El Cinematógrafo: Top Gun, Maverick

Ficha técnica:

Título original: Top Gun: Maverick

Año: 2022

Nacionalidad: Estados Unidos

Dirección: Joseph Kosinski

Guión: Ehren KrugerEric SingerChristopher McQuarrie

Reparto: Tom Cruise, Miles Teller, Jennifer Connelly, Glen Powell, Val Kilmer, Ed Harris

Duración: 130 minutos

—El final es inevitable, Maverick. Tu especie se acerca a la extinción —se mofa el almirante Cain, excelente Ed Harris.

—Tal vez, señor. Pero no hoy —responde el capitán Peter ‘‘Maverick’’ Mitchell.

36 años después de Top Gun, con la que Tony Scott revolucionó la manera de filmar las historias de acción y Tom Cruise se amoldó al uniforme militar tan bien como Cary Grant a los smokings o Paul Newman a las camisetas, Maverick continúa burlando montañas, aviones enemigos y la pasividad cultural vigente, pues, aunque su nombre suene ya como el de un viejo pistolero con el que solo osaría medirse algún que otro temerario, o un atleta que ha dado lo mejor de sí contra la censura de la edad, bien podría hacer gala de sus habilidades entre las nubes —no sin cierta autosuficiencia— todas las escenas que hagan falta, y aun así mostrarse como el más satisfecho en el recuento de héroes cinematográficos de estos últimos 36 años.

‘‘¡Es el hombre vivo más rápido!’’, se llega a decir de él cuando realiza una peligrosa prueba que marca un antes y un después en la historia de los pilotos, solo con el fin de reivindicar el valor del hombre frente a las máquinas cuando los viajes no tripulados se ciernen sobre el futuro de la aviación tradicional en la que, de forma tan poco tradicional, se ha formado. Será una de las pocas veces, en un total de dos películas, que le veamos despeinado, tras romper en espectacular hazaña la barrera del sonido y de la credibilidad. Su sonrisa sigue intacta, imborrable pese a las peripecias y reproches diarios que su irreverencia le gana; pero encarar a la muerte y por consiguiente alterar a sus superiores le proporciona cierto placer innegable a estas alturas de su vida.

Después de todo, el mundo ha cambiado, no estamos en 1986 y Maverick sólo puede existir en 1986. De hecho, su mundo no existe; es incluso más frágil que el de personajes menos verosímiles en sagas colindantes: un universo donde la mayor parte del tiempo atardece y al menos en la lejanía se escucha alguna melodía con sintetizadores, donde siempre hay una pose chulesca para responder a cualquier reclamo o coqueteo y la necesidad de la velocidad despierta el siempre imprudente instinto de lo salvaje tanto a lomos de una moto como de un caza. Sin embargo, está más cerca de las películas de pilotos hechas por Howard Hawks que de cualquier franquicia rápida, furiosa y cansina, ya que con el cineasta por excelencia de la masculinidad Top Gun: Maverick comparte, en mayor grado que su antecesora, el valor atemporal de ese cine abstracto donde se reflexiona y se viven peligros en vez de sólo reflexionar.

Es tan difícil aquí como en Sólo los ángeles tienen alas situar las tramas en momentos claros de la historia universal, cuando ni el vestuario es explicativo en cuanto a un período concreto y el argumento ni siquiera se desarrolla entre un inicio y final sólidos, debido a que resultan más bien abiertos, ambiguos y enriquecedores respecto a qué creemos que pudo o podría pasar a los personajes lejos de nuestra mirada, en ese limbo de películas filmadas, editadas y proyectadas en la imaginación del espectador nostálgico.

Dicha manera cíclica de concebir el producto, incluso bajo el riesgo que supone establecer cánones épicos en una narración geográficamente muy estática y poco hambrienta de subtramas, contribuye a hacer de estas películas genuinos mitos, cuyos protagonistas se nos hacen habituales y cada vez que nos los topamos es como la primera; en el caso que nos ocupa, un mito sobre la profesionalidad, la amistad, el honor, la culpa, la redención y demás cualidades a las que la industria americana históricamente ha demostrado temer menos que otras cinematografías, con el subyacente patriotismo que desde tiempos de Wellman ha dado pie argumental a la buena pericia de realizadores infravalorados en el circuito estadounidense.

Por ejemplo, gracias a la todavía persistente influencia de Scott en la planificación de rodaje y montaje, posterior a su aterrizaje en el circuito comercial americano, Kosinski logra que con gran economía descriptiva intuyamos la personalidad de Maverick y la de Bradley ‘‘Rooster’’ Bradshaw (un Miles Teller cada vez mejor como actor), con sus respectivos claroscuros internos; un pequeño logro que, si bien Hawks lo superaría en solo un plano, se aparta sensiblemente de la capacidad de los practicantes actuales en su gran mayoría. Supongo que no esperaba otra cosa Cruise, productor y, por tanto, decisor del film y su forma, más allá de una labor artesanal tan eficiente que se limitase a la difícil tarea de equiparar el legado de Scott y construir su testamento en pantalla grande como una de las mayores estrellas del firmamento hollywoodense. Y son tantas las virtudes de su filmografía, incluso dejando ecos de la saga Misión Imposible en algunos pasajes, que la entidad autoral de Kosinski tiene el buen gusto de no opacar el brillo de su protagonista.

Como Río Lobo para el western no crepuscular, El golpe para el subgénero de estafas, Los Intocables para los seriales televisivos de policías y mafiosos, Están vivos para la ciencia ficción de serie B de los 50 y Poder absoluto para la paranoia política de los 70, una pieza de entretenimiento que llega con perdonable atraso, obtenida fuera de época y tendencia y tal vez por eso tan cuidadosa en su ejecución, Top Gun: Maverick es el rescate entusiasta de otro tipo de cine que escapa a las definiciones fáciles y al cual podríamos denominar el de acción sin un villano central, o de vértigo, o de velocidad, o de romanticismo tardío: el cine de la aventura interior, la más poderosa de todas, la que se impone a cualquier espectáculo pirotécnico.

Desde el instante en que Maverick cae a tierra y se ve forzado a enfrentar el pasado y sobrevivir en un entorno inhabitual, nevado y plagado de enemigos, como un descenso a los 80, hasta los minutos finales, el 2022 quedó marcado en el almanaque de la nostalgia para quien vibra ante la pantalla como un auténtico Top Gun rompiendo la barrera del sonido.

Recomendado para usted

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *