habana. Recién graduado, comenzó a trabajar en un laboratorio particular y luego abrió uno propio con los ahorros de la familia».

“Este negocio finalmente quiebra y se ve obligado a contratarse como viajante de comercio en los laboratorios Lerdele, una sucursual del monopolio estadounidense Antioxin Laboratories».

“Primero lo destinaron a las provincias de Pinar del Río, La Habana y Matanzas, y después a Las Villas, Camagüey y Oriente. Es en esos viajes donde Guiteras consolidaría su pensamiento revolucionario y conocería a muchos otros jóvenes afines».

“Me gusta creer que su vocación fue la que lo impulsó a ser el hombre que llegó a ser, y esto solo nos enorgullece aun más por haber asumido el deber y el honor de conservar sus restos en nuestro museo».


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—¿Es cierto que conservan el instrumental con el que se le realizó la autopsia a Antonio Guiteras?

—Sí, el instrumental original. Este fue donado por el historiador Ercilio Vento Canosa, quien lo recibió del doctor Alfredo Triolet Figueroa, hijo del fundador de la Botica.

“Ambos, el historiador y el doctor, eran muy amigos desde la adolescencia y en base a esa amistad Alfredo, quien personalmente realizó la autopsia a Guiteras, le regaló los instrumentos a Ercilio por su condición de historiador”.

—¿Algo más que recuerde? ¿Seguro que le falta algo más por contar?

—Puede ser interesante que a los 82 años de haber sido fundada la Botica Francesa es que pasa a ser el primer museo farmacéutico en Latinoamérica. Tengo que reconocer también que esto sucede gracias a Fidel, aunque este nunca haya estado aquí.

“A ver, te cuento. Cuando nacionalizan este lugar, el 23 de noviembre de 1963, el doctor Ernesto Triolet Figueroa, hijo del fundador, declara que si la Botica pasa a patrimonio él la dona completa, porque el Estado adquiría el negocio como tal, pero los bienes seguían siendo del propietario».

“Así comienza en Matanzas todo un movimiento, en que se encontraban personalidades de la talla de Israel Moliner Rendón y Pedro Esquerré, para que la Botica no pasara a la red de farmacias del Minsap y se convirtiera en lo que es ahora».

“La familia Triolet era amiga de Julio Le Riverend, que en aquel momento era el director de Historia de la Academia de Ciencias de Cuba. El historiador conocía de primera mano las maravillas que había en la Botica, y la importancia que tendría poder abrir un museo con la ventaja de no tener que mover nada de lugar».

“Le Riverend conversa con Fidel sobre el asunto y es el Comandante, siempre con una visión más universal sobre los acontecimientos, el que se percata de que la Botica podía convertirse en el primer museo farmacéutico de Latinoamérica. Y para cerrar con broche de oro, deciden que la inauguración se hiciera el 1.o de mayo, en saludo al día internacional de los trabajadores, y así fue”.


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Sobre el autor: Boris Luis Alonso Pérez

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