Cuando se olvida a la Patria

Nuestro Héroe Nacional José Martí, al referirse a quienes deciden traicionar sus raíces, su tierra, y entregarse al adversario, dijo: “Quienes olvidan donde nacieron, y capaces de todo son, hasta de defender ideas ajenas, carecen de alma, la perdieron al entregar voluntad y cuerpo al mismo que lo odia y desprecia”.

El tema es sugerente al conocer la postura del boxeador de origen cubano Yosdanis Ugás, luego de vencer el sábado 21 del pasado mes, en Las Vegas, Estados Unidos, a una leyenda sobre el cuadrilátero, Manny Pacquiao, en pelea correspondiente a la división superwélter (69.85 kg).

Si bien el ganador mereció el voto unánime de los tres jueces, las palabras de Ugás luego del combate se corresponden con quien vende el alma al diablo por un doblón, como reza el refrán, aunque en este caso fue para mostrar una fachada política distante de la real compostura deportiva, y sí en correspondencia con los enemigos del pueblo cubano y su Gobierno.

Olvidó que fue en su tierra natal, Santiago de Cuba, donde encontró las bases de su ulterior desarrollo en las filas del Movimiento Deportivo Cubano, que lo hizo un atleta competente, capaz de adueñarse del cetro en el Mundial de Mianyang en el 2005, y el bronce en la cita olímpica de Beijing, tres años después. Ambas ciudades en China. Todo lo dejó al surgir otras aspiraciones.

Como precisan los cables, al hablar acerca del importante triunfo sobre un rival de 43 años de edad, cerca de abandonar las 12 cuerdas, Ugás arremetió contra el gobierno cubano de forma irrespetuosa y entonando el himno creado por quienes odian y destruyen, los enemigos jurados de la Revolución.

Quien fuera una vez sencillo y reconocido por su pueblo y escalara de forma vertiginosa en las filas del deporte amateur, como parte del equipo nacional y la élite del boxeo criollo, puso rodillas en tierra, y compartió la copa del triunfo con el que paga y manda… hasta desear la muerte de sus coterráneos en la Isla.

Pero, hizo más, ofendió a sus excompañeros de la preselección nacional, estos que ahora dieron gloria a su Patria en los Juegos Olímpicos de Tokio.

Difamar a Andy Cruz, Julio César La Cruz, Arlen López, Roniel Iglesias, Lázaro Álvarez y demás púgiles, junto a otros deportistas de la nación, es su mayor traición, para agenciarse el agradecimiento de la jauría anticubana en el país norteño.

Fue aplaudido por la claque allí reunida, porque con su servil actuación ganó su favor. Mas, para los millones de cubanos que aquí tenemos otro sueño, más patriótico, revolucionario, nuestra consigna siempre será la de ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!, y nuestro himno aquel que compuso Perucho Figueredo y que inició todas las batallas. Los campeones están aquí, compartiendo con su pueblo. Agradecidos, cubanos dignos, como lo soñó el Maestro y lo ejemplificó Fidel.

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